Fábulas de seres humanos en el abismo
Pues pobreza es fulgor / Muy grande desde dentro. Del verso de Rilke, toma el título El fulgor de la pobreza, primera de las novelas cortas de la nueva trilogía de Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942). En las tres narraciones, la que da nombre al libro junto a La mano del amigo y Deudas del tiempo, el escritor habla de la pobreza, la amistad y la memoria y el olvido.
Todas forman parte de un proyecto que el académico de la Lengua denomina fábulas del sentimiento. 'Hay un punto de fábula, son como ejemplos, sin intención moralizadora ni moralizante, pero que siempre suceden en seres humanos que en un momento concreto son capaces de sentirse en un abismo. Más que su vida, cuento su sentido de la vida'.
Cosmo, el protagonista de El fulgor de la pobreza, es un industrial al que la pobreza le encamina a la plenitud. Elio y Roncel protagonizan en La mano del amigo una amistad marcada por una relación de amor y odio. Y Dacio, el personaje de Deudas del tiempo, es un emigrante en cuya vida predomina el olvido.
'Nunca hubo estricta proporción entre el éxito comercial y la calidad literaria'
Luis Mateo Díez lleva escritas nueve novelas de la serie, que ha publicado de tres en tres agrupadas en los títulos El diablo meridiano, El eco de las bodas y El fulgor de la pobreza (todas publicadas en Alfaguara), y anuncia que serán doce. 'Estoy intentando construir una peculiar comedia humana, en la cual habrá muchos personajes y muchas historias, en las que siempre hay un elemento de crisis, de debate interior'.
Narraciones muy diferentes, sin vínculos argumentales, que se pueden leer por separado. El autor las encuadra en el género de misterio, porque sus tramas pueden inquietar al lector. De extensión corta, un género que le interesa especialmente. 'Hay grandes escritores que han logrado el punto de mayor intensidad de sus mundos en sus novelas cortas'. Luis Mateo Díez está pensando en el Tolstoi de Guerra y paz y de Ana Karenina, que dejó una obra maestra de unas 60 páginas titulada La muerte de Iván Ilich.
Después de escribir muchas novelas cortas, el autor de La fuente de la edad y La ruina del cielo (ambas galardonadas con los premios Nacional de Literatura y de la Crítica) ha descubierto que este género intermedio le permite algo muy difícil en la novela y en el cuento, el reto de la perfección. 'Me gusta. Sé que es imposible, que seré incapaz de hacer una novela perfecta, pero el reto supone una tensión especial a la hora de escribir y también permite mucha experimentación'. El escritor procura que haya una tonalidad común en las novelas, pero busca que formalmente sean muy variadas. 'Eso también es atractivo'.
Las historias de Luis Mateo Díez se desarrollan en territorios imaginarios: Armenta, Oceda, Celama. Ha llegado a ellos por necesidad. 'Me di cuenta de que me sentía más libre como escritor'. Y también porque hay un compromiso fuerte entre los paisajes y el interior de sus personajes. La atmósfera en la que se desenvuelven las historias es otra de las conquistas. Una atmósfera contaminada por la dimensión psicológica y las emociones de esos personajes con una profunda vida interior. Como Cosmo, en El fulgor de la pobreza, a quien el lector nunca llegará a conocer del todo.
Luis Mateo Díez compagina la escritura con su trabajo administrativo en el Ayuntamiento de Madrid. 'Nunca he sentido esa contradicción de tener en la vida profesiones no compatibles, todo lo contrario'. Su narrativa huye de lo comercial. 'La comercialización y la cuenta de resultados ha llegado a la literatura, está en todos los sitios, a lo mejor tampoco debemos escandalizarnos más de lo debido', comenta.
En su opinión, el creador tiene que tener claro lo que ambiciona. 'Nunca hubo estricta proporción entre el éxito comercial y la calidad literaria. Creo que son elecciones que hay que hacer en la vida sabiendo lo que quieres y los resultados que puedes obtener'.