Bancaja y CAM, por caminos divergentes
Lo que pudo haber sido y no fue. De eso parecía lamentarse hace un par de semanas el presidente de Bancaja cuando en una conferencia aseguró que la fallida fusión entre su entidad y la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) hubiera alumbrado 'la segunda caja de España por beneficios y el cuarto grupo financiero'. Sin entrar a fondo en los motivos, el proyecto fracasó fundamentalmente por las reticencias de la CAM. Lo importante, sin embargo, es que José Luis Olivas quiso cortar de antemano cualquier debate sobre la posibilidad de reabrir un proceso del que, por otra parte, nadie hablaba en la Comunidad Valenciana. Pero como en otras comunidades soplan vientos de fusiones, el presidente de Bancaja dejó claro que ahora ya no es interesante económicamente la unión. 'Nos parece perfecto', dijeron, sin mayor interés desde la CAM.
Lo cierto es que Bancaja y CAM recorren caminos divergentes desde hace ya años. Con ambas entidades en plena expansión por España, la duplicidad de sucursales es tal que ordenar una red común tendría un enorme coste social difícil de abordar. Por otro lado, las estrategias de negocio de las dos entidades difieren de forma notable, hasta el punto de que se hace casi incompatible en algunos casos. Siempre se usa el ejemplo de que Bancaja entró en Iberdrola mientras la CAM lo hacía en Unión Fenosa, o que mientras la caja alicantina consolidaba su presencia en Sol Meliá la valenciana lo hacía en NH Hoteles. Al final sólo coinciden en Abertis y Metrovacesa, y en este caso tras la absorción de Bami. Otras operaciones conjuntas, como Terra Mítica, fueron una obligación política. Y así les fue. Por no hablar de una corporación conjunta que crearon a regañadientes y que no disuelven por el coste fiscal.
Así, por caminos divergentes van las dos principales cajas de la Comunidad en las que de momento no hay ruido de sables, pues la renovación de cargos no llegará hasta 2007.
En el caso de Bancaja, al margen de la actividad financiera, destaca su negocio urbanístico. Con miles de metros cuadrados de suelo especialmente en la provincia de Castellón, su filial CISA, ahora rebautizada como Bancaja Hábitat para adecuarla a la nueva imagen corporativa que pretende reforzar la marca de la entidad, supone unos buenos ingresos, al tiempo que también le ha supuesto el último dolor de cabeza. Por un supuesto uso de información privilegiada tuvo que dimitir el responsable de participaciones y de la filial inmobiliaria, Arturo Alario. En paralelo, el responsable de Actura, la gestora de suelo, Ferran Agut, ha anunciado su marcha. Para el primero aún no hay relevo, mientras que a Agut lo sustituirá su segundo, Manuel Setién. No es el último en el organigrama de Bancaja, ya que el subdirector general y responsable del negocio en Baleares, Ramón Roselló, ha dejado la entidad para irse al Real Mallorca. No es una pérdida baladí, ya que Roselló, a quien sustituirá José Luis March, fue el impulsor del negocio de la caja con los hoteleros mallorquines en su desarrollo caribeño.
Pero si Bancaja se limita a financiar, la CAM participa como socio con otras empresas en la construcción de complejos hoteleros en aquella zona de América. La caja que preside Vicente Sala no está metida a promotora de viviendas como su competidora, al menos directamente, pues aún mantiene acciones de Hansa Urbana, al margen de las de Metrovacesa. Lo cierto es que la CAM mantiene una mayor actividad en su cartera de participadas, para las cuales ha creado una sociedad, Incomed, que recoge a sus cotizadas: Enagás, Sol Meliá, Unión Fenosa y la última adquisición, Tui.
En solitario ninguna de las dos entidades valencianas ha conseguido ser decisiva en empresas estratégicas, como lo son La Caixa o Caja Madrid, con lo que el objetivo de ambas de jugar en la primera división de las cajas españolas parece aún lejano.