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Tribuna
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Bienvenidos los eurocomunitarios del Este

España ha decidido abrir definitivamente las fronteras laborales a los ciudadanos eurocomunitarios del Este desde este 1 de mayo. Otros países ya lo hicieron antes, Suecia, Irlanda y el Reino Unido, mientras algunos mantienen las restricciones: Alemania, Francia e Italia, por ejemplo. La medida adoptada por España parece pertinente por varias razones.

La primera razón es de responsabilidad y solidaridad europea. La construcción de la Unión no se puede hacer impidiendo la circulación de europeos. Evitando que ofrezcan sus servicios laborales y compitan con los ciudadanos del país receptor. Discriminando a sus ciudadanos por razón de origen. España es uno de los abanderados del sentido europeístas. Sabemos qué significa estar al margen de la corriente cultural, económica y social de Europa. Debemos facilitar a los demás europeos lo que desde hace casi dos décadas disfrutamos.

La segunda razón es que España necesita inmigración. Son más de 300.000 inmigrantes los que estamos absorbiendo anualmente en los últimos cinco años. Será mejor que sean personas con lazos culturales y geográficos cercanos. Cuanto más afinidad, mayor será la capacidad de integración en la sociedad. En el caso de los polacos y húngaros incluso su religión es en gran parte similar a la de la mayor parte de la población española.

La tercera razón es la capacitación de este tipo de inmigración. El nivel cultural de los inmigrantes de países del Este es superior a los de otros orígenes. Su aportación a la economía española será más eficaz. Hasta ahora los inmigrantes han ocupado en muchos casos las posiciones laborales que los españoles no deseaban, pero hay una corriente, minoritaria, pero importante, de especialistas. Esta corriente será cada vez más necesaria, puesto que nuestras cohortes de nuevos universitarios y especialistas españoles disminuirán en los próximos años. Es el efecto de la baja de natalidad de los ochenta y noventa.

La cuarta razón es que el número de inmigrantes procedentes de estos países disminuye aceleradamente, no hay necesidad de poner trabas. Ya no vienen en oleadas ni en pateras. Sus países están creciendo aceleradamente y su natalidad no es espectacular. Probablemente en pocos años no serán las razones laborales las que impulsen a un eurocomunitario del Este a venir. Será el sol, la familia u otros motivos. En otras palabras, quedamos bien eliminando unas barreras que ya no lo eran.

La quinta razón es que los inmigrantes de estos países tenderán a realizar un viaje de ida y vuelta. Recordemos el millón de españoles que en los años sesenta emigraron a Europa. Muchos volvieron. Trajeron nuevas costumbres laborales, conocimientos de idiomas y capitales para invertir. Mejoraron el conocimiento de los españoles respecto a los europeos y viceversa. Estimo que ocurrirá en gran parte lo mismo. Con una diferencia… los europeos del Este que hayan triunfado profesionalmente en España mantendrán algún tipo de relación y con la facilidad de transporte es posible que no nos dejen definitivamente, sólo en temporadas. Disfrutaremos de su presencia, de su gasto y, probablemente, de su inversión inmobiliaria.

En resumen: es un deber de solidaridad y es un buen negocio. La experiencia inglesa e irlandesa lo demuestran ¿Por qué no habría que hacerlo?

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