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CincoSentidos

Cuando el niño no come

El niño tierno y encantador que se convierte en un monstruo tenaz a la hora de la comida es un estereotipo clásico en muchas familias. De hecho, las estadísticas pediátricas demuestran que casi todos, entre los tres y los seis años, hemos experimentado episodios de rechazo a la comida. Horas eternas sentados en la mesa, bolos alimenticios mezclados con agua que se eternizan en la boca, platos que se retiran llenos y se vuelven a servir intactos en la siguiente comida son algunas de las recetas familiares para vencer la resistencia numantina que muchos niños muestran ante los alimentos.

Pero ha llegado la hora de la liberación. Los modernas corrientes pediátricas dicen que si un niño sano se niega a comer de vez en cuando lo mejor que se puede hacer es dejarle tranquilo. Ya comerá más tarde o incluso al día siguiente. Es, aseguran, la única vía eficaz para que aprenda a comer y deje de convertirse en una tortura para sí mismo y para sus padres. 'Un niño sano al que se le ofrece regularmente una comida adecuada no se alimenta mal aunque tome poca cantidad e incluso algún día casi no coma nada', explica el pediatra Alfonso Rodríguez Herrera desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (Aepap).

Así, frente a las regañinas, los castigos y la insistencia, los especialistas aconsejan mantener la calma y restar importancia al hecho de que el niño no coma. En el extremo opuesto, jamás debe premiársele cuando sí lo haga, a menos que se quiera crear un niño manipulador que utilice la comida como moneda de cambio para manejar a sus padres.

En ocasiones los pediatras afirman que la falta de apetito de los niños está más en la mente de los padres que en la realidad. 'Sorprende que la mayoría de los niños considerados por sus familiares como inapetentes estén bien nutridos y tengan la talla adecuada', explica el pediatra Julio Guerrero Vázquez desde la Asociación Española de Pediatría.

Guerrero Vázquez asegura que cuando a un niño se le permite escoger alimentos tiende a seleccionarlos con un buen balance calórico y nutricional. Al mismo tiempo, explica, en las familias son frecuentes los errores de concepto sobre la nutrición infantil basados en hábitos inadecuados y tradiciones familiares. 'Un factor que frecuentemente observamos en el entorno de los niños supuestamente inapetentes es que los padres tienen unas expectativas excesivas en cuanto al comportamiento de sus hijos y esperan de ellos más de lo que por su edad les pueden ofrecer', señala el pediatra. 'Un niño de un año es imposible que no lo manche todo si se le permite manejar alimentos, de la misma forma que uno de cuatro es muy probable que no pueda permanecer quieto y sentado a la mesa durante toda la comida'.

Pero, ¿cómo distinguir entre un comportamiento normal y la falta de apetito? Lo primero y más importante es dejar de pensar que uno sabe más que el pediatra. Si éste considera que el niño está sano y bien alimentado es que lo está. Además, algunos especialistas aconsejan a los padres preocupados apuntar en una libreta todo lo que come el niño a lo largo de la semana. Esto les permitirá valorar hasta qué punto es variada y suficiente su dieta, aunque la ingiera de forma algo irregular.

Cómo enseñarle a comer

Prepare un menú por escrito para toda la semana y sígalo sin variaciones. El pediatra Alfonso Rodríguez Herrera aconseja desde la Aepap este método para evitar ceder a la tentación de ajustar el menú a los gustos del niño. Si éste tiene más de dos años, la comida debe ser igual que la del resto de la familia.No le distraiga mientras come. Nada de televisión, juegos, cuentos o disfraces. Si la comida es una fiesta para él, la alargará lo que pueda.Respete su rutina. No le cambie de habitación para comer, los niños son metódicos; si se cambia su rutina se alteran.Déle un tiempo limitado para comer. El doctor Rodríguez Herrera considera que 30 minutos es un plazo suficiente para que un niño coma con tranquilidad. Colóquele frente a un reloj y déle la referencia del tiempo de que dispone para comer. Si necesita más se puede ser flexible.

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