Bush logra otros cuatro años
EE UU ha dado al presidente George Bush el voto popular que le negó en 2000. John Kerry no reconoció su derrota hasta que tuvo claro que el recuento en Ohio no daría un vuelco al resultado
George W. Bush será presidente durante cuatro años más. La victoria del líder republicano se produjo oficialmente a las 11.00 de la mañana en la costa Este del país (5.00 de la tarde en España). Fue entonces cuando el candidato demócrata, John Kerry, le llamó por teléfono para felicitarle, aceptar su derrota y decirle que era el momento de unificar el país, algo en lo que el presidente estuvo de acuerdo.
Esa llamada ponía fin a una tensa espera durante la cual el Partido Demócrata esperó, infructuosamente, que los votos provisionales de Ohio le dieran los 20 votos electorales que conducirían a Kerry hasta la Casa Blanca. Al cierre de esta edición, y a falta de confirmar los resultados en Iowa y Nuevo México, Bush contaba con 274 votos (superando así la barrera crucial de los 270 necesarios para seguir en la presidencia) y Kerry se quedaba con 252.
Bush revalida así la presidencia y deja definitivamente atrás la sombra de su polémica elección en el año 2000, cuando el demócrata Al Gore se impuso en número de votos populares. En la votación del martes, el republicano logró una destacada ventaja de 3,5 millones de papeletas, confirmándose así la teoría de que en tiempo de guerra no se cambia de comandante en jefe.
Preocupado por la posibilidad de que Kerry forzase un largo recuento en Ohio, Bush barajó la posibilidad de autoproclamarse vencedor antes de que el demócrata reconociese su derrota. Pero, aconsejado por su equipo, optó finalmente por dar más tiempo a Kerry.
Conforme avanzaban las horas y mientras los demócratas hacían sus cálculos, en la Casa Blanca se respiraba ya un ambiente de euforia. Andrew Card, jefe del equipo de la presidencia, fue el encargado de hacerla patente a las 5.00 de la mañana, cuando apareció en público declarando que Bush había recibido más votos que ningún otro presidente en la historia e insistió en que los casi 140.000 votos de ventaja que tenía en Ohio no podrían ser superados por el voto provisional que aún quedaba por contabilizar.
Finalmente, el primero que compareció ante los ciudadanos fue el perdedor, y después lo hizo el presidente reelegido. George Bush se comprometió a trabajar por la unidad del país y a convertirlo en una nación cada vez más fuerte y unida ante las amenazas exteriores.
El presidente se dirigió directamente a los seguidores de Kerry declarando que 'para hacer esta nación más fuerte y mejor necesitaré vuestro apoyo, y trabajaré para ganarlo; haré lo que pueda para ganar vuestra confianza'. 'Cuando nos juntamos y trabajamos juntos no hay ningún límite a la grandeza de América', sentenció el presidente.
Pasadas las dos de la tarde (8.00 de la tarde en España) y sin poder contener la emoción, John Kerry se dirigió a los estadounidenses afirmando que el resultado de las elecciones debe ser 'el decidido por los ciudadanos, no por una larga batalla legal'. 'No podemos ganar esta elección', dijo. 'No habría abandonado esta batalla si hubiera habido posibilidades de que prevaleciéramos', dijo.
Proceso de cura del Partido Demócrata
Kerry había hablado una hora antes durante 15 minutos en el auditorio en el histórico Fanueill Hall de Boston, lleno de seguidores y amigos. La voz se le llegó a quebrar cuando agradeció a su equipo, a su familia y a John Edwards, su candidato a vicepresidente, el esfuerzo en la campaña. El candidato vuelve ahora a su escaño en el Senado, desde donde dijo que iba a luchar por los mismos principios que he estado defendiendo. Sus palabras fueron repetidamente cortadas por largos aplausos.
Kerry aseguró que en su conversación con el presidente habían hablado del peligro que encierra la división ideológica del país y la necesidad desesperada de encontrar una unidad y unos principios comunes par el país. 'Espero que hoy podamos empezar el proceso de cura', dijo el emocionado senador y derrotado candidato ayer.
El proceso de cura tiene que ser necesariamente intenso en su partido, que ha perdido las pocas ventajas que tenían tras las elecciones de 2000. La campaña de Kerry en las elecciones primarias estuvo basada en su elegibilidad como presidente y otros candidatos.
La victoria oficial de Bush, tras una de las campañas más agresivas, largas y caras de la historia, fue acogida con alivio por los republicanos, que temían un proceso de recuento de votos que se pareciera mínimamente al de 2000. En el partido de Bush había, además, una cierta ansiedad porque a cierre de urnas los primeros datos de intención de voto decantaban la presidencia del lado de Kerry. Cuando se empezaron a hacer los recuentos de votos electorales oficiales el mapa empezó a teñirse del rojo republicano. Para entonces se hacía evidente que la alta participación, unos siete millones de votos más que hace cuatro años, no iba a ser determinante para el Partido Demócrata.
El voto provisional de la discordia
136.221 votos de diferencia en Ohio dieron la presidencia de EE UU al candidato del partido republicano, George W. Bush. Bush conseguía el 51% de los votos y Kerry se quedaba con el 49%. Ni los porcentajes ni el número de votos de diferencia se movían apenas mientras avanzaba la noche y se iban cerrando los precintos electorales.Pasada la media noche, los comentaristas demócratas daban la batalla por perdida. Pero el partido de Kerry no. ¿Por qué? En la sede demócrata se esperaba que se registraran los suficientes 'votos provisionales' como para que se mantuviera la batalla por Ohio y por la presidencia. Estos votos son los depositados por los electores a pesar de que haya que confirmar a posteriori (11 días después de la elección) que tenían derecho a votar y que, por ello, su decisión cuenta.En las pasadas elecciones, el 90% de los votos provisionales fueron finalmente contabilizados y los demócratas esperaban que esta vez lo fueran también y, además, a su favor.Pero, conforme amanecía, las estimaciones indicaban que los votos provisionales no serían más de 150.000. Un número insuficiente para compesar los 136.221 votos de ventaja que llevaba Bush, a menos que, contra toda lógica, fuesen prácticamente todos para el candidato demócrata. Una cuenta que ni siquiera los más acérrimos defensores de Kerry podían defender.