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Columna
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El BCE, en la encrucijada

La autoridad monetaria europea no tiene tanta presión como la Reserva Federal de EE UU para endurecer su política monetaria. El autor señala que, mientras no se produzcan sorpresas negativas en la inflación, el BCE dispone de margen para mantener su estrategia ligeramente expansiva.

José Carlos Díez

Los bancos centrales estuvieron preocupados el pasado año por corregir niveles de inflación históricamente bajos, de hecho se especuló con la posibilidad de que EE UU entrase en una situación de deflación. En 2004, el fuerte crecimiento de la economía mundial, que según el FMI será del 5%, la mayor tasa de los últimos 30 años y el incremento de los precios del crudo han cambiado el escenario, y la mayoría de bancos centrales ya han comenzado su ciclo alcista de tipos oficiales. El primero de los países desarrollados fue Reino Unido, y en junio comenzó la Reserva Federal que ha subido sus tipos 25 puntos básicos en cada una de sus últimas tres reuniones y en la actualidad se sitúan en el 1,75%. La mayoría de economías emergentes también se han visto obligadas a subir sus tipos para contener las presiones inflacionistas.

Sin embargo, Japón y la Unión Económica y Monetaria (UEM) han decidido mantener invariados sus tipos hasta el momento. La economía nipona comienza a ver la luz al final del túnel, aunque su crecimiento se basa en las exportaciones, mientras en el ámbito doméstico la deflación continúa y el banco central mantiene su política de tipos cero para incentivar la inversión y el consumo interno. Exceptuando el caso atípico de Japón, la pregunta que se hacen los inversores internacionales es: ¿cuándo comenzará el BCE su ciclo alcista de tipos?

En la UEM el crecimiento económico ha mejorado en 2004 y se situó en el 2% en el segundo trimestre. Sin embargo, el 80% de este crecimiento se explica por la aportación del sector exterior, mientras la demanda interna sigue mostrando excesiva debilidad. La fortaleza de las exportaciones debería mejorar las expectativas de los empresarios europeos, favoreciendo un aumento de la inversión y de la creación de empleo, y esto último ayudaría a mejorar las expectativas de los consumidores, provocando un mayor nivel de consumo privado.

La fortaleza de las exportaciones debería mejorar las expectativas de los empresarios europeos y favorecer un aumento de la inversión y de la creación de empleo

La realidad nos indica que la confianza de los empresarios en los últimos meses no apunta a un aumento del optimismo, y el desempleo sigue aumentando en Francia y Alemania. En la economía germana, los precios de los activos inmobiliarios continúan cayendo y la construcción registra tasas de crecimiento negativas. Adicionalmente el Gobierno ha iniciado la reforma del Estado de bienestar y ha disminuido los compromisos por pensiones, desempleo y sanidad. Estas reformas mejorarán el potencial de crecimiento de la economía alemana a largo plazo, pero a corto plazo provocan incertidumbre en los ciudadanos sobre su renta futura y se ha producido un aumento del ahorro por precaución.

Esto hace que el horizonte de recuperación de la economía alemana, que supone un tercio del PIB de la UEM, se aleje considerablemente en el tiempo.

Este es el escenario macroeconómico al que se enfrentan los miembros del consejo de gobierno del BCE. No obstante, la autoridad monetaria siempre ha defendido su objetivo de estabilidad de precios, entendida esta como un nivel no muy por encima del 2% del IPCA.

Desde mayo de este año, la inflación ha superado este nivel y el propio banco ha reconocido que se mantendrá por encima del 2% hasta 2005, aunque esto no supone una amenaza para la estabilidad de precios a medio plazo. En septiembre la inflación, en la eurozona, se ha vuelto a moderar una décima y se ha situado en el 2,2%, nivel próximo al objetivo del banco central.

En función del escenario macroeconómico que hemos descrito, y de los actuales niveles del IPC, estimamos que el BCE mantendrá sus tipos en el 2% en su reunión de hoy jueves. Los tipos implícitos de mercado, nos indican que los inversores no apuestan por subidas hasta el primer trimestre de 2005. Nosotros coincidimos con esta visión, la inflación ha moderado en los dos últimos meses y está cerca del objetivo, además el BCE no fue tan agresivo en sus bajadas de tipos en los últimos años, por lo que, a pesar de no haber iniciado su ciclo alcista, los mantiene por encima de los de EE UU, por lo que en Europa no hemos tenido tanta presión para corregir unos niveles de tipos extraordinariamente bajos.

Mientras no se produzcan sorpresas negativas de inflación, el BCE tiene margen para mantener una política monetaria ligeramente expansiva como la actual, que favorezca la recuperación de la demanda interna en el área euro. Antes de final de año el IPCA comenzará a repuntar reflejando el impacto negativo de la subida de los precios del crudo, y el BCE se verá obligado a subir tipos, pero estas subidas serán muy graduales para evitar ahogar la recuperación de la débil demanda interna en el área. Por lo tanto, el horizonte de tipos oficiales en Europa se mantiene estable.

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