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Las heridas del capitalismo

El capitalismo tiene en Estados Unidos asentadas sus bases más fuertes y a pesar de los dos años de los embates recibidos por Enron, Worldcom, las auditoras y la banca, los americanos parece que recuperan la fe. Todo ello cuando antes de los escándalos empresariales explotara y desapareciera una burbuja de la que fluía vitalidad virtual al sistema. Pero el problema generado por la codicia, que siempre se ha visto como la vena aorta del sistema hasta que la ha atorado el exceso, no está resuelto con la recuperación económica.

No han terminado de cauterizar las heridas cuando llega un nuevo gran fraude, el de los fondos de inversión y al que Arthur Levitt, antiguo presidente de la SEC, ha descrito como el peor que ha visto en 50 años.

Uno de cada tres americanos tiene su dinero en fondos, un mercado que mueve 7 billones de dólares y recientemente se han enterado que esa institución de ahorro en la que tanto confían ha jugado sucio. A principios de este mes, un alto cargo de la SEC informó al Congreso de que los desmanes entre los gestores de fondos de inversión son lugares comunes para el 80% de éstos. El escándalo tiene, de momento, un perfil más bajo que el que Levitt le atribuye, porque lo que se ha ido sisando eran pequeñas cantidades a muchos ahorradores. El analista de la cadena CNBC Tim Middleton aseguraba recientemente que todas estas prácticas son el fruto de los años de pérdidas en Bolsa.

Los fraudes de los fondos de inversión han sido descritos por el ex presidente de la SEC, Arthur Levitt, como lo peor que ha visto en los últimos 50 años

Pareciera que el público aún no se haya dado cuenta. 'Estoy sorprendido por la poca reacción que han tenido los ahorradores al fraude en los fondos', aseguraba el director de análisis del Economic Policy Institute, Lee Price. Una reciente encuesta de la Radio Nacional Pública en Minnesota reflejaba los sentimientos encontrados de los inversores. ¿Retiraría su dinero de los fondos de inversión? El 85,3% dijo que no. ¿Cree que a los gestores de fondos les preocupan los inversores individuales? No, según el 59,2%.

Eso deja lugar al respiro a los que más temen por la salud del capitalismo. La crisis de los populares fondos de pensiones pueden hacer más daño al sistema que las sucesivas Enron y los vídeos de la infame y fastuosa vida de Dennis Kozlowski, ex presidente de Tyco. En Wall Street lo saben.

Y es que pese a que The Economist hablara ya el año pasado de 'la podredumbre del capitalismo últimamente' y Paul Krugman se haya referido a los escándalos como 'capitalismo de amiguetes' y a una corrupción basada en los incentivos a los líderes corporativos y de los gestores de fondos, el sistema sigue en pie y se ve menos tocado desde EE UU que lo que pudiera parecer desde otras zonas del planeta, como evidencia la marcha de los mercados. Hay fe y ésta revive. 'El sistema tiene una seria enfermedad', explicaba Price, 'pero el público, los ahorradores, la SEC, los inversores institucionales y el Congreso pueden salvarlo'.

Aunque no coinciden en el remedio, desde las más conservadoras asociaciones del país se está de acuerdo. William Niskanen, presidente del Cato Institute y del consejo de asesores económicos de Ronald Reagan, habla de los escándalos como de una gripe que ha afectado a la salud económica del país. 'Han creado una ansiedad general en los mercados y han retrasado la recuperación de la Bolsa unos seis meses'. A diferencia de Price, para Niskanen la aprobación de leyes como la Sarbanes-Oxley, que entró en vigor a rebufo del escándalo Enron, 'tampoco ayudaron porque han creado ansiedad en los empresarios y ha retrasado la inversión'. Para Ana Eiras, de la también conservadora Heritage Foundation, la solidez del sistema 'no entra en cuestión porque se den casos de corrupción, lo que lo pone a prueba es la respuesta a ellos' tanto la judicial como la de los mercados.

Lo cierto es que hasta ahora sólo uno de los ejecutivos de una empresa, Sam Waksal de Imclone, ha ido a la cárcel. Contra las dos primeras figuras de Enron, Ken Lay y Jeff Skilling, no hay ni cargos aún, como tampoco los hay contra Bernard Ebbers, de Worldcom. Uno de los juicios contra un analista, Jack Grubman, ha sido declarado nulo y las grandes corporaciones se apresuran a cerrar acuerdos extrajudiciales para lavarse las manos antes de enseñarlas a un jurado.

El capitalismo americano se ha reinventado otras veces en la medida que ha ido evolucionando. Tras el crash de 1929 se pusieron en pie las leyes de protección a los inversores. En los ochenta y noventa se mejoró la gestión de riesgos. Ahora le toca el turno a los accionistas de tomar el control de sus empresas y acercar a los ejecutivos a sus necesidades. Los debates sobre las compensaciones y el ocaso de las opciones sobre acciones, además de las baterías de normas de control de los consejos y auditorías, que tan nerviosos ponen a los puristas, son parte del camino que ahora se recorre para madurar un sistema que ha mostrado sus debilidades.

En Wall Street y en Washington se está vigilante por el rumbo que tome el escándalo de los fondos y saben que se les observa desde fuera. Algunos analistas recuerdan que la solidez del sistema de EE UU ha atraído el capital extranjero necesario para compensar el fuerte déficit por cuenta corriente. Pero si víctima de sus excesos (y del devaluado dólar) el país deja de ser un lugar seguro, la economía puede sufrir y el sistema que la apoya dejará de ser un modelo sin tachas.

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