España acumula 10 años de crecimiento continuo
La economía española acaba de cumplir la década con la mayor prosperidad conocida hasta ahora. Los últimos años, desde el final de la última etapa de Gobierno socialista (1993) y las dos legislaturas del Partido Popular (hasta el tercer trimestre de 2003), se han saldado con un crecimiento medio interanual del PIB del 3,5% en términos constantes (descontada la inflación). Y lo que es más importante, un crecimiento continuado, al margen de las etapas expansivas o contractivas de Europa o de EE UU, algo que no se había producido antes.
Hay que trasladarse hasta la segunda parte de 1993 para encontrar una caída del PIB español en tasas trimestrales.
Los cambios no han venido sólo en la cuantía y fortaleza del crecimiento. También en su composición. Desde el punto de vista de la demanda agregada, la economía española es ahora mucho más abierta que hace 10 años. Tanto las exportaciones como las importaciones han crecido a un ritmo anual del 12,3% y del 13,9%, respectivamente, muy por encima de la tasa de variación del producto interior bruto (PIB). Ello tiene una ventaja: con mercados más amplios se abren mayores posibilidades de potenciar las empresas dinámicas.
España acaba de enlazar 10 años de auge económico, con aumentos del PIB continuados, pero con un reparto dispar por sectores
Pero también cuenta con un inconveniente: se es más sensible a crisis originadas en otros países, como ocurre ahora con Francia y Alemania, principales socios comunitarios y hacia donde se dirigen la mayoría de las exportaciones españolas.
En este contexto, la demanda interna ha sido clave. Se ha mantenido potente, sobre todo gracias al consumo privado, verdadero motor de la economía en la década. La inversión también ha jugado un papel primordial (un crecimiento medio que supera el 5% anual) aunque ha mostrado una gran volatilidad, especialmente lo referente a bienes de equipo, que han combinado etapas de gran expansión (últimos años noventa) con ejercicios de estancamiento e, incluso, de declive (2001 y 2002). Mucho más constante y potente se ha mostrado la inversión en construcción.
Desde el punto de vista de la oferta también ha habido cambios importantes. En 1993 la economía ya estaba centrada en los servicios. Diez años más tarde se ha profundizado en esa tendencia, repartiéndose de forma desigual la prosperidad económica. Ganan, sobre todo, las ramas de los servicios. Si se suma la producción de los servicios no destinados al mercado con los que sí se dirigen al consumidor final, el porcentaje de riqueza acumulado roza el 60% del PIB a finales de 2003. Otro sector en auge ha sido la construcción. Su participación en el PIB se ha elevado casi un punto (del 7,1% al 8%) en sólo 10 años. El crecimiento se ha manifestado fundamentalmente en los últimos ejercicios con un sector en pleno boom inmobiliario y con una obra civil (para infraestructuras sobre todo) que ha garantizado contratos millonarios a las compañías del área.
Perdedores
También hay claros perdedores. Por un lado, la agricultura y la pesca han continuado con su declive, aportando en estos momentos apenas el 3,7% del PIB, con un estancamiento de la renta agraria e inmersa en un proceso de reconversión capitaneada desde Bruselas. La industria y la energía han llevado un comportamiento similar, aunque todavía absorben el 20,9% del PIB.
Con perdedores y ganadores, la economía española ha conseguido elevar el número de ocupados de 13,4 (1993) a 16,9 millones (finales de 2003). Eso sí, se ha mantenido casi intacta la tasa temporalidad, haciendo bueno el dicho 'más vale un mal empleo que un buen parado'.
El aumento del número de trabajadores ha permitido elevar la recaudación para las arcas del Ministerio de Hacienda. Otro de los ganadores.
Los beneficios crecen más que los salarios
El Estado ha sido, en los últimos 10 años, el agente económico que ha visto crecer más sus ingresos. Esta afirmación se basa en que los ingresos por impuestos netos a la producción e importación han crecido un 135,2%, pasando de 32.116 millones de euros en 1993 a 75.567 millones en el tercer trimestre del año pasado, siempre según precios corrientes.Este crecimiento queda muy por encima del avance registrado por los beneficios empresariales y los salarios de los trabajadores, pese a que los primeros casi se duplicaron en los últimos 10 años. Así, los excedentes brutos de explotación de las compañías, que es lo mismo que hablar de beneficios, pasaron de 150.411 millones de euros a 291.757 millones en el periodo citado, lo que supuso un incremento del 94%.Finalmente, los que menos se beneficiaron de este impulso de crecimiento económico fueron los trabajadores, cuyos salarios se han visto incrementados un 82% desde 1993. Desde entonces la masa salarial ha pasado de sumar 199.230 millones a 362.622.