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Tribuna
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¿Otra crisis energética?

No, no se espanten, todavía no. ¿Pero? Quizá sí. Es posible una crisis energética similar a la vivida en la década de los setenta. Vamos por partes. El precio del petróleo sube y, lo que es peor, no para de subir. Los futuros sobre el petróleo nos sirven como indicador de que los precios del crudo van a seguir subiendo. A ello hay que añadir que los principales productores están funcionando al 98% de su capacidad.

Todo esto nos lleva a una primera conclusión: Arabia Saudí es en estos momentos el único que es capaz de bajar el precio del petróleo. ¿Por qué no lo hace?

Dos son los argumentos:

El primero, que los planes que tiene para expandir su capacidad de extraer y poner en el mercado más petróleo son para dentro de 18 meses, demasiado tiempo tendrán que aguantar las economías un precio elevado del petróleo.

Y el segundo argumento, Arabia Saudí se ha convertido en el principal objetivo del grupo terrorista Al Qaeda. Los terroristas saben muy bien que castigando a Arabia Saudí estarán causando una debacle económica a nivel mundial.

Arabia Saudí sabe que es objetivo prioritario de los terroristas, los teme, con razón, y se pensará con mucha cautela cualquier movimiento que vaya a hacer. Nuevamente esto supone mayor incertidumbre, que se traduce en más riesgo, que en términos financieros implica mayores precios.

Hemos visto la oferta, veamos el lado de la demanda. La economía norteamericana está acelerada, consume vorazmente petróleo; China está sobrecalentada y demanda cada día más petróleo y, finalmente, el otro gigante asiático, India, incrementa aceleradamente su demanda de petróleo.

Lección básica de economía: demanda superior a la oferta implica mayores precios. ¿Hasta dónde pueden llegar los precios del petróleo? Piensen que desde 1980 el precio de todos los bienes y servicios -se salvan los equipos informáticos- han subido, sin embargo, el precio del petróleo en la actualidad, en términos reales, se encuentra al mismo nivel que en 1980.

No es descabellado pensar que le ha llegado la hora al petróleo para recuperar todo lo que no ha incrementado sus precios en estos 24 años.

Esto supone, según los cálculos más optimistas, que nos encontremos con precios del petróleo hacia finales de 2004 rondando los 50 dólares por barril. No, no es una exageración.

Añadan a lo dicho arriba lo siguiente y empiecen a temblar. Los tipos de interés en EE UU subirán en junio un 0,5%, otro 0,5% en septiembre y finalmente 25 puntos básicos después de las elecciones norteamericanas de noviembre. A finales de 2004 los tipos de interés en EE UU estarán en torno al 2,25%-3% -Paul Krugman advierte que deberían estar al 4,3%-. ¿Implicaciones? Freno al crecimiento, pero no a la inflación, porque el precio del crudo presionará al alza. Segunda implicación, Brasil será incapaz de pagar su deuda; en la actualidad Brasil destina el 92% de los ingresos de sus exportaciones al pago de intereses de la monumental deuda de 250.000 millones de dólares.

Si Brasil declara la moratoria de la deuda, cosa muy probable con Luiz Inácio Lula da Silva al frente del Gobierno brasileño, se producirá un efecto dominó en toda la región latinoamericana. Y ello supondrá una drástica reducción de las exportaciones norteamericanas y también las de la zona euro.

El crecimiento mundial cambiará de dirección, se irá desacelerando y finalmente estaremos frente a crecimiento negativo.

Conclusión: precio del petróleo a finales de 2004 a 50 dólares, crecimiento negativo mundial, inflación por doquier; en definitiva, estanflación, la peor pesadilla para cualquier economista. Recuerden, éste es sólo un posible escenario, pero con elevada probabilidad de producirse.

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