_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las dos caras de la economía alemana

La economía alemana, como el dios Jano de la mitología romana, presenta dos caras muy diferenciadas: por un lado, dispone de una industria y de unos servicios modernos, tecnológicamente muy avanzados e internacionalmente competitivos. Por otro lado, se halla inmersa desde hace tiempo en una profunda crisis de crecimiento y de empleo, dentro del marco de unas políticas macroeconómicas del Gobierno alemán incapaces de plantear y de sacar adelante las verdaderas y urgentes reformas estructurales que la economía del país necesita, no retórica ni parches como las actuales.

La economía alemana, la primera de la Unión Europea, un tercio de su PIB, está ofreciendo desde hace años unos resultados muy pobres, y ya se la viene conociendo como 'la enferma de Europa' (¡qué lejos queda el famoso milagro alemán de la posguerra mundial!). Veamos unos cuantos ejemplos: crecimiento económico ligeramente negativo en 2003 (-0,1%); recuperación solamente muy suave en 2004 (0,25% para el primer trimestre); flojedad de la demanda interna (son las exportaciones las que tiran de la economía); déficit públicos crecientes (3,5% del PIB en 2002, 3,9% en 2003, consistentemente por encima del 3% permitido por el Pacto de Estabilidad de la UE); paro creciente que ya alcanza la gigantesca cifra de más de 4,5 millones de personas, a las que hay que añadir 1,5 millones más en paro encubierto al ser atendidas por los programas de la Agencia Federal de Ocupación; deslocalizaciones continuadas de industrias alemanas hacia países del este de Europa con salarios muy inferiores a los alemanes…

Hemos hablado de malos resultados, pero ¿cuáles son las causas de esta situación tan preocupante? Ningún experto duda de que los males de la economía alemana son claramente estructurales y de origen interno, centrados esencialmente alrededor de tres factores:

Los actuales males de la economía alemana son claramente estructurales y de origen interno

l El coste de la reunificación que todavía se sufraga (alrededor de 75.000 millones de euros anuales son transferidos del oeste al este de Alemania, la mayor operación de política regional jamás conocida en Europa).

l Un Estado del bienestar en bancarrota (ciertamente muy ambicioso, que tiene sus orígenes en Bismark y cuya filosofía ha consistido en tratar de cubrir siempre las necesidades de los ciudadanos 'desde la cuna hasta la sepultura').

l Una cierta parálisis política por el enfrentamiento entre una Cámara alta dominada por cristiano-demócratas y liberales y una Cámara baja controlada por socialistas, con todos los frenos adicionales impuestos por una constitución de tipo federalista.

Las perspectivas de superación de la crisis actual son sombrías, ya que las reformas estructurales necesarias (reforma del Estado de bienestar, del mercado laboral, del sistema fiscal, etcétera) no parece que vayan a llegar fácilmente, sobre todo si se tiene en cuenta, por un lado, que el ala izquierda del partido en el poder (el SPD del canciller Gerhard Schröder) y los sindicatos no las aceptan, y, por otro lado, que muchos alemanes no están preparados para aceptar recortes drásticos en el Estado del bienestar.

A todo ello hay que añadir un liderazgo político débil, incapaz por el momento del coraje necesario para explicar al pueblo la imperiosa necesidad de un golpe de timón. Conclusión: la economía alemana seguirá muy posiblemente siendo en el futuro inmediato una economía con elevadas cargas tributarias y sociales, con un Estado de tamaño desmesurado, con unos costes laborales muy altos (los más altos de Europa, que solamente podrían justificar aumentos muy importantes de la productividad), con fuertes desequilibrios presupuestarios. Una economía de bajo crecimiento y alto paro, ofreciendo por tanto al espectador sorprendido (estaba acostumbrado a otras cosas muy diferentes cuando se trataba de analizar la economía alemana en años pasados) sus dos caras enfrentadas y contradictorias. Todo ello hasta que llegue el momento de las reformas estructurales de verdad.

Archivado En

_
_