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Columna
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Desequilibrios en la economía española

A pesar de las incertidumbre existentes en las principales zonas del mundo, especialmente en la Unión Europea, la economía española va resistiendo bastante bien; en 2003 el producto interior bruto en precios constantes creció el 2,5% y en el pasado año el 2,7%. La pregunta que nos hacemos es si el crecimiento es sostenible a pesar de los desequilibrios de nuestra economía, que vamos a analizar a continuación.

Desde el ingreso de España en la Unión Monetaria hemos acumulado un diferencial de inflación de siete puntos con relación a la media de los países de la zona. Este hecho ha dado lugar a que los empresarios hayan trasladado a precios el mayor diferencial de inflación, lo que ha dado lugar a un pérdida de competitividad de nuestra economía como lo ponen de manifiesto los índices de la posición competitiva española frente a la zona euro, la Unión Europea y la OCDE. La balanza comercial pone de manifiesto esta pérdida de competitividad de nuestra economía a través del saldo negativo, que, según estimaciones, alcanza un importe desconocido hasta ahora: 7,4% del PIB.

El déficit público del conjunto de las Administraciones públicas se estima que habría alcanzado a finales del pasado año el 0,5% del PIB, lo que en principio parece muy aceptable, si bien hay que hacer constar que dicho déficit es consecuencia de que la seguridad social ha obtenido un superávit de un punto de PIB. Sin tener en cuenta dicho superávit, el déficit público es del 1,5% del PIB.

Hay que poner en marcha urgentemente la Comisión del Pacto de Toledo, ¿a qué esperamos?

Considero que no debe tenerse en cuenta dicho superávit, porque realmente la Seguridad Social se encuentra en déficit, ya que su deuda implícita, derivada de los derechos devengados y todavía no reconocidos, correspondientes a las cotizaciones pagadas por no haber llegado a la edad de jubilación el interesado, sobrepasa al PIB.

La causa se encuentra en el hecho de que en el sistema de reparto sólo se imputan anualmente como gasto las pensiones reconocidas que dan derecho a la prestación, y aunque el SEC-95 registra los flujos ateniéndose al principio del devengo, dice que en algunos casos es necesario mostrarse flexible en cuanto al momento del registro. Pienso que entre ellos se encuentran los derechos corridos y no vencidos de los cotizantes del sistema de pensiones públicas contributivas gestionado por el sistema de reparto; de haberse aplicado el principio de devengo puro, todas las cuentas de las Administraciones públicas de la Unión Europea presentarían fuertes déficit.

Un desequilibrio que puede afectar en el futuro al crecimiento de la economía española es el derivado del fuerte endeudamiento de las familias, que ha sobrepasado la renta disponible de las mismas. Una subida de los tipos de interés disminuiría la renta disponible de las familias, y por tanto su consumo, el cual también descendería por el efecto riqueza.

La falta de flexibilidad del mercado laboral constituye un elemento desequilibrante de la oferta y demanda del factor trabajo, que se ve agravado por la intervención pública para fijar el salario mínimo ligado a la inflación, y por el proceso de negociación de los convenios colectivos a nivel de cúpula, que se trasladan después como mínimo a los convenios de empresas, sin tener en cuenta para nada la productividad.

Por otra parte, el alto coste del despido da lugar a un fraccionamiento del mercado entre trabajadores fijos y temporales. La reforma del mercado laboral podría hacer compatible un incremento de productividad con un ritmo elevado de generación de empleo.

El modelo de crecimiento implantado después del ingreso en la Unión Monetaria -política activa de corte keynesiano de aumento de la inversión sin afectar al déficit público de aumento del consumo de la familia- a través de rebajas en el IRPF, ha funcionado excelentemente. Pero no es sostenible en el tiempo, aunque no debe eliminarse lo que de bueno ha tenido para la generación de empleo, objetivo que aún debe ser prioritario.

Sin embargo, el crecimiento no puede basarse exclusivamente en la demanda interna, ya que estamos en un área abierta, la Unión Europea, sin barreras y fuertemente competitiva. Es necesario corregir el desequilibrio exterior a través de un aumento de la productividad, que haga más competitiva nuestra producción de bienes y de servicios.

La productividad pone de manifiesto la eficiencia en el uso de los factores de producción, tanto de capital humano como de capital tecnológico y de capital físico. A medida que esta eficiencia es mayor, los costes unitarios de producción serán menores, lo que da lugar a un aumento de la productividad y, por tanto, de la competitividad internacional.

Cambiar la mentalidad en cuanto a la importancia que debe atribuirse a la productividad, tanto en la actuación del sector empresarial como en la del sector público, no va a ser cosa fácil, esto no se consigue por decreto, sino por perseverancia y buen hacer. Y no olvidando que, sin estabilidad económica y presupuestaria, no se conseguirá aumentar la productividad.

El desequilibrio financiero en el sistema de pensiones públicas contributivas es un factor que, a medio plazo, va a provocar la no sostenibilidad de la política presupuestaria española. El desequilibrio del sistema de pensiones tiene su origen, por un lado, en la falta de equidad entre lo aportado (cotizaciones) y las pensiones recibidas, y por otro, en el envejecimiento de la población.

Según un estudio de la Comisión Europea, en España durante el periodo 2000-2050 el porcentaje de las pensiones en el PIB aumentará en ocho puntos, alcanzando el 17%.

Una reforma del sistema es urgente: recientemente la Comisión Europea se lo ha advertido al Gobierno español ¿a qué esperamos? Hay que poner en marcha urgentemente la Comisión del Pacto de Toledo.

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