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Tribuna
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Vuelven a sonar los tambores de fusión

En el horizonte del sector energético aparecen de nuevo planes de consolidación entre empresas. Gas Natural, Endesa y Aguas de Barcelona figuran en este caso como actores. El autor sostiene que es más que probable el inicio de una época de nuevas operaciones

Nuevamente aparece en el horizonte energético una operación de consolidación empresarial cuya posibilidad resulta difícil valorar al carecer de confirmación oficial a la CNMV y al haber sido negada públicamente por las empresas implicadas. En todo caso, el rumor de los supuestos planes de Gas Natural, Endesa y Aguas de Barcelona para llegar a una alianza estratégica, incluso a una fusión no hostil, vuelve a plantear el tema de la creación de un supergrupo energético nacional. Aunque este caso fuera tan sólo un globo sonda y las operaciones empresariales anunciadas estuvieran aún verdes, con mucho camino por recorrer, es más que probable que marque el inicio de un tiempo que terminará en solicitudes para la autorización de operaciones que afecten a estas o a otras empresas energéticas.

En este tiempo conviene despejar, como primera incógnita y ante un Gobierno que está todavía aterrizando, cuál pueda ser la reacción de las autoridades de regulación y competencia ante la solicitud de autorización. No debemos llamarnos a engaño. En los comentarios publicados estos últimos días se han defendido algunos tópicos que, en mi opinión, deberían deshacerse cuanto antes. En efecto:

Conviene abandonar el tópico de que los 'campeones nacionales' en tamaño son siempre preferibles en el sector energético

l El primer tópico que conviene abandonar es dar por supuesto que el tamaño de las empresas está relacionado con su eficiencia; que los campeones nacionales, identificados por su tamaño, son siempre preferibles en el sector energético a un tejido empresarial de unidades menores que compitan para sobrevivir. El tamaño, al menos en economía, no siempre es lo que importa para conseguir eficiencia. Algunas actividades del sector energético, como la comercialización y la generación, pueden funcionar mejor con unidades empresariales de dimensión relativamente pequeña que con grandes corporaciones. Esta menor dimensión les puede ayudar a situarse cerca del consumidor, a especializarse territorial y funcionalmente, a adquirir flexibilidad para adaptarse a cambios inesperados y a innovar con éxito en procedimientos y procesos de reducción de costes y de gestión de riesgos.

La defensa del tamaño por el tamaño debe dejar su sitio a un análisis de ventajas e inconvenientes, de costes y beneficios, de definición de mercados relevantes que permita encontrar las mejores soluciones en cada caso. Casi nunca existirán procesos cuya conclusión sea simplemente o si o no, o blanco o negro, o mayor o menor.

l También se ha visto escrito estos días que los Gobiernos del PP se oponían a cualquier operación de fusión o consolidación en el mundo de la energía. Incluso se ha denominado 'doctrina Rato' a esta teórica oposición de los Gobiernos anteriores a las fusiones empresariales. En realidad, creo que ninguna operación de las planteadas en años pasados recibió una negativa radical del Gobierno. Se respondió a todas ellas enunciando un conjunto de condiciones cuyo cumplimiento, por duro que pudiera parecer, hubiera permitido la operación. La única excepción fue la opa de Gas Natural sobre Iberdrola. En este último caso, la Comisión Nacional de la Energía (CNE) no fue capaz de identificar las condiciones que hubieran permitido su autorización, pero sabido es que a punto estuvo de encontrarlas. Además, en todos estos casos, creo que la oposición principal, explícita y radical, surgió más del entorno empresarial cercano a las empresas que iban a reestructurarse, que del propio Gobierno. Recordemos la oposición del BBVA a la fusión de Iberdrola y Endesa, y la de Repsol a la opa de Gas Natural sobre Iberdrola. Las condiciones de la autorización y la posición del mundo empresarial han sido en cada caso tan importantes o más que lo que ha venido en denominarse 'doctrina Rato'.

l Un tercer tópico es que el PSOE, a diferencia del PP, va a apoyar las operaciones de concentración empresarial y no va a poner pegas a los procesos de concentración. En mi opinión, está todavía por ver que esto vaya a ser efectivamente así.

Las declaraciones de Miguel Sebastián y del vicepresidente, Pedro Solbes, sobre las que se ha construido este tópico admiten también otras lecturas. Pueden interpretarse como que el Gobierno no quiere 'intervenir' en decisiones que pertenecen al ámbito empresarial, que el tamaño puede reforzar el poder económico de las empresas pero que, en todo caso, deben respetarse los intereses de la competencia y de los consumidores.

Combinar este conjunto de intereses, en ocasiones contradictorios, corresponde por Ley a los órganos de regulación y competencia del Gobierno. No me cabe ninguna duda que el actual Gobierno cumplirá esta obligación legal y terminará identificando las condiciones bajo las que se puedan autorizar los procesos que se planteen. Y estas condiciones, muy probablemente, parecerán excesivas y duras a las empresas implicadas, porque equilibrarán los intereses de colectivos sociales no representados en los órganos de decisión empresarial que inician el proceso de autorización.

En fin, estoy convencido de que la posición de los reguladores y del Gobierno ante los procesos de acuerdo o fusión, sean estos los que en estos días han ocupado la prensa u otros similares que puedan ir cuajando en el futuro, se materializará en unas condiciones bajo las cuales las alteraciones estructurales puedan deparar beneficios para el interés general. Esta posición es muy diferente a encender una luz roja o verde, sin matices, para aplaudir o paralizar la operación en su conjunto.

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