_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La importancia de ser europeos

Dentro de dos semanas los españoles estamos convocados para refrendar el Tratado de la Constitución europea, que fue acordado por la Conferencia Intergubernamental en junio de 2004 y firmado por todos los jefes de Estado y de Gobierno en Roma en octubre del pasado año. Sin embargo, para que sea válido tiene que ser aprobado por los ciudadanos europeos, lo cual constituye una auténtica prueba de fuego. Ya ha sido ratificado por los Parlamentos de Lituania y por Hungría, pero España será el primer país que celebrará un referéndum para ello.

El refrendo por los ciudadanos se presenta como una cuestión difícil debido a la escasa percepción de lo europeo como propio para la vida diaria. Es evidente que depende de las posturas de los partidos políticos el que los ciudadanos se muestren a favor o en contra. En los países donde se ha optado por votación parlamentaria, la aprobación de la Constitución parece más fácil, ya que los partidos que dominan las cámaras en general se muestran a favor. En cambio, las posturas parecen más indecisas en los países que han optado por referéndum, con algunas excepciones donde la probabilidad de ratificación se considera elevada (entre las que se encuentra España).

Todo ello es indicativo de que la cuestión europea ha sido planteada sólo a nivel político y falta una explicación generalizada de por qué es positivo ser Europa. El hecho de que la ratificación tenga lugar en cada país en fechas muy distantes hace difícil que se pueda plantear un debate a nivel europeo que pueda trascender las fronteras nacionales. Esto lleva el peligro de reducir los debates a planteamientos nacionales y usarse como argumentos electorales en los países donde hay elecciones propias este año y el próximo. Sin embargo, 2005 debería ser el año de Europa y todos los países promocionar la importancia de ser europeos.

Los argumentos políticos se utilizan por las posiciones contrarias a la Constitución, y los técnicos, en su apoyo

Recientemente se ha publicado por el European Policy Institutes Network un estudio que analiza el estado de los debates y de las posiciones actuales sobre la Constitución europea en los diferentes países de la Unión (S. Kurpas; M. Incerti; J. Schönlau: What prospects for the European Constitutional Treaty?, WP número 12, enero 2005). En el mismo se analizan las posturas sobre la ratificación de la Constitución que parecen existir a priori en los países europeos y además se señalan los argumentos que se manejan para estar a favor o en contra.

Es reseñable que los argumentos políticos se utilizan por las posturas contrarias a la Constitución, mientras que los técnicos se usan más en su apoyo. Es evidente que explicar estos argumentos a los ciudadanos será difícil. Sin embargo, hay dos ampliamente utilizados en apoyo a la Constitución -la política común exterior y de seguridad y el mayor papel de Europa en la escena global- que sí podrían ser factores atractivos para todos.

No parece fácil que la Constitución sea ratificada en los 25 países de la Unión. Los países donde las posturas preliminares son más reticentes son República Checa, Polonia y Reino Unido. En Francia. Holanda, Dinamarca e Irlanda hay una oposición grande pero parece que la mayoría está a favor, aunque todo puede cambiar hasta el momento en que tengan que tomar la decisión.

Como la validez del Tratado Constitucional requiere que sea aprobado por todos, parece haber poco margen para el optimismo europeo. Si se produce su rechazo por cierto número de países, será prueba de que, por el momento, se ha llegado al máximo de integración política y social. Pero un rechazo por sólo unos pocos obligará a estos países a enfrentarse a la opción de abandonar la Unión, cuestión incluida por primera vez en los Tratados. El calendario de consulta es una clave estratégica. Es posible que los países contrarios deseen que el proyecto se rechace, pero por los demás, de forma que ellos no queden, de alguna forma retratados.

Contar con mayor horizonte temporal es fundamental para los euroescépticos al poder ir observando la aceptación por los demás. De hecho los tres países donde hay mas oposición a priori han fijado sus consultas ciudadanas en la primavera del 2006. En definitiva, podría resultar que la Constitución sirva para poner en claro quiénes apuestan por el proyecto europeo, dejando la puerta abierta para que puedan salir los que no lo desean.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_