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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La amenaza china al textil europeo

La irrupción de China abruma a cualquier sector por el enorme volumen de sus cifras. Las 177.000 empresas europeas del textil y la confección, pymes en su mayor parte, tiemblan desde el 1 de enero ante la avalancha de importaciones chinas a bajo precio. Pero la amenaza no es repentina ni imprevista, sino consecuencia de los acuerdos alcanzados hace 10 años en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para poner fin en 2005 a los contingentes en el sector. La propia OMC calculó que las ventas de China a la UE se doblarán y acabarán suponiendo el 30% de las importaciones comunitarias del sector. Similar tendencia se dará en EE UU, donde China copará el 50% de las importaciones.

La industria textil europea ha dispuesto de una década para prepararse ante esta nueva competencia, tras pasar 40 años protegida por un sistema de contingentes a la importación. Y tendrá que aprender a competir bajo a las mismas normas comerciales y de importación que imperan en cualquier otro sector.

La Comisión Europea debería resistirse a las llamadas que invocan ya las cláusulas de salvaguarda previstas en la adhesión de China a la OMC. No parece razonable sacrificar unas ambiciosas relaciones comerciales para mantener a flote a un grupo de empresas que, tarde o temprano, tendrá que aprender a competir o desaparecer. Lo que sí debería hacer Bruselas es pugnar por abrir nuevos mercados al textil europeo, cuyas exportaciones alcanzan ya el 20% del valor de la producción. Y trabajar con los Ejecutivos nacionales para ayudar a las empresas europeas a buscar nichos de mercado en los que de verdad sean competitivas.

El comisario de Comercio, Peter Mandelson, también debería arrancar de Pekín un compromiso firme de respeto a las normas internacionales. Tanto en lo que se refiere a las condiciones laborales de sus trabajadores como a la propiedad intelectual. Innovación, valor añadido, diseño, marca y exportación son los activos que deben salvar al textil europeo. Esa es la salida, y no un anacrónico proteccionismo.

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