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Una ciudad colapsada por las bombas

Apenas se desperezaba Londres ayer por la mañana, con su resaca olímpica todavía a cuestas, cuando cuatro explosiones vinieron a convertir el tradicional desorden de una ciudad en hora punta en el más absoluto caos. Una serie de bombas habían hecho explosión de manera coordinada en tres puntos de la red de metro de la capital británica y un autobús interurbano.

Se desataba entonces el efecto dominó. La policía y los servicios de urgencia se desplazaron a las zonas afectadas para atender a las víctimas y la ciudad quedaba cerrada al tráfico. El metro era evacuado y todo el transporte urbano era cancelado hasta media tarde. Entonces, como compensación, se anuló la tasa que se cobra a los automovilistas particulares para acceder al centro. Cada día, seis millones de personas utilizan el autobús y otros tres millones se desplazan en metro.

'Las líneas de teléfono móvil han quedado completamente bloqueadas', explicaba en la mañana de ayer Samir Abhyankar, director de estrategia de CDC Group, un fondo de inversión especializado en mercados emergentes con sede en Picadilly Circus. 'No he podido efectuar ninguna llamada ni mandar mensajes. En la calle, todo el mundo trata de comunicarse por teléfono, pero nadie logra conectar'.

Las operadoras reconocían la saturación del servicio. 'Hemos tenido cierta congestión debido al alto volumen de llamadas, pero hemos tomado pasos para incrementar nuestra capacidad', afirmaba David Nicholas, portavoz de O2, una de las principales compañías de telefonía celular de Reino Unido. Otro tanto ocurrió con las líneas fijas. British Telecom solicitó en un comunicado 'que sólo se efectuaran las llamadas más indispensables para poder aliviar la saturación que padecen las líneas'.

Las autoridades municipales aconsejaron no salir de sus casas o puestos de trabajo. En la City, corazón financiero londinense, los negocios continuaron. 'Todos estamos en el edificio porque es lo más seguro, pero tampoco hay forma de volver a casa', comentaba Nicole Elliott, de Mizuho Corporate Bank. Para superar la situación, varias entidades financieras contactaron con sus oficinas en otros países con la intención de que les echasen una mano con el trabajo. 'Gracias a nuestros planes de contingencia, las operaciones no fueron afectadas. Cuando estas cosas suceden, podemos hacer las transacciones fuera de Londres, en Zúrich, Singapur o EE UU', explica la portavoz de UBS, Tatjana Domke.

Si bien la actividad comercial tampoco cesó, quienes sí echaron el cierre fueron los teatros y las salas de espectáculos del West End. Representaciones como Billy Elliot o Pericles y obras de teatro como el El Inspector de la ONU o Aristócratas, cancelaron las sesiones programadas. 'La policía solicitó a algunos locales que cerrasen, mientras que otros lo hicieron de manera voluntaria', comenta James Beerman, gerente de Aldwych, donde se representa el musical Fama. El grupo Prodigy tuvo que posponer su concierto previsto para la tarde de ayer hasta el próximo 8 de agosto, y otras bandas como REM y Queen se replantean qué hacer con sus actuaciones programadas para este fin de semana.

Los aeropuertos de Heathrow, Stansted y Gatwick operaron con relativa normalidad, si bien sus conexiones con el centro de la ciudad se vieron alteradas durante el día. Centenares de pasajeros quedaron atrapados en las terminales. En Stansted, una pareja catalana explicaba, 'antes de salir un pasajero nos dijo que había habido una bomba en Londres. Cuando llegamos nos dimos cuenta de la magnitud de lo que había pasado'.

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