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Gestión

Derivados para gestionar carteras

Desde los años noventa se ha vivido un crecimiento en el conocimiento y en la aceptación de los instrumentos derivados. En la gestión de carteras, los derivados nos permiten realizar cambios en la asignación de activos (es decir, en la composición de la cartera) sin tener que realizar transacciones en cada uno de los valores individuales. Este desarrollo permite que los inversores puedan ajustar una combinación de activos (o asset mix) sin tener que preocuparse de los valores subyacentes en una cartera de renta variable, renta fija o divisas.

El uso en carteras de los derivados abre muchas oportunidades tanto a los inversores como a sus gestores, y, sin embargo, aún no es frecuente verlo. Los activos derivados son la forma más rápida de realizar eficazmente cambios en la composición de carteras grandes y medianas (en ocasiones, además, determinadas consideraciones fiscales hacen ineficiente o imposible la negociación con la cartera de contado). Pongamos algunos ejemplos.

Tenemos una cartera con valores de la Bolsa española, algunos de los cuales forman parte del índice Ibex 35, aunque otros no. Tras las subidas pasadas, hemos ido poco a poco pensando que sería bueno bajar el peso de la inversión en acciones por si hay una corrección, pero determinadas consideraciones (como razones de herencias o las ya citadas razones fiscales) nos han frenado para vender los valores individuales. Una alternativa es el uso de futuros sobre el Ibex 35. Decidimos que lo idóneo sería tener la cartera invertida al 50%. Podemos vender futuros por un nominal correspondiente al 50% de la cartera. Si la valoración de nuestra cartera asciende a 500.000 euros, podemos vender tres futuros del Ibex (a 8.150 puntos en estos momentos), que nos cubren 244.500 euros. Ahora si la Bolsa cae, la mitad de la cartera estará protegida por los futuros vendidos y sólo tendremos exposición por el 50% restante.

Los derivados permiten a los inversores ajustar una combinación de activos sin tener que preocuparse de los valores en una cartera de renta variable, fija o divisas

Otro ejemplo es el de una cartera compuesta por acciones, bonos y tesorería, 50%, 30% y 20%, respectivamente. Como pensamos que los tipos de interés van a subir en los próximos meses, estamos considerando, con un horizonte a medio plazo, reducir nuestra proporción de renta fija, e incrementar la parte destinada a renta variable. Pero nos encontramos con que algunos de los valores de renta fija no son muy líquidos, y venderlos puede suponer tener que bajar los precios, cosa que no queremos, además de que algunos bonos tienen unos cupones atractivos, que queremos seguir percibiendo.

De nuevo podemos utilizar los futuros del Ibex para conseguir las proporciones deseadas sin tener que vender la renta fija. Si la cartera asciende a un millón de euros y queremos subir el porcentaje de renta variable al 65%, podemos destinar 150.000 euros a comprar futuros.

En este caso compraremos dos futuros de nominal 10 euros, con lo que invertiremos 163.000 euros (8.150 x 2 x 10), ligeramente por encima de nuestro objetivo, o bien usaremos los futuros mini sobre el Ibex (cada punto equivale a un euro) y compraremos 18 o 19 futuros para obtener 146.700 o 154.850 euros de exposición. Una ventaja adicional de usar este método es que podemos utilizar el dinero que tenemos en tesorería para las garantías de los futuros.

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