_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Turquía en la Unión Europea?

No es un tema moderno, pero sí actual. Después de más de 40 años de la firma del Acuerdo de Asociación y Aduanero, y de más de 20 de la solicitud de entrada, tras muchas vicisitudes, de progresos y retrocesos, por fin parece cierta la posibilidad de que Turquía entre, de pleno derecho, en la UE.

El miércoles pasado, 15 de diciembre, el Parlamento Europeo aprobó una resolución (407 votos a favor 262 en contra y 29 abstenciones) que defiende el comienzo de las negociaciones con la perspectiva de la plena integración de Turquía. Y al día siguiente el Consejo Europeo consensuó que las negociaciones para la adhesión se inicien el día 3 de octubre del 2005. Aun así, y a pesar del consenso, no todos los países miembros tienen la misma disposición y son igualmente proclives a la adhesión. España, Italia y Reino Unido están claramente a favor, otros -Francia, Austria, y Dinamarca- se han mostrado contrarios, ofreciendo una vía alternativa la de la 'asociación privilegiada' pero no la plena integración.

Los tratados constitutivos y más tarde los criterios establecidos en el Consejo de Copenhague (1993), establecen una serie de condiciones para entrar a formar parte de la familia comunitaria. En primer lugar debe tratarse de un 'Estado Europeo', es decir debe conjugar elementos geográficos, históricos y culturales que lo identifiquen como tal; así las cosas, surge la pregunta ¿Turquía es Europa? La respuesta va más allá de que cumpla o no los requisitos legales y económicos para la integración. Porque si se acepta a Turquía ¿donde deben colocarse las fronteras de la UE? ¿Por qué no aceptar a Marruecos que ya lo ha solicitado, o Argelia? ¿O al Líbano o Israel? Los fundadores de la Europa actual, Schuman, Monnet, de Gasperi, Adenauer, Churchill, nunca pensaron en extender la integración más allá de las fronteras culturales. Y ni geográfica (Turquía no es sólo Estambul) ni histórica ni culturalmente Turquía es Europa.

En segundo lugar la solicitud de adhesión de un Estado es sólo aceptable en relación a aquellos que participan de un mismo ideal democrático y respetan los Derechos Humanos y el Estado de Derecho (además de otras consideraciones de tipo económico y social). Es cierto que Kemal Ataturk después de la Primera Guerra Mundial proclamó un Estado nacional a la europea, laico, en el que fue suprimida la máxima autoridad religiosa del Islam, el califato. Pero también lo es que en la Turquía del siglo XX el ejército ha sido el depositario de la herencia ideológica de Ataturk con un poder prácticamente omnímodo. El mantenimiento de esa situación ha significado la superposición de lo militar sobre lo civil, la conculcación sistemática de los derechos fundamentales, la supresión de la libertad, la justicia en entredicho, un régimen carcelario de extrema dureza y algo tan relevante como la acción duradera contra la extensa minoría kurda.

Los dos años y medio del mandato de Recep Tayyip Erdogan han significado notables cambios: reforma del Código Penal, recortes del poder del ejército, recuperación económica ¿Es suficiente? ¿Qué tiene Turquía que la hace tan interesante para Europa y para EE UU? El informe de la Comisión Europea lo dice claramente: Turquía, por su valor geoestratégico, es decisiva para la estabilidad en el Mediterráneo, Oriente Próximo, El Cáucaso y Asia Central.

Muchos opinan que hoy por hoy Turquía no está preparada para entrar en la UE, y la Unión tampoco está preparada ni institucional, ni financiera ni psicológicamente para aceptar un país superpoblado, muy atrasado, y de cultura musulmana (el 98% de la población) aunque sea constitucionalmente laico.

Aunque Erdogan haya sido recibido como un héroe, deberá reconocer a Chipre y aceptar largos periodos de transición para su acceso a los fondos y cláusulas permanentes de salvaguarda en aspectos como la libre circulación de personas. El camino, como ha comentado el propio Erdogan, será largo y difícil.

Los Estados miembros permanecen tranquilos porque la negociación durará de 10 a 15 años y no es lo mismo aceptar el inicio de negociaciones que la plena adhesión. En cualquier caso, aparece muy claro que la construcción europea empieza a semejarse muy poco a la que diseñaron los padres fundadores.

Archivado En

_
_