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Columna
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El coste económico de la secesión

Que la llamada Propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi -también conocida como plan Ibarretxe- es un ultimátum anticonstitucional es por todos admitido, si exceptuamos el Gobierno vasco y los expertos constitucionalistas y administrativistas a sueldo de Vitoria. No siendo jurista, resultaría por mi parte impertinente intentar comentar sus aspectos legales, pues doctores tiene la Iglesia, empezando por el Tribunal Constitucional.

Voy, por tanto, a centrarme en los efectos económicos que el triunfo de dicha propuesta tendría para 'las vascas y los vascos', como gusta decir el señor Ibarretxe, porque el deliberado olvido de esas consecuencias es otra más de las trampas con que se pretende presentar el plan: a saber, que se trata de una idea eminentemente razonable que sólo los enemigos de Euskadi se niegan obstinadamente a discutir.

Para ello, nada mejor que un reciente trabajo del profesor Mikel Buesa, publicado en el número 28 de la revista Cuadernos de Alzate. Concediendo el beneficio de la duda al lendakari, es posible que el olvido no sea tal, sino el convencimiento de que el País Vasco, separado o no del resto de España, es, como corresponde a un pueblo ocho veces milenario, una economía tan fuerte y dinámica que nada debe temer de cualquier disparate que se les ocurra a los dirigentes nacionalistas.

Pero el mérito del citado trabajo reside en mostrar hasta qué punto tal creencia es falsa. Dejando sentado que la del País Vasco no es, ni mucho menos, la economía más desarrollada de España ni la más competitiva y que depende crucialmente del comercio con el resto del país, procede a estimar los costes económicos de lo que llama la 'No-España'.

La secesión, afirma, reduciría las exportaciones vascas, añadiría un efecto arancelario y aumentaría los costes de transacción, originando una pérdida de actividad económica que podría oscilar entre el 4% y algo más del 13% del PIB regional, y una pérdida de puestos de trabajo que cifra entre casi 34.000 y 115.000.

A ello cabría añadir una deslocalización de las empresas vascas que aun en el caso de afectar únicamente a la cuarta parte del valor de las ventas de los diez grupos industriales mayores de las tres provincias equivaldría a una cifra del orden del 6,5% del PIB vasco. Sumando ambos efectos, se podrían perder entre 89.000 y 178.000 puestos de trabajo, aumentando el paro, en la hipótesis más pesimista, hasta el 29% de la población activa.

Pero la cuenta sigue. La secesión supondría el fin del régimen de Concierto, cuyo saldo positivo se estima actualmente entre el 3% y el 6,6% del PIB vasco. Habría que añadir el coste neto que supone contar con un Estado soberano, que el profesor Buesa calcula en unos 400 millones de ¦euro;euros -casi un punto del PIB- y que incrementaría prácticamente un punto la carga fiscal de los ciudadanos del País Vasco.

No es concebible, por otra parte, que el lendakari se prive de la satisfacción de tener una moneda propia y alguno de sus amigos de ser gobernador del banco central de Euskadi. Pero como en el pecado está la penitencia, parece lógico que los mercados internacionales no se impresionen demasiado por la solidez de una moneda que representa una economía aquejada de tantas desventajas, con lo cual no cabe descartar que el actual superávit comercial del 1,6% se convierta en un déficit de entre el 2,5% y el 8,9% del PIB.

Pero queda la traca final, que no es otra que el futuro del sistema de protección social -pensiones y prestaciones por desempleo-. El resumen que arrojan los cálculos del profesor Buesa, incluidos en el citado trabajo, son reveladores: de un saldo positivo de unos 306 millones de euros en 2001 podría pasarse, dependiendo del nivel de paro provocado por la secesión, a unos déficit de entre 660 millones y 1.676 millones de euros, cuya financiación exigiría ya un incremento de las cotizaciones de entre el 3% y el 7,6% de la remuneración de los asalariados ya una reducción de las actuales prestaciones sociales de entre el 12,4% y el 29,1%.

¡Así se entiende por qué los patrocinadores del 'plan' no explican a los 'vascos' y las 'vascas' estos detalles!

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