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Columna
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Mejor y peor

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

Analicemos los dos mensajes del Gobierno sobre las cuentas nacionales del 2003: 1) crecemos más que Europa; 2) esto significa que estamos en buenas condiciones para aprovechar la recuperación internacional. El primer punto es cierto. Es cierto para el conjunto del año 2003 y es cierto también en el último trimestre del 2003 aunque las diferencias con Europa se hayan acortado. El 0,7% con que España ha acabado el año 2003 se compara muy favorablemente con el 0% de Italia, el 0,2% de Alemania y el 0,4% de Francia, aunque esté por debajo del 0,9% de Inglaterra, del 1% de Estados Unidos o del 1,2% de Japón.

El problema, como siempre, surge al examinar las causas de este mayor crecimiento, ya que se ha basado en un aumento excepcional de la demanda interna y, además, se ha apoyado exclusivamente en los peores -los más insostenibles- elementos de dicha demanda interna. En consecuencia, la conclusión sobre el punto 2) es la contraria del Gobierno: crecemos más, pero vamos a estar en peores condiciones para aprovechar la recuperación internacional de los próximos años. Esta conclusión es evidente al hacer la comparación anual: la demanda interna ha pasado de crecer el 2,6% en 2002 al 3,4% en 2003. Un aumento de 0,8 puntos. Sin embargo, ese forzar la máquina sólo ha conseguido aumentar el PIB en cuatro décimas (del 2% al 2,4%) yéndose la mitad de ese impulso al exterior, cuya contribución negativa al crecimiento ha aumentado hasta el -1%. Al forzar la demanda interna hemos conseguido crecer un poco más, pero sobre todo ha servido para aumentar la cuota de mercado de los productos extranjeros en el mercado español.

Este análisis es más evidente si se observa lo que ha pasado en los últimos tres años. Ese potente crecimiento de la demanda interna -el mayor de la Unión Europea- ha conseguido que nuestro PIB aumente un 7% en tres años, pero en ese mismo período las importaciones en términos reales han crecido el doble, un 14,6%. Y lo que es peor, el crecimiento de la demanda interna en términos nominales -más de un 22% en esos tres años- ha conseguido que los precios de los bienes y servicios españoles aumentaran un 15% en solo tres años. En esos mismos tres años los precios de los productos extranjeros importados han disminuido un 4%, lo que da una idea de la espectacular pérdida de competitividad de los últimos tres años.

Cuando Europa se recupere y los tipos suban, nos arrepentiremos de haber forzado los desequilibrios

¿Y cuáles son las tendencias más recientes? ¿Ha cambiado algo en el último trimestre del año? No. El crecimiento se ha acelerado pero los desequilibrios se han acentuado, o sea, vamos a peor. Si, como es común en la presentación de la contabilidad nacional en EE UU, elevamos a tasa anual las variaciones trimestrales corregidas de efectos estacionales y de calendario, podemos ver que la economía española, al acabar el año 2003, está creciendo al 3%. Ese aumento se ha conseguido gracias a que la demanda interna se ha acelerado al 5%, con una contribución negativa del sector exterior que asciende a los dos puntos al acabar el año. ¿Y qué es lo que está creciendo más? El consumo privado se ha acelerado al 4%, pero crece aún más el gasto público en bienes corrientes, el mayor crecimiento de toda la Unión Europea. Las importaciones también se aceleran, creciendo al 9%. ¿Y qué es lo que crece menos?: la inversión en bienes de equipo que crece al 0,2% anual. Prácticamente cero.

¿Hasta cuándo podremos crecer apoyándonos en los desequilibrios? Ciertamente el colapso de este modelo no se producirá en corto plazo en el que incluso una bajada de tipos podría llevar a aumentar aún más la tasa de crecimiento del PIB. Solo cuando Europa se recupere y los tipos suban nos arrepentiremos de haber forzado los desequilibrios durante estos años. Porque antes la salida era la devaluación. Pero esta vez nos encontraremos en una situación sin salida.

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