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Demografía

El 40% de los españoles vive en apenas el 1% del territorio

España aprende a vivir cada vez en menos espacio

De un país eminentemente agrícola y ganadero con una población diseminada por todo el territorio en 1900, España pasó a ser en 2001 una nación cuya economía se cimentaba en la construcción y los servicios, con más del doble de habitantes, que se han ido concentrando en el arco mediterráneo y alrededor de Madrid.

Un estudio elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y la Fundación BBVA revela cómo la revolución económica acontecida sobre todo en las décadas de los sesenta y setenta aceleró la progresiva concentración que ha caracterizado a la revolución demográfica del siglo XX.

El deseo de los ciudadanos por instalarse en torno a los principales focos de actividad económica ha sido tal que los datos del Censo de Población de 2001, último disponible en el que se detiene el estudio, revelan que el 40,4% de los españoles reside en una superficie equivalente a sólo el 1% del territorio nacional, mientras que en 1900 en esa misma proporción residía el 18,1% de los ciudadanos.

Algunas de las cifras que dan fe de este proceso de concentración son, por ejemplo, cómo si en el año 1900 la forma predominante de asentamiento era la de localidades entre 1.000 y 5.000 habitantes, desde entonces hasta 2001 los municipios que más han crecido son los de más de 50.000 habitantes.

Tanto en número porque han pasado de 18 a 119, como en población, porque han pasado de 2.600.000 ciudadanos (equivalente al 13% del total) a 20.700.000 (el 50,5% de la población).

Los profesores de la Universidad de Valencia y el Ivie Matilde Mas y Francisco Goerlich pusieron ayer de manifiesto cómo el estudio constata la profundización de las desigualdades en la distribución de la población española durante el siglo XX, periodo durante el cual el número de habitantes se ha multiplicado por más de dos al haber pasado de 18,8 millones a 40,8.

La comparación entre los mapas que representan cómo es en cada momento histórico el reparto espacial de la población da una idea clara de esos desequilibrios.

Así, la diferencia entre las densidades medias de unos territorios y otros es abismal, según el censo de 2001: de los nueve habitantes por kilómetro cuadrado se pasa a los 676 de Madrid.

Factores económicos

Sin embargo, a comienzos del siglo pasado esas diferencias no eran tan acusadas. Vizcaya era entonces la provincia más densamente poblada, con 138,7 habitantes por kilómetro cuadrado y Cuenca la menos, con 14,6 habitantes.

El informe pone el acento en los factores económicos a los que identifica como las causas principales que explican la despoblación de buena parte del interior peninsular y, en paralelo, la formación de grandes núcleos urbanos en la costa mediterránea y en las coronas metropolitanas de Madrid y Barcelona.

El siguiente dato es significativo: once provincias tenían en 2001 menos habitantes que en 1900 y otras dos apenas han registrado unos pocos más.

Los enclaves que registraron las mayores mermas demográficas fueron, por orden de más a menos: Teruel, Soria, Zamora, Lugo, Ávila, Cuenca, Huesca, Orense, Guadalajara, Palencia y Segovia. Mientras, Burgos y Cáceres apenas han visto cómo su población se incrementaba en unos centenares de ciudadanos. Los autores de este pormenorizado análisis sostienen que el proceso de concentración de la población en torno a la costa y en el interior alrededor de Madrid no ha sido uniforme en el tiempo. Los años 50 se caracteriza n por el gran éxodo rural. En los 60 y 70 se acelera esa tendencia, unida al fuerte impulso del aumento vegetativo y la modernización de la economía. Este fenómeno dura hasta 1981.

La urbanización diseña los nuevos asentamientos

El proceso de urbanización es, según el estudio, el factor más relevante que ha ido aparejado a la ubicación de la población. Las estadísticas ahora recopiladas demuestran cómo en los 56 núcleos más poblados (aquellos de más de 100.000 habitantes) se concentra el 40,3% de la población. Si a ésos se añaden las 63 localidades que cuentan con más de 50.000 habitantes, que recogen otro 10,4% de la ciudadanía global, el resultado es que mientras 119 municipios albergan a 20,6 millones de españoles, en los restantes 7.989 residen otros 20,1 millones ciudadanos. Es decir, que el crecimiento de todo el siglo ha sido canalizado básicamente por las ciudades. Si en el siglo XX España aumentó su población en 22 millones, las ciudades de más de 50.000 habitantes han ganado 18 millones.El estudio pone de relieve cómo a partir del censo de 1981 se detecta que la despoblación y el envejecimiento de la población rural ha frenado el éxodo del campo.'La población se dirige todavía a las grandes urbes, pero dado el encarecimiento de la vivienda y las ventajas que ofrecen las nuevas infraestructuras de transporte, comienzan a cobrar protagonismo las que llamamos ciudades intermedias', explica Matilde Mas. El informe destaca también que la congestión de determinados núcleos urbanos, unida a la carestía de las casas y el suelo empuja a la población de tal manera que las coronas metropolitanas están incluso invadiendo provincias limítrofes. 'Es el caso por ejemplo de Madrid y el resurgir de algunas poblaciones de Guadalajara y Toledo', remarca Mas. La costa mediterránea sigue atrayendo población, sin síntomas de agotamiento.

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