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Deuda privada

Los inversores buscan refugio fuera de la Bolsa

Reina la confusión en el panorama inversor. Tiempos de inestabilidad en los que, al contrario de lo que ocurrió en 2003, el ahorrador observa con decepción cómo la mayoría de los activos financieros pierde brillo.

Reina la confusión en el panorama inversor. Tiempos de inestabilidad en los que, al contrario de lo que ocurrió en 2003, el ahorrador observa con decepción cómo la mayoría de los activos financieros pierde brillo. La enorme volatilidad de la Bolsa y los temores por la escalada del precio del petróleo conviven con un ambiente más negativo en la renta fija y el mercado parece no tener claras las referencias a las que aferrarse para decidir su rumbo, con la perspectiva de un nuevo escenario de tipos al alza. En este contexto, los inversores que quieren preservar sus ahorros de los vaivenes de la Bolsa, pero aspiran a obtener mayor rentabilidad de la que ofrecen los depósitos tradicionales, buscan productos alternativos donde colocar su dinero.

Hay donde elegir. El abanico de productos financieros de renta fija, con distintas características de rentabilidad y riesgos, es amplio. Conviene, no obstante, tener muy claros los objetivos personales en cuanto a plazos y riesgos que se está dispuesto a asumir y tener en cuenta otros parámetros, como los fiscales, antes de decidirse.

Además, hay que asumir que el panorama económico y monetario no es tan idóneo para este tipo de activos como lo fue el año pasado, y con las nuevas perspectivas de tipos, los bonos han perdido buena parte de su atractivo, lo que ha llevado a muchas gestoras a infraponderarlos en sus carteras.

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El inversor tiene que tener claro que también puede tener pérdidas con la renta fija

Aun así, hay bonos corporativos y productos relativamente poco conocidos para el inversor particular que pueden ser apetecibles y empiezan a llegar al minorista. 'Aunque hay una correlación elevada entre la deuda pública y la deuda privada, la renta fija privada no se mueven tanto por los tipos de interés', según Fernando Hernández, de Inversis. De hecho, algunos analistas piensan que incluso el mercado de deuda pública se ha excedido al descontar subidas del precio del dinero y que algunas gestoras han exagerado al infraponderar la renta fija en sus carteras.

'En un escenario de crecimiento económico sostenido, lo más normal es que se produzcan salidas hacia la renta variable y el inversor que mantenga parte de su cartera en emisiones de renta fija privada lo haga, bien para aprovechar el alza de tipos con bonos de cupón flotante, bien para diversificar y aminorar la volatilidad de su cartera o para cubrir eventuales necesidades de liquidez', explica María Teresa Gimeno, del departamento de tesorería de Banif. 'Como gestores de carteras, nuestra posición hasta ahora ha sido la de infraponderar. Ahora estamos neutrales y algo sobreponderados buscando valor en el bono con plazo hasta dos años', explica Arlo Carrió, de Sabadell Banca Privada.

'Nuestra estrategia sigue siendo estar infraponderados en renta fija. Como mucho apostaríamos por los bonos a corto plazo (máximo dos años)', señala Marta Raga, gestora de BNP Paribas.

Pero al margen de los parámetros que manejan fondos de inversión y profesionales de la gestión de carteras, cuando un inversor acude a la renta fija lo que busca es seguridad en sus inversiones. Precisamente lo que le diferencia del que compra acciones es que en caso de quiebra de la sociedad emisora, el bonista es acreedor y está en el primer lugar para resarcirse, mientras que el accionista liga su suerte a la de la empresa y está en el último lugar de la lista a la hora de verse compensado. Eso sí, si las cosas van bien, el accionista obtiene dividendos y ve revalorizarse el precio de sus acciones.

Como es más arriesgado invertir en acciones que en bonos parece lógico pensar que cuando la economía marcha bien el rendimiento que se obtiene en Bolsa sea superior al de la renta fija. Eso explica que la mejora de los datos de empleo en Estados Unidos provocara la semana pasada el desplome del precio de los bonos a 10 años, siendo estos títulos, como son, termómetro de la temperatura de las economías. Que Estados Unidos confirmara el vigor de la recuperación dio argumentos sobrados al mercado para pensar en una reacción más rápida de la Reserva Federal.

Lo primero que el inversor ha de tener presente es que la renta fija sólo es fija a vencimiento. Eso quiere decir que sólo se garantiza que no tendrá pérdidas si mantiene el activo hasta su vencimiento. Si lo vende antes en el mercado secundario puede perder dinero, ya que es vulnerable al comportamiento de los tipos. Lógicamente, si los tipos de interés de las nuevas emisiones aumentan, las ya existentes resultan comparativamente menos atractivas, con lo que los precios bajan. El bono caerá más de precio ante una subida de tipos cuanto más largo sea su vencimiento.

Es la razón por la cual muchas gestoras apuestan en la actualidad por los productos más a corto plazo. Pero todo depende del riesgo que se quiera asumir. 'Si es muy poco o nulo riesgo, la mejor opción son los pagarés de empresa de primera categoría. Si es un poco más nos decantaríamos por deuda subordinada de bancos con alta calificación crediticia. Un inversor más agresivo podría acudir a emisores que tuvieran baja calificación crediticia pero con potencial, que cotizan con diferencial y que se verán beneficiadas en su negocio si continúa la mejora del ciclo', señala María Teresa Gimeno.

En cualquier caso, la gama de activos es amplia y 'el mercado de renta fija privada ha alcanzado un grado de madurez y transparencia mayor que ofrece a emisores e inversores un terreno amplísimo de juego donde moverse', comentan fuentes del mercado. Así, ofrece respuestas en muchos plazos y riesgos, desde menos de una semana hasta emisiones perpetuas, con activos más clásicos como bonos y obligaciones, o pagarés de empresas, a más sofisticados con garantías, como las cédulas hipotecarias o los activos titulizados, y otros como la deuda subordinada o las participaciones preferentes, que empiezan a ganar en transparencia en su comercialización. Existen bonos con interés variable, con opciones de amortización anticipada u otras características especiales que permiten a emisores y ahorradores encontrarse en condiciones mutuamente ventajosas. Conviene conocer sus particularidades y las características de los emisores para encontrar la alternativa de inversión adecuada. Pero también estar muy atentos a la fiscalidad, muchas veces la principal cortapisa a la penetración de estos productos en el mercado minorista.

Más fluidez en el mercado con emisiones a tres días

Es el producto de renta fija por excelencia para quien quiere operar en el cortísimo plazo. Hasta la fecha existen vencimientos entre 7 días y 25 meses y los plazos más frecuentes son de 1, 3, 6 y 18 meses. El objetivo de AIAF de que el mercado de pagarés tenga mayores posibilidades operativas en plazos más cortos ha dado sus frutos y 'este año será posible reducir el plazo mínimo para la emisión de pagarés de siete a tres días, una novedad que permitirá dotarlo de mayor fluidez y atractivo', según Gonzalo Gómez Retuerto, director de Desarrollo de Negocio de AIAF.La reducción del plazo se conseguirá con una agilización de los procedimientos y un software específico pensado para facilitar el proceso burocrático y generar automáticamente los documentos necesarios para la emisión. Eso hará que este mercado gane en fluidez y atractivo, con lo que 'se espera que aumente el número de emisores'.Gómez Retuerto considera que el crecimiento es previsible, además, gracias al desarrollo que está teniendo como instrumento para la colocación de los excedentes de tesorería de las empresas.Como son tan a corto plazo, los pagarés de empresa permiten beneficiarse de la subida de los tipos y arañar alguna rentabilidad a las letras del tesoro, además de gozar de buena calificación financiera.El impulso de los pagarés se produjo a partir de 1999, cuando un cambio en la fiscalidad los equiparó con el tratamiento que se concede a las letras del Tesoro. No obstante, esta equiparación fiscal se limitó para los inversores institucionales. El caso de los particulares es distinto. Así, mientras no tienen retención a la hora de comprar una letra del Tesoro, sí la sufren a la hora de comprar un pagaré, lo que complica el acceso a los minoristas.Fuentes de AIAF confían en que antes o después se corrijan estas cortapisas fiscales y los pagarés lleguen a los particulares. El año pasado fue un producto de éxito, con un salto en el número de emisores de 47 a 58, además cada vez más diversificados, ya que los siete primeros emisores sólo concentran en torno al 60% del volumen de emisión. El origen de los pagarés se remonta a principios de los 80, cuando empresas como Renfe o Enher realizan las primeras emisiones. Son valores cupón cero (los intereses se abonan al vencimiento junto con el principal) emitidos a descuento, por lo que su rentabilidad se obtiene por la diferencia entre el precio de compra y el valor nominal del pagaré que se recibe en la fecha de amortización.

Emisiones más transparentes

Las participaciones preferentes no pueden considerarse un producto de renta fija tradicional. Conceden a sus titulares una remuneración predeterminada (fija o variable) no acumulativa y condicionada a la obtención de suficientes beneficios distribuibles por parte de la sociedad garante.Las participaciones son perpetuas, aunque el emisor puede acordar la amortización una vez transcurridos al menos cinco años desde su desembolso. Ha sido hasta ahora un instrumento bastante opaco en su comercialización. Un cambio legislativo hará posible su emisión a través de un vehículo residente en España y no hará falta que se emitan desde paraísos fiscales para beneficiarse fiscalmente.Aunque ganan en transparencia, la posibilidad que se dio a las cajas de emitir cuotas participativas supondrá cierta ralentización de este mercado. En los últimos años, participaciones preferentes y deuda subordinada han sido instrumentos clave en la financiación de las entidades de crédito.

Fórmula estrella pendiente de que llegue al particular

Los bonos titulizados, activos de medio y largo plazo, se están convirtiendo en uno de los productos estrella de la renta fija privada. Pero, por el momento, son coto reservado para inversores institucionales, que están devorando las emisiones que se realizan (con calificación triple A) sin dejar papel para los particulares. Los expertos, no obstante, creen que esta fórmula, algo sofisticada todavía para el mercado minorista, se irá abriendo poco a poco a los ahorradores particulares. Ese será su despegue definitivo y se abrirán múltiples posibilidades, ya que cualquier activo que genere un flujo de caja que, de alguna manera pueda ser cuantificable, es susceptible de ser titulizado.La fortaleza de la demanda de crédito en España está detrás del éxito de las titulizaciones, ya que bancos y, sobre todo cajas, han recurrido a esta fórmula masivamente para conseguir financiación y tener recursos suficientes para poder responder a esa demanda de crédito. La titulización consiste en la conversión de una serie de flujos de caja, originados por un activo, en títulos o valores negociables en los mercados de capitales.En el proceso de titulización es muy importante la calidad crediticia de los activos titulizados. La fórmula es interesante para quienes buscan seguridad ya que son activos con colateral (garantías). Los valores emitidos están respaldados por los activos titulizados y no por la solvencia del cedente. La entidad que desee financiarse puede vender los activos a un fondo de titulización, administrado por una sociedad gestora. A su vez, este fondo emite valores respaldados por los activos adquiridos. En España, generalmente son activos hipotecarios.En sólo cinco años, las emisiones se han multiplicado por seis, de 6.261 millones de euros de 1998 a 36.422 millones en 2003, y el mercado español es ya el segundo en importancia de Europa, por detrás del alemán. El saldo vivo global en abril de 2004 ascendía ya a 79.373,9 millones de euros.También son activos con colateral las cédulas hipotecarias, emitidas exclusivamente por entidades financieras. Suelen ser emisiones a medio plazo y tienen distintas modalidades en cuanto al tipo de interés y condiciones de amortización. Presentan características similares al resto de las emisiones a medio y largo plazo: pueden tener interés explícito o implícito, emitirse mediante subasta o de manera puntual, con amortización única o adelantada. Su rasgo diferencial viene determinado por las garantías que poseen respecto al pago de intereses y amortización. Las cédulas hipotecarias están garantizadas por la totalidad de los préstamos también hipotecarios que sus emisores tienen concedidos. Las entidades emisoras suelen dar liquidez a estos valores, es decir, dan contrapartida de compra o venta a los inversores, siempre que el volumen de valores que tengan en su cartera no supere el límite legal del 5% del total emitido.

Diferenciales poco atractivos

A la hora de invertir en bonos y obligaciones de empresa hay que tener en cuenta varios factores, ya que cada emisión es diferente. El momento en el que se emite la deuda, las necesidades de financiación de la empresa, la situación de los tipos de interés, el plazo de vencimiento, el cupón (si es fijo o variable) y el riesgo crediticio de la compañía inciden en la rentabilidad de los bonos.Ante las perspectivas de alzas de tipos, los expertos no son muy optimistas con estas emisiones y recomiendan ser muy selectivos. 'Nos inclinamos por los plazos más cortos, como muchos hasta dos años', explica Arlo Carrió, de Sabadell Banca Privada. 'La cartera debería incluir emisiones de compañías con potencial de recorrido al alza de forma que el inversor tuviera dos opciones para aprovecharse de la subida, a través del cupón flotante (si suben los tipos le beneficia) y mediante el estrechamiento del diferencial del bono con el precio del dinero', sostiene María Teresa Gimeno, de Banif. 'Si el spread se reduce el inversor vende su bono y gana un diferencial a su favor', añade.Automoción y consumo, que han sido los más afectados por las previsiones de alzas de tipos, son, según Marta Raga, de BNP Paribas, los más atractivos. 'Las emisiones de telecos también pueden ser interesantes, pero ya está descontado en precio', señala Carrió. No obstante, los analistas señalan que el escaso diferencial que tienen estas emisiones respecto a las de deuda pública con mismo plazo aún no son lo bastante atractivas como para que compense el trasvase. 'Pasar del 2,6% en un bono del Gobierno al 2,9% de uno corporativo no interesa', explica Carrió.Otra cosa son los bonos high yield o de alta rentabilidad, que ofrecen un mayor interés aunque también más riesgo. Estos bonos, que emiten empresas de dudosa solvencia, se convirtieron en uno de los productos estrella de 2003 al arrojar ganancias del 28%.

La novedad de las cédulas territoriales

Una de las novedades entre los activos y productos que se pueden listar y negociar en el mercado AIAF son las cédulas territoriales, una nueva figura creada por la Ley Financiera. Similares en sus características a las cédulas hipotecarias, permiten a las entidades financieras movilizar parte de su cartera de créditos con las administraciones públicas.En su primera año de vida ha habido sólo dos emisiones de estas cédulas por un importe total de 3.500 millones de euros, y se produjo una negociación próxima a los 4.000 millones de euros, según los datos de AIAF referentes al año 2003.

Iniciativas en marcha en el ámbito europeo

El mercado de pagarés de empresa está en pleno proceso de desarrollo. Existe incluso una iniciativa europea promovida por la antigua asociación de tesoreros de divisas Aciforex que pretende analizar y remover los obstáculos para el desarrollo de esta fórmula a nivel europeo.Como parte de esta iniciativa se realizaron encuestas para ver cuáles eran los principales obstáculos al desarrollo de estos activos financieros.De los resultados de las encuestas salieron unas recomendaciones, entre las que figuran la necesidad de mejorar aspectos operativos, con la agilización de plazos de emisión, la recomendación de estandarizar a nivel europeo la documentación que debe aportar el emisor y la necesidad de mejorar otros aspectos de la información pública.

qué debe saber si quiere comprar

l Confirme el tipo de interés que recibirá, si es variable cómo se calcula y qué periodicidad tienen los pagos (afectan a la rentabilidad). En caso de ser variable, sepa cuál es la referencia y el diferencial que sobre ésta se aplica.l Confirme fecha y condiciones de amortización. No es lo mismo comprometer su dinero a tres, cinco o diez años. Si no desea tener riesgo de precio, ajuste los plazos a su horizonte temporal.l Tenga en cuenta las previsiones sobre la evolución de los tipos. Si opera en el mercado secundario y éstos suben, su rentabilidad bajará y puede tener pérdidas si vende.l Confirme el precio de emisión y el de reembolso. Habitualmente ambos precios coinciden con el valor nominal, aunque podrían ser distintos según las condiciones de emisión. En productos referenciados al rendimiento de índices o cestas, el precio de reembolso puede ser inferior al nominal del valor y la evolución desfavorable en dichas referencias podría ocasionarle pérdidas.

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