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El pulso exterior

Invertir fuera, sí pero con red

Felipe Carballo Ríos plantea la necesidad de reformar el seguro de crédito para inversiones en el exterior, como fórmula para estimular la internacionalización de las empresas y evitar riesgos ajenos a la gestión empresarial

No corren buenos tiempos para las IDE (inversiones directas en el exterior) de nuestras empresas. La salida de Unión Fenosa de las distribuidoras de electricidad en República Dominicana, como consecuencia de las graves tensiones surgidas entre éstas y el Gobierno de ese país, es un capítulo más de una situación que desgraciadamente se esta prodigando entre los grupos empresariales líderes en los sectores bancario, energético, telecomunicaciones, infraestructuras, aguas etc., que han apostado en los últimos años por la internacionalización de sus actividades a través de la inversión en el exterior, en su mayor parte en América Latina.

En este contexto, parece claro que no se analizaron con la profundidad adecuada otros posibles riesgos, que al margen de los parámetros teóricos e ideales que definen el riesgo país y la viabilidad estrictamente económica y empresariales de la inversión aparecen como consecuencia de actos administrativos coyunturales derivados bien de crisis económicas, bien de tensiones sociales, que están repercutiendo negativamente en las inversiones realizadas, lamentablemente con relativa frecuencia.

La importancia y la multiplicación de estas situaciones lo demuestra el hecho que dos de los aspectos mas controvertidos en la última reunión de la OMC en Cancún han sido la inclusión o no en los debates, por un lado de la libertad de inversión y sus garantías en terceros países menos desarrollados y, por otro, de la forma de entender la propiedad y la gestión de los servicios públicos.

Inversiones y servicios públicos aparecen como asignaturas pendientes en el marco de un enfrentamiento tanto entre bloques de países más y menos desarrollados como en las filosofías que las acogen, posturas más liberales o mas socialdemócratas en el caso del tratamiento de las propuestas relativas a servicios públicos.

En el modelo de inversión antes citado, realizado en su totalidad por grandes grupos económicos, es posible establecer salvaguardias, tanto por la vía jurídica o arbitral como establecen los APRI firmados por España con otros países como por la vía de aseguramiento de riesgos, bien a través de la Multilateral Investment Guarantee Agencia (MIGA), del Banco Mundial o de Cesce con su póliza de seguro de inversión en el exterior y la escasamente utilizada de Project Finance, los cuales aunque con costos y limitaciones importantes, como son el incumplimiento de las tarifas o el de tipo de cambio de referencia, pueden reducir relativamente los riesgos de la inversión.

Peor suerte corren las pymes, en los sectores productivos transformador o de servicios, en sus inversiones en terceros países cuyos mercados y legislaciones sufren continuos vaivenes administrativos, arancelarios o financieros según sea la política económica de turno del país y cuyas inversiones por su relativo escaso volumen a nivel internacional resultan complejas y costosas de cubrir, tanto en los APRI, como en el MIGA.

En la práctica el único instrumento disponible es la citada póliza de inversiones en el exterior de Cesce, (que por cuenta del Estado cubre exclusivamente los riesgos políticos de la inversión), pero cuyos costes con relación al precio actual de los recursos financieros supone una fuerte penalización a la inversión, limitando, en muchos casos, por insuficiente y costosa, su utilización. Si bien la fuerte caída de la IDE española en el exterior en este ultimo año tiene tanto que ver con las complicaciones y fuertes minusvalías de las más importante inversiones como con el alto nivel de endeudamiento de las empresas, que podrían explicar una cierta pérdida de confianza empresarial en la internacionalización como motor de su crecimiento y competitividad que, añadido a la escasa o complicada disponibilidad de instrumentos de cobertura de riesgos y garantías, no ayuda a mejorar la crisis.

En ese sentido y ante la pregunta: ¿cómo hacer frente a la crisis de la IDE española?, la memoria nos puede dar una posible respuesta, al recordar que el gran salto de la exportación española coincide con la puesta a disposición de los exportadores de la póliza de crédito comprador a mediados de los años setenta.

Creo que hacer saltar el cuello de botella de la IDE española pasa por modificar la póliza de inversiones en el exterior y crear nuevos y ágiles instrumentos de garantías, flexibles y amplios, que a costos razonables permitan cubrir tanto los riesgos políticos por cuenta del Estado como aquellos otros colaterales, comerciales o asimilados, que permitan al empresario mantener un aceptable nivel de riesgo empresarial, garantizándole un mejor acceso a la financiación de su inversión y evitando que en ese circo en que se está convirtiendo, desgraciadamente, la internacionalización empresarial, tengan que asumir riesgos ajenos a su buen hacer empresarial al no disponer de la necesaria, adecuada y previsora red.

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