España prepara la vuelta de sus científicos
Juan Carlos Izpisúa (Hellín, 1960) forma parte de la élite científica por su trabajo en torno a las células madre embrionarias y ha sido uno de los fichajes más deseados por la ciencia española. En breve alternará el trabajo en su despacho del instituto estadounidense Salk de California con la estancia en los laboratorios del Centro de Investigación en Medicina Regenerativa de Barcelona, de nueva creación. Captado por la Generalitat de Cataluña, Izpisúa ha firmado por diez años.
El Gobierno de Rodríguez Zapatero se ha comprometido a contratar a otros 900 Izpisúas hasta 2009. Esta intención está recogida en el Plan Ingenio 2010 y dotada con distintas partidas económicas, la más destacada dentro del proyecto I3 con 130 millones de euros. De forma paralela, el Ejecutivo también incentivará el traspaso de investigadores de la universidad a la empresa privada.
¿Pero dónde están y cuántos son los doctores que un día decidieron ganarse la vida fuera? La respuesta ofrece una horquilla entre 3.000 y 10.000 personas. Datos fiables no existen ni en manos del Ministerio de Educación y Ciencia, por lo que elabora un censo de expatriados y tratará de fomentar las vías de comunicación con los científicos a través de una página web.
El Gobierno recoge en el Plan Ingenio 2010 la intención de contratar a 900 científicos
Quizá iniciativas como éstas sirvan para reconciliar a la Administración con un amplio núcleo de profesionales que criticaron al ex Ministro de Ciencia y Tecnología, Josep Piqué, por un artículo publicado en la revista Science. Piqué daba por sentado que había muchos más científicos extranjeros trabajando en España que españoles haciéndolo fuera.
Las declaraciones escocieron a quienes un día huyeron de la precariedad. Un grupo de doctores, encabezados por Antonio Valero, del Harvard Medical School (Boston), improvisó un censo que trataba de contrariar la tesis del político. La lista, a la que había que apuntarse a través de internet, fue abierta en febrero de 2003 y en dos meses reunió a 2.200 doctores. El Gobierno, por su parte, ha localizado ya a más de un millar en este último intento por llevar un control.
En contacto con una veintena de emigrantes, Cinco Días ha captado cierta desconfianza en que España llegue a ser un país atractivo para investigar.
La voz de la experiencia
Jaime Carvajal, de 39 años, lleva 15 sin pisar un laboratorio español. Actualmente está centrado en proyectos de genética del desarrollo embrionario en The Institute of Cancer Research (Reino Unido) y es crítico con la iniciativa del Gobierno de Zapatero de recuperar cerebros. Carvajal argumenta que son las condiciones para el desarrollo de la investigación científica las que causan atracción o rechazo: 'Si fueran excelentes muchos de nosotros querríamos volver'. De momento, este científico afincado en Reino Unido no cambia su status de 'figura importante en la sociedad británica, en la que se paga y se respeta, por sueldos ínfimos y medios limitados'.
Carvajal cree que en lugar de crear 900 plazas 'mediocres', sería mejor contar con 90 para profesionales muy buenos o simplemente con nueve ocupadas por excelentes doctores. 'Si consiguen una decena de científicos de primerísima línea, los demás los seguirán por iniciativa propia', expresa.
Enfrentado a estos planteamiento se encuentra a su colega Francisco Iborra, quien acumula diez años de experiencia en la Universidad de Oxford. Iborra dirige un grupo y opina que la idea española de recuperar el espacio perdido es 'positiva'. A sus 40 años recuerda que cogió la maleta por la necesidad de aprender. Pero no fue la única razón: 'La discusión y el reto hacen que la ciencia avance y esto se consigue con la interacción entre científicos. Además, percibí el aprecio del Gobierno y de la gente'. Algo más joven, de 35 años, el caso de Eva Moreno es el de la científica con experiencia internacional que ha vuelto. Tras cinco años en la Universidad de California y en la de San Diego, Moreno trabaja actualmente en el estudio del procesamiento cognitivo y lingüístico en la Universidad Complutense (Madrid).
La primera beca de esta licenciada en psicología fue como administrativo en un laboratorio y posteriormente pasó a dar cursos a empresas. Muy crítica con los avatares que viven los jóvenes científicos, ve una luz de esperanza en el programa I3. 'Aunque el cambio sea lento hay que impulsar la ciencia porque hay mucho potencial humano y ganas de trabajar en buenas condiciones', afirma.
El prestigioso La Jolla Institute de California podría abrir una Casa de España con la garantía de que no le faltarían clientes. Cristina Muñoz-Pinedo, de 30 años, es una de las españolas del centro que espera que el Gobierno potencie las vías para atraer a los mejores, 'sean o no sean españoles'. Cristina partió por la imposibilidad de encontrar un trabajo 'decente' y en busca de conocer nuevas técnicas de investigación. Acumula tres años fuera y estima que en EE UU encuentra 'una profesionalidad en todos los aspectos que no existe en España'.
Expertos en temas científicos incorporados hoy a la política aseguran que la fuga de talento es positiva siempre que se mantengan los vínculos. En ese sentido, falta esfuerzo a la vista de que la mayoría de los que han atendido a este periódico dicen no tener contacto alguno con instituciones españolas.
Cristina Cebrián, otra exiliada de 33 años, percibe una beca postdoctoral del Ministerio de Educación y Ciencia. Trabaja en Manhattan (Weill Medical College of Cornell University) y después de 42 meses fuera está a punto de pasar a la Universidad de Columbia. Se plantea el regreso 'si existen las condiciones que me permitan desarrollar mi investigación', expresa. Además, opina que el Gobierno debe invertir para crear empleo, optimizar el reparto del presupuesto y convencer a los mejores científicos, 'sean o no españoles'.
Uno de los que más sabe de unos gusanos llamados planarias es Francesc Cebria. Los animalillos poseen la capacidad de regenerar cualquier parte de su cuerpo cuando es amputada. El cómo lo hacen, incluso con el sistema nervioso central, ha ocupado al estudioso español en Barcelona, Japón y ahora en EE UU (Universidad de Illinois at Urbana-Champaign). Cebria, de 34 años, persigue una oportunidad para finalizar sus investigaciones en casa.
Pero el fichaje de la mayoría no será a cualquier precio. Alicia Hidalgo, ha cumplido ya los 42, lleva 12 años fuera -actualmente en la Universidad de Birmingham (Reino Unido)- y dirige un equipo desde hace ocho. Esta neurobióloga reconoce que se ha planteado muchas veces la búsqueda de empleo en España. 'Me apetece siempre y cuando sea con ciertas condiciones de espacio y financiación que me permitiesen trasladar a mi equipo', explica.
Localizar a quienes juegan en la primera división de la ciencia es fácil, contactar con ellos supone más trabajo, pero lo complicado será convencerlos de que España quiere ser más que un exportador de capital humano.
Juan Carlos Izpisúa-Belmonte
Edad: 45 años. Tiempo fuera: 15 años. Lugar de Trabajo: Instituto Salk de estudios Biológicos de La Jolla (California, Estados Unidos). Área: Biología del desarrollo. Experiencia en España: Ha firmado un acuerdo por un periodo de diez años para dirigir el Centro de Investigación en Medicina Regenerativa de Barcelona.
Jaime Carvajal
Edad: 39 años. Tiempo fuera: 15 años. Lugar de Trabajo: The Institute of Cancer Research (Reino Unido). Área: Genética del desarrollo embrionario. Experiencia en España: Prácticas. ¿Volvería?: 'Depende de los términos'.
Cristina Muñoz-Pinedo
Edad: 30 años. Tiempo fuera: tres años. Lugar de Trabajo: La Jolla Institute for Allergy and Immunology (California). Área: Biología celular. Experiencia en España: Instituto de Parasitología y Biomedicina del CSIC en Granada. ¿Volvería?: 'Si alguien ve que un amigo volvió y cinco años después se le va a acabar el contrato y no tiene nada, probablemente no busque el regreso'.
Francisco Iborra
Edad: 40 años. Tiempo fuera: 10 años. Lugar de Trabajo: Universidad de Oxford (Reino Unido). Área: Hematología celular. Experiencia en España: Prácticas. ¿Volvería?: 'Si se planteara la creación de carreras científicas con un claro futuro, sí, volvería'.
Los célebres tienen un pie en casa
Valenti Fuster, uno de los mejores cardiólogos del mundo, aceptó a finales de junio la oferta del ministerio de Sanidad para asesorar al Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares.Antes que Fuster, hace siete años, fue Mariano Barbacid quien dijo 'sí quiero' a la posibilidad de crear el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. El año pasado, la Generalitat contrató a Juan Carlos Izpisúa y a Joan Massagué -Premio Príncipe de Asturias en 2004 por su investigación contra el cáncer-.Otros nombres que brillán en las revistas científicas y son objetivo de cualquier laboratorio del mundo son los de Alicia Hidalgo, Ángel Pellicer, Francisco Iborra, Alfonso Martínez Arias, Ariel Ruiz i Altaba, Juan Botas, Juan Pablo Couso y Gabriel Núñez.