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Columna
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Deuda familiar

El grado de endeudamiento de las familias europeas y norteamericanas, medido por la relación entre deuda y renta disponible, ha crecido en los últimos años de manera notable. En el caso de Europa destacan sobre todo España y Holanda. Las hipotecas representan aproximadamente dos tercios del total de los préstamos concedidos por los bancos a las familias europeas. El impacto que una subida de los tipos de interés pueda tener sobre la capacidad de las familias de pagar sus deudas hipotecarias dependerá de los términos en que estén redactados sus contratos, particularmente de que el tipo de interés de sus préstamos sea fijo o variable.

En Alemania y Francia, al igual que EE UU, son más corrientes los tipos fijos y en consecuencia sus ciudadanos se encuentran más a cubiertos de los efectos negativos que sobre sus presupuestos familiares pueda tener una subida de tipos. Tener un tipo fijo es equivalente a disfrutar de una doble opción: a devolver el préstamo si los tipos bajan y a beneficiarse de pagar unos tipos inferiores a los del mercado si estos suben. Como nada es gratis en el mundo financiero, tener esa doble opción cuesta dinero. Algunos han cifrado ese coste entre 0,5% y 1,2% anual del saldo del préstamo.

En España, que es uno de los países donde el endeudamiento familiar ha aumentado más rápidamente, ha sido debido sobre todo al aumento de los precios de las viviendas, y es el caso que la adquisición de vivienda se ha financiado mayoritariamente mediante hipotecas con tipo de corto plazo variable. Con ello las familias han puesto sobre sus espaldas un pesado riesgo de tipo de interés, mientras que las entidades financieras han visto crecer su riesgo de contraparte en la misma medida en que crece la incertidumbre sobre el hecho de que los precios futuros de las viviendas alcancen la misma magnitud que los prestamos cuya devolución garantizan.

Si los tipos de interés suben, es más que probable que aumente el desempleo y que caiga el precio de la vivienda

Para las familias, financiar la vivienda con préstamos a tipo variable supone aceptar un descalce o desacoplamiento entre los compromisos adquiridos y aquello con lo que se dispone para hacerle frente. Las familias descansan básicamente en tres activos con los que hacer frente a su deuda: el valor actual de sus salarios futuros, la vivienda que ha comprado con el préstamo y los ahorros de que disponga. El préstamo tiene un valor capital cierto y un coste en intereses variable. El valor actual de sus salarios es totalmente incierto y su volatilidad es tanto mayor cuanto mayor sea la inseguridad en el empleo. El valor futuro de la vivienda es igualmente incierto. Pero lo que es peor es que si los tipos de interés suben, es más que probable que aumente el desempleo y que empeoren los precios de las viviendas. Por lo que al ahorro se refiere, debe tenerse en cuenta que la renta disponible ha crecido en los últimos 10 años en torno al 6% mientras que el endeudamiento familiar lo ha hecho por encima del 12%.

Las cifras de la contabilidad nacional pueden verse de otra manera, el aumento del endeudamiento, consecuencia en gran medida del incremento del precio de la vivienda y de un crédito al consumo bastante dinámico, ha provocado un descenso del ahorro bruto medio en los últimos nueve años de las familias, que junto a un crecimiento de la formación bruta de capital familiar (también fruto del boom de la vivienda), provocan un cada vez menor ahorro familiar neto, todo ello en términos de participación de esas magnitudes en el PIB.

Si el escenario económico empeora y hay que hacer frente a las deudas, las familias cuentan con su patrimonio, básicamente cifrado en sus activos financieros (depósitos, fondos de inversión y acciones) y su casa. El mercado inmobiliario es altamente imperfecto y puede convertirse en muy poco líquido. Si los tipos interés dejan de estar a los bajos niveles actuales, la demanda se secará y quien tenga que vender su vivienda en esas circunstancias tendrá que estar dispuesto a aceptar una fuerte pérdida de capital. Si fuéramos capaces de aventurar la cuantía de esa pérdida podríamos saber si el mayor coste que representa el tipo fijo en los préstamos hipotecarios merece ser pagado.

Finalmente, y por lo que se refiere al componente financiero del patrimonio de las familias, el hecho que su riqueza financiera en términos corrientes sea menor en la actualidad que en 1999 no deja de ser preocupante.

Consultor y asesor de empresas franciscodevera@telefonica.net

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