Las consecuencias económicas de Bush II
El presidente Bush obtuvo una solida victoria en las elecciones estadounidenses celebradas el martes. El primer periodo de una presidencia se centra en garantizarse la reelección, el segundo mandato se dedica a crear un legado histórico. Claramente, la amplia ventaja en el voto popular -derivado de la altísima participación de los cristianos evangelistas, favorecida por la inclusión de referendos sobre el matrimonio gay en muchos Estados- y el aumento de la mayoría en el Senado proporciona a esta Administración un mandato fuerte para tomar decisiones de envergadura.
En el plano económico, Bush ha anunciado que tiene dos objetivos: la reforma de la Seguridad Social y la reforma impositiva. Ambos son grandes proyectos que requerirán cierta medida de consenso, pero la ganancia de varios escaños en el Senado hace su puesta en práctica muy probable. En ambos casos suponen una deriva agresiva hacia la reducción del peso de la Administración pública en la economía, a través de la reducción de impuestos, de servicios públicos, y de participación publica en el sistema de previsión social.
La reforma de la Seguridad Social será seguramente el proyecto estrella. La idea es crear un pilar privado que permita a los trabajadores desviar hasta un 4% de su sueldo (unos 175.000 millones de dólares al año) a cuentas de ahorro privadas.
La reforma fiscal tendrá como objetivo prioritario hacer permanentes las rebajas impositivas de los últimos años, simplificar el sistema impositivo y ampliar la base, reformar la alternative minimum tax (un impuesto creado hace un par de décadas para impedir que los ricos evitaran pagar impuestos a base de deducciones, pero que no se ajusta por inflación y actualmente ha comenzado a afectar a la clase media). En ambos casos, el férreo control del gasto será la contrapartida para racionalizar las reformas
Teóricamente, ambas reformas son interesantes, y pueden resultar positivas para el mercado bursátil si aumentan la tasa de retorno después de impuestos de las inversiones bursátiles. Pero, en la práctica, supondrán un fuerte aumento del déficit durante las próximas décadas. Durante la campaña, ambos candidatos prometieron reducir el déficit a la mitad en cinco años. La elección del quinquenio no fue una casualidad: a partir del 2009, el perfil demográfico comienza a empeorar y el déficit comienza a aumentar de nuevo. Si a esto añadimos las medidas discutidas arriba, y consideramos que el gasto militar seguirá en aumento en vista de la dificilísima situación geopolítica, la conclusión es que el déficit actual del 5% puede ser el mínimo, y no el máximo, de la década.
Claramente, esta perspectiva no es la más idónea para un país donde la tasa de ahorro de las familias está al nivel más bajo de los últimos tiempos. En el plano geopolítico, los mercados claramente anticiparan la continuación de la política exterior agresiva en el Medio Oriente, con la atención ahora en la resolución del debate sobre la capacidad nuclear de Irán. La reacción de los mercados a la posible victoria de Bush ha sido clara: aumento de los tipos de interés a largo plazo, aumento de los precios del petróleo, y mercados bursátiles al alza.
El dólar es probablemente el mejor resumen del veredicto del mercado: ha caído contra todas las monedas, reflejo de la falta de confianza en la credibilidad y disciplina de la política económica de la segunda Administración Bush. La sostenibilidad del patrón de crecimiento de la economía de Estados Unidos se ha deteriorado fuertemente tras estas elecciones.