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Inversión

La obsesión por el corto plazo daña la estrategia empresarial

El corto plazo manda sobre el largo. Es la conclusión de un estudio de las Universidades Duke y de Washington en el que se constata que cumplir las expectativas trimestrales de Wall Street y reportar una constante mejora de resultados determina decisiones que pueden ser malas a futuro.

El fiscal James Comey, describía el jueves tras la detención de Jeff Skilling, ex consejero delegado de Enron, que se habían escondido beneficios o pérdidas con el objetivo de superar las expectativas de Wall Street. La dictadura que imponen los resultados empresariales y las percepciones sobre éstos del mercado condiciona la gestión empresarial, y no siempre de forma positiva. Esta hipótesis, que hace un lustro sería considerada herética, ahora ha convencido, incluso, a gobiernos europeos que han rechazado en la propuesta de directiva de transparencia la obligatoriedad de presentar resultados trimestrales.

El estudio 'Las implicaciones económicas de los reportes financieros corporativos' de los profesores, John Graham y Campbell Harvey de la Universidad de Duke y Shivaram Rajgopal de la de Washington, concluye, tras 420 entrevistas con directores financieros de EE UU y Canadá, que la mitad de las empresas están dispuestas a parar proyectos, inversiones o contrataciones beneficiosas para el largo plazo para evitar defraudar en los resultados trimestrales. Otro 80% de los entrevistados reducirían presupuestos en investigación o marketing por cumplir con las expectativas fijadas en los mercados . 'La reducción de los incentivos para la toma de riesgos en operaciones es considerado como un coste no intencionado de la ley Sarbanes Oxley de tal manera que reduce la actividad empresarial', indica el estudio.

Más allá de las trampas contables, el estado de sospecha tras Enron y Worldcom ha frenado el uso de técnicas permitidas, como reconocer ingresos antes de obtenerlos. Técnicas 'perfectamente de acuerdo con las reglas', según Harvey, pero que comprometen el futuro de las empresas.

Para Harvey, una de las cuestiones más llamativas es que los entrevistados han hablado de ello sin tapujos, ' y no hablamos de una cuestión de contabilidad sino de actuaciones reales'.

Los directivos entrevistados afirman que son las reacciones severas de los mercados ante unas cifras por debajo de las expectativas los que hace que las firmas se muestren tan dispuestas a sacrificar el largo plazo. Alcanzar las expectativas y mostrar un crecimiento suave es el objetivo, pues transmite credibilidad. Los avances fuertes dan muestra de excesiva volatilidad lo que reduce la predictibilidad y eso es un riesgo penalizable.

Muchos ejecutivos creen que con estas decisiones cortoplacistas están haciendo lo correcto, ya que la mala y exagerada reacción del mercado de acciones o deuda puede dar lugar a costos que de nuevo tienen como principal víctima el corto plazo. Es como elegir entre el mejor de los demonios aunque Harvey admite que la mayoría de los entrevistados dice 'odiar este juego de los beneficios trimestrales'. Pero el estudio se certifica que los ejecutivos temen por su trabajo si no entran en ello.

El mito de la creación de valor

Campbell Harvey, además de profesor universitario es además es analista de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (NBER), destaca la paradoja de las empresas que, buscando crear valor para el accionista, lo destruyen. 'Una firma que no hace inversiones ni crea empleo afecta a su propio crecimiento y al final al de todo el país', comenta. En este sentido, y aunque el estudio se circunscribe a Norteamérica, no descarta que en Europa pueda darse un movimiento a esta tendencia. No obstante, y hoy por hoy, la presión del corto plazo sobre las empresas es menor.¿La solución? 'Necesitamos que a las empresas les preocupe mas lo que digan los inversores institucionales que permanecen mucho tiempo en los accionariados de las empresas y no sólo se preocupen por los analistas', apunta Harvey. 'El mercado es un buen mecanismo captar capital pero cuando uno se está jugando el valor a largo plazo, entonces cabe preguntarse si merece la pena', sopesa este profesor.

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