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Tribuna
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Revisión de políticas

Un cambio de Gobierno es siempre un buen motivo de revisión de la política general del país, y, entre ésta, la de promoción de la sociedad de la información (SI). Ya hemos opinado en estas mismas páginas sobre algunas carencias y faltas de sintonía de esta política, ahora queremos aportar algunas ideas para dicha revisión.

La Unión Europea (UE) ha optado por unas líneas de actuación, pero sin el suficiente análisis previo que permitiera definir objetivos, como conseguirlos, y si es necesario actuar en más dimensiones. El peso de esas actuaciones se ha centrado en la creación de un marco legal -directivas de comercio electrónico, de privacidad, firma electrónica-, en el estímulo de la oferta tecnológica -accesos de banda ancha, puntos de acceso público a internet, ordenadores personales en las escuelas, tarjetas sanitarias- y en el carácter ejemplificador de la Administración electrónica.

Pero no se ha actuado complementariamente en la estimulación de la demanda; en la creación de aplicaciones y contenidos útiles para el ciudadano y las empresas; en la estandarización; en la interoperabilidad de sistemas y servicios; en la culturización empresarial y ciudadana sobre el uso de las tecnologías de información y comunicación (TIC); en garantizar la privacidad y la seguridad de la información también judicialmente; en el estudio de los efectos de las actuaciones sobre la eficiencia y la productividad, la calidad del trabajo y de vida de ciudadanos y empresas, y en las formas de organización y gestión empresariales que requerirá el nuevo modelo social; etcétera.

El camino hacia la sociedad de la información está dirigido por la demanda, pero debería estarlo por la oferta

Mientras que la gran mayoría de las actuaciones de la UE se centran en el sector público -e-Administración, e-enseñanza, e-sanidad-, en EE UU las actuaciones parecen ser menos políticas y más normativas, de creación de un entorno favorable a la iniciativa privada. Por ello, no es de extrañar que las actuaciones comunitarias sobre la sociedad de la información no se traduzcan en los mismos aumentos de productividad, creación de empleo y multiplicación de la actividad que allí.

España ha seguido el modelo de la UE, y por tanto las carencias mostradas están presentes en sus actuaciones políticas. Ya hemos expresado nuestra opinión de que el camino hacía la SI está dirigido por la demanda y no por la oferta. Cuando se trabaja con un modelo de oferta surgen importantes contradicciones, consecuencia de los intereses lícitos de las empresas por extender sus mercados sin importarles tanto la promoción del cambio social propio de la SI.

Como ejemplos de estas contradicciones cabe mencionar la oposición a la promoción del software libre, que podría abaratar los equipamientos, estimular la innovación y crear empleo. La dotación de equipos de usuario (PC) sin desarrollar modelos para su uso eficiente, como preparación y tutoría de los docentes, promoción de contenidos de calidad y desarrollo de nuevas formas de aprendizaje. La promoción de accesos de banda ancha sin estimular el desarrollo de servicios y contenidos atractivos y sin crear un marco legal de protección y negociación de sus derechos. Parece existir un mayor interés por que se pague por todo más que por sembrar para que aparezcan las oportunidades empresariales que la SI debería traer. Hasta los problemas de seguridad pueden ser objeto de negocio, por lo que es mejor no solucionarlos en origen. Por ejemplo, se habla de promover redes más seguras, pero se traslada el problema al usuario de autoblindar sus comunicaciones; se quiere combatir el spam, pero se pasa al usuario la responsabilidad de autofiltrarlo; no se normaliza la lucha contra virus y gusanos en las redes de acceso y transporte, aumentando la fragilidad y el coste de protección para los usuarios.

Todo lo anterior muestra la necesidad de extender las actuaciones pensando en la creación de valor para el usuario, y así, de nuevas demandas de productos, de nuevas formas de uso, y de nuevos modos de interacción social en función de la información y el conocimiento, todo soportado en una mejor comprensión de cómo se podrían integrar en su actividad diaria. Se debería actuar proactivamente en promover una nueva cultura de seguridad, confianza, participación y colaboración. Y se debería ponderar el beneficio social a futuro de cualquier actuación frente al económico actual.

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