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Tribuna
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¿Temores justificados?

El aumento del precio del petróleo y las perspectivas de subida de los tipos de interés en EE UU, unidos a las tensiones globales, están convulsionando los mercados internacionales. El autor analiza estos problemas, pero le resta dramatismo a la situación

Las recientes convulsiones en los mercados mundiales están motivadas principalmente por el temor de los inversores a las tensiones globales, el aumento del precio del petróleo y la posible subida de los intereses en EE UU. Consecuentemente, los inversores están huyendo de inversiones con riesgo y refugiándose en activos seguros, como el oro, que ha alcanzado máximos de 379 dólares. El Ibex ha marcado descensos y ronda nuevos mínimos del año. Esta huida está teniendo un impacto particularmente negativo en los mercados emergentes (en Latinoamérica las principales monedas han visto caer su cotización un 6,3% frente al dólar el pasado mes).

El precio del petróleo ha llegado a superar los 40 dólares el barril. A diferencia de otros periodos anteriores, estas subidas están siendo causadas no tanto por problemas de oferta, sino por un aumento importante de la demanda motivado, en parte, por el fuerte crecimiento económico de China y de otros países asiáticos (un 6,8% este año). De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, la demanda de crudo aumentará esta año en 1,95 millones de barriles diarios, hasta 80,6 millones, el mayor ritmo de crecimiento desde 1988.

La amenaza real para la recuperación económica sigue siendo el diferencial de crecimiento entre Europa y otros países de la OCDE

Al mismo tiempo, las incertidumbres sobre la seguridad global, incluyendo los recientes atentados en Arabia Saudí y Turquía, así como la inestabilidad en Venezuela y Nigeria, también están teniendo un impacto en los precios. Irak se ha convertido en un importante factor desestabilizador, resultado de una ocupación militar que carece de una estrategia política clara y definida. Los analistas estiman que la crisis del Oriente Próximo ha añadido una prima de riesgo de unos 4-8 dólares por barril.

Sin embargo, hay que poner en perspectiva los efectos de estos precios. En primer lugar, si ajustamos el precio del petróleo a la inflación, el precio actual no es mucho más alto que el de las dos últimas décadas. En segundo lugar, la depreciación del dólar también está ayudando a mitigar las subidas de precios del petróleo en euros. Además, las economías occidentales son mucho más eficientes energéticamente que en décadas anteriores, y algunos países como Francia y Alemania han reducido el consumo.

Por último, las presiones inflacionistas son menores que en décadas anteriores, lo cual da un margen de maniobra mayor a los bancos centrales a la hora de subir los intereses. El FMI y la OCDE han estimado que un aumento del precio de 10 dólares sostenido durante un año sólo tendrá un efecto de reducir un 0,5% del crecimiento PIB mundial (estimado en un 4,6% para esta año).

El segundo factor de preocupación es el temor a las subidas de los tipos de interés en EE UU. La recuperación de la economía estadounidense, confirmada por la creación de 625.000 empleos los dos últimos meses, el aumento de la inflación, y el crecimiento de la economía en un 4% en el primer trimestre del año, ha llevado a la Reserva Federal a modificar su posición y a los mercados a esperar una subida de los tipos, posiblemente empezando el próximo mes de junio o en agosto a más tardar.

Hay paralelismos con la situación de 1994 cuando la Reserva Federal, temerosa de que el crecimiento económico desembocara en presiones inflacionistas a medio plazo, lanzó un ataque preventivo subiendo los intereses del 3% al 6%. Sin embargo, también hay importantes diferencias. En primer lugar, en la actualidad los intereses están al 1%, el nivel más bajo de los últimos 45 años. Además, las presiones inflacionistas son mucho menores que en 1994: pese a que los precios de las mercancías han subido, el desempleo (de un 5,6%) está contribuyendo a mantener la moderación salarial, lo cual permite a las empresas no tener que subir precios.

La integración económica global y la intensificación de la competencia también hacen más difícil a las empresas subir sus precios y al mismo tiempo les permite reducir costes a través del outsourcing. Por último, los datos positivos sobre la productividad también tranquilizan a la Reserva Federal. Por todo ello, lo más probable es que los intereses suban progresivamente y de forma moderada (el mercado ya ha descontado 100 puntos básicos de aquí a fin de año y otros 150 en 2005), lo cual limitará el impacto de las subidas sobre los sectores más sensibles, como el mercado de la vivienda y las Bolsas.

Hay que señalar también que se está produciendo una obsesión con los intereses que carece de soporte empírico. Un nuevo estudio del BCE señala que en Europa un aumento de un cuarto de punto puede reducir el consumo como máximo una décima de un 1%, y la inversión de las empresas un 1% en tres años. Hay pocos proyectos que son rentables si los intereses están a un 1% y dejan de serlo si están a un 1,5%.

La amenaza real para la recuperación económica sigue siendo el diferencial de crecimiento entre Europa y otros países de la OCDE. Hay que dejar de lado los temores exagerados y concentrarse en desarrollar las políticas que potenciarán el crecimiento de nuestras economías.

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