La economía, entre la cooperación y el conflicto
Según la Academia Sueca de las Ciencias, el Nobel de Economía de este año ha sido concedido ex aequo a Robert Aumann y Thomas Schelling 'por haber ampliado nuestra comprensión del conflicto y la cooperación mediante el análisis de la teoría de juegos'. La pregunta principal de sus investigaciones ha sido por qué algunos grupos de individuos, organizaciones o países salen airosos mediante la cooperación mientras otros entran en conflicto. La novedad de su enfoque ha sido la utilización de la teoría de juegos como forma de aproximación a la respuesta.
La rama de las ciencias sociales que estudia la toma de decisiones estratégicas se denomina teoría de juegos. Un juego es una situación en la que los jugadores toman decisiones estratégicas; es decir, tienen en cuenta las acciones y respuestas de los demás.
Existen numerosas clasificaciones: juegos cooperativos (si puedes negociar contratos vinculantes, como una negociación colectiva) o no cooperativos, simultáneos (como el juego de los chinos) o secuenciales (el ajedrez), repetidos o no... pero John von Neumann y Oskar Morgenstern, allá por los años cuarenta, describieron los tres elementos comunes a todos los juegos, a saber: jugadores, lista de posibles estrategias y los resultados correspondientes a cada una de las combinaciones de las mismas.
Una estrategia es una regla o plan de acción para jugar. El aspecto más importante de la teoría de juegos es comprender el punto de vista del adversario y deducir cómo responderá probablemente a nuestros actos.
Uno de los trabajos más relevantes de Thomas Schelling se encuentra en su libro La Estrategia del Conflicto. En él muestra cómo un jugador puede fortalecer su posición eliminando alguna de sus peores estrategias, como demostró Hernán Cortés con la quema de sus naves. O cómo una acción de respuesta desconocida puede ser más creíble y eficiente que si la otra parte conoce anticipadamente cuál va a ser nuestra venganza. Estas ideas tienen su aplicabilidad en la resolución de conflictos.
Otro de sus hallazgos es el concerniente a la habilidad de los individuos para coordinar su comportamiento en aquellas situaciones donde no existe un fuerte conflicto de intereses. Ello surge de la demostración que la coordinación de soluciones se observa en la realidad muchas más veces de las que predice el modelo teórico. Schelling lo atribuye a la similitud de instituciones (en el sentido de Douglass C. North, Nobel de Economía de 1993) en un determinado entorno; es decir, a que los jugadores tienen marcos de referencia parecidos, como podrían ser las convenciones sociales o las normas jurídicas.
Por su parte, Robert Aumann ha profundizado en aquellas situaciones en las que los jugadores interactúan numerosas veces a lo largo de un periodo; es decir, en los denominados juegos repetidos. En sus estudios se demuestra cómo una cooperación pacífica (¿no sería la coexistencia pacífica un buen ejemplo?) es, a menudo, una solución de equilibrio aunque las partes tengan en el corto plazo fuertes conflictos de intereses. Un concepto necesario para ello es la credibilidad en la amenaza del castigo en el caso de que se observe una desviación en el comportamiento cooperativo. O sea, que los jugadores crean que van a ser real y fuertemente (de acuerdo con la teoría de los incentivos) castigados si tienen una actuación distinta de la cooperativa.
Otra de las contribuciones esenciales de Aumann es la referente a la teoría cognitiva de la teoría de juegos; es decir, al 'conocimiento sobre el conocimiento de los otros jugadores'. Inicialmente, la teoría de juegos suponía que los agentes conocían todos aquellos aspectos que hacían referencia al juego. Aumann formalizó el concepto de cuerpo común de conocimiento o conocimiento común (common knowledge) o, en palabras llanas, el 'yo sé que tú sabes que yo sé que tú sabes que ' y así hasta el infinito, necesario para el desarrollo de cualquier juego.
Finalmente, una consecuencia de sus análisis ha sido la modificación del concepto de racionalidad. æpermil;ste es uno de los pilares de la ciencia económica y, en sus inicios, tenía una concepción bastante restrictiva. En la medida que algunos comportamientos que se habían clasificado como irracionales empiezan a poder ser entendidos y a ser racionales, el concepto se amplía y con él, la riqueza de los estudios económicos. Evidentemente, ello es enormemente positivo no sólo porque amplía el ámbito de conocimiento sino porque permitirá tender puentes entre la economía y otras ciencias sociales.