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CincoSentidos

Los problemas de salud también viajan en avión

Los servicios médicos de los aeropuertos atienden cada año a miles de pasajeros

Hace menos de un mes que sufrió una angina de pecho, pero tiene que volar a Nueva York a una reunión de trabajo que no puede aplazar. Se va de vacaciones estas Navidades a Brasil y lleva con usted a su hijo de seis años que padece asma. Cada vez que coge un avión en primavera sufre un dolor agudo en el rostro cuando se acerca el momento de aterrizar. Los supuestos pueden ser muy variados, pero la pregunta clave es siempre la misma: ¿Ha consultado su problema con un médico antes de volar?

Más de 25.000 pasajeros son atendidos cada año por los servicios médicos de los aeropuertos españoles, tanto antes como después del viaje. Una cifra no demasiado elevada, al menos si se tiene en cuenta que sólo durante el año pasado el sector de la aviación comercial en España transportó 166 millones de viajeros. Aunque la mayoría de esas consultas se corresponden con problemas menores, también se producen emergencias. 'La mayor parte de las incidencias que atendemos son gente que tiene problemas por volar con resfriados o rinitis alérgica, pero también hemos asistido a algún caso de infarto y de anginas de pecho', explica el doctor Alfredo Goitia Gorostiza, médico del Servicio Médico del aeropuerto de Bilbao.

Pequeñas molestias

Al margen de las personas que vuelan con un trastorno de salud previo y que deben tomar precauciones adicionales, el mero hecho de coger un avión supone someter el organismo a unos condiciones poco habituales que provocan ciertas molestias. Como explica el doctor Goitia Gorostiza y otros seis especialistas de servicios médicos aeroportuarios en un estudio sobre aspectos médicos de la aviación comercial, volar en avión supone ascender a entre 5.000 y 12.000 metros de altura, a una velocidad de crucero de alrededor de 1.000 km/h y a una presión equivalente a entre 1.500 y 2.500 metros de altitud.

'En la mayoría de los vuelos es como si usted ascendiese a la cima de una pequeña montaña. Eso supone dos tipos de estrés para el cuerpo: menos oxígeno y la expansión de gases dentro de las cavidades corporales', explican desde la Aerospace Medical Association (Asma), un organismo estadounidense especializado en salud aeroespacial.

Es por ello que uno de los problemas médicos más habituales en los vuelos es lo que los especialistas denominan barotraumas, una obstrucción de la trompa de Eustaquio y de la entrada a los senos paranasales que puede desencadenarse por volar con un resfriado o una crisis alérgica y producir dolores agudos en la cara y el oído. 'Los barotraumatismos suelen producirse en los descensos y pueden evitarse con las maniobras de Vasalva bostezar, tragar o soplar con la boca y la nariz tapadas, tomando un antigripal media hora antes de volar si se está resfriado o un antihistamínico si se trata de una alergia', explica Goitia Gorostiza.

El ciclo de renovación del aire en las cabinas es otro factor que incide en el organismo. 'Desde los años 70, con la explosión de precios del petróleo, se redujo la renovación del aire en la cabina. Así, en la cabina de mando es de unos 240 metros cúbicos por hora, en primera de unos 60 y en turista de unos 30', explica el estudio sobre aspectos médicos de la aviación comercial. A consecuencia de ello, la deshidratación, la sequedad de las mucosas, el cansancio y la somnolencia se han convertido en molestias habituales al volar.

El mareo es un trastorno para algunos pasajeros. Para evitarlo, la Aerospace Medical Association recomienda solicitar un asiento sobre las alas y junto a la ventanilla, dirigir el aire acondicionado hacia el rostro y evitar el exceso de líquidos, alcohol y comidas pesadas.

Volar en situación de riesgo. Consejos y recomendaciones

Corazón Por muy importante que sea esa reunión de trabajo, coger un avión poco después de haber sufrido un infarto no es una decisión razonable. Las opiniones sobre cuánto tiempo debe esperarse oscilan entre las cinco y las 26 semanas. En caso de no poder esperar, los especialistas recomiendan volar al menos seis semanas después del episodio, en cabina presurizada a 1.980 metros, en un vuelo que disponga de equipo vital avanzado (desfibrilador, respirador automático, etc.) y acompañado por un médico.Pulmón La decisión de volar cuando se padece algún trastorno respiratorio depende de la gravedad de éste y de la recomendación del médico, al que siempre ha de consultarse. Es aconsejable pedir con antelación a la compañía un equipo médico de oxígeno. Según la Aerospace Medical Association, las personas con ataques de asma impredecibles y severos no deben volar, mientras que el resto debe llevar medicación en su equipaje de mano. Los pacientes con neumotórax también deben evitar los vuelos.Diabetes La mayoría de los diabéticos, si están medicados y bajo control, pueden volar si siguen unos consejos básicos. El primero es pedir con antelación a la compañía (muchas grandes aerolíneas ofrecen ese servicio) una alimentación apropiada para diabéticos. Además, hay que llevar un kit con un dosificador y la correspondiente carga de insulina y glucosa en el equipaje de mano. En los viajes de Este a Oeste hay que reajustar la medicación y las comidas al cambio de franjas horarias.Trombosis Estar sentado durante un largo periodo de tiempo es un riesgo para pacientes de tromboflebitis y otros trastornos circulatorios. Los expertos aconsejan mover las piernas cada una o dos horas con pequeños ejercicios y paseos por el pasillo del avión. El tromboembolismo venoso o Síndrome de la Clase Turista (formación de trombos, normalmente en las piernas) se asocia con los vuelos largos. Ejercicio, evitar dormir en posición flexionada y no acumular equipaje en los pies son las recomendaciones a seguir.Embarazadas Las embarazadas pueden viajar hasta el octavo mes, siempre que el embarazo se haya desarrollado con normalidad. Durante el noveno mes o en embarazos de alto riesgo, la mayoría de las compañías exigen un informe del ginecólogo con indicación de la fecha del parto. Los cinturones deben usarse sobre las piernas para no comprimir el útero. Hay que tener en cuenta que el riesgo de tromboflebitis aumenta en la gestación. Los bebés de menos de siete días no suelen ser aceptados en los vuelos.

Las vacaciones por delante de los hijos

Los médicos de los aeropuertos ven de todo y lo que ven, a veces, no les deja demasiado tranquilos. 'Hay un problema que me gustaría destacar porque es bastante frecuente: padres de niños con fiebre o dolor de oídos que desoyen el consejo de retrasar su vuelo y se empeñan en viajar para no tener que retrasar las vacaciones', señala el doctor Goitia. Sumar a la fiebre o el dolor las molestias del vuelo es, para este especialista, un egoísmo 'evidente'.

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