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Tribuna
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Responsabilidad social con los competidores

La responsabilidad social corporativa (RSC) representa una forma de entender el comportamiento de las empresas desde una perspectiva amplia y abarcadora, más allá del estricto enfoque mercantil y financiero. Los fines de la empresa socialmente responsable buscan un equilibrio estable para las legítimas aspiraciones de las distintas partes interesadas que intervienen y se ven afectadas por su actuación, es decir, los empleados, accionistas, clientes, proveedores, agentes sociales, Administraciones públicas, comunidad local, sociedad y público en general, medio ambiente, generaciones futuras y, también, los competidores.

Desde el respeto elemental a la libre competencia exigida por el marco legal, los competidores esperan un comportamiento leal, de colaboración directa en algunos casos, que ayude a mejorar las condiciones del mercado en beneficio de todos. Las alianzas estratégicas entre competidores y la reunión en asociaciones sectoriales ayudan a dar cobertura a las necesidades del mercado. La colaboración entre las empresas socialmente responsables debe ir en beneficio de sus partes interesadas, evitando perjudicar a ningún implicado.

Una visión estrecha de lo que la responsabilidad social corporativa significa intenta justificar, con argumentos de mercado, algunos comportamientos puramente financieros dentro de una pretendida estrategia globalmente responsable. La falta de coherencia entre actuaciones que pueden beneficiar a algunos -como pudieran ser los accionistas y directivos de una compañía- y perjudicar a otros -como los empleados de otra compañía, comunidad local y consumidores en general- pone de manifiesto la imposibilidad de presentarse como empresa socialmente responsable que busca el beneficio equilibrado de todos.

Hay que reconocer que puede resultar complejo y exigente la aplicación del modelo de empresa socialmente responsable, el cual obliga a pensar en el bienestar de todos y no solamente en el beneficio exclusivo de algunos; pero, precisamente, en ello radica su fuerza y su garantía de éxito sostenido legitimado por la gran mayoría. Ya son muchos los que creen en este modelo de empresa y los que lo apoyan con sus decisiones como, por ejemplo, los grandes inversores institucionales (fondos de inversión y de pensiones), que de manera paulatina asumen criterios de responsabilidad social en su funcionamiento.

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