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NYSE

Grasso, obligado a dimitir de la presidencia de la Bolsa de Nueva York por su sueldo

Hasta ayer por la mañana Grasso, de 57 años, mantenía que cumpliría el contrato recientemente firmado y que preveía su retirada en primavera de 2007. Pero sin el apoyo del consejo el liderazgo de la presidencia no se podía mantener y ayer, tras una reunión de apenas dos horas, el consejo forzó la renuncia del presidente que se produjo a última hora de la noche.

Las primeras informaciones recogidas apuntan que fue el propio McCall, quien ha defendido hasta el último día la compensación de Grasso, quien pidió el cese, una vez que Merrill Lynch y Goldman Sachs le dieran la espalda. El diario The Wall Street Journal adelantaba ayer que el presidente interino que sustituirá a Grasso es Larry Sonsino, uno de los consejeros. Sonsino es miembro de un bufete de abogados de San Francisco.

Esta reunión, que comenzó las 4.15 de la tarde en horario de Nueva York y que según todos los observadores iba a sellar la salida de Grasso, reflejaba un enrarecido ambiente en el parqué neoyorquino que en apenas una semana se preparaba para despedir a quien sin embargo consideran como el mejor presidente de la Bolsa.

Y es que las críticas a Grasso sólo se han precipitado desde que se conociera a finales del mes pasado que en septiembre se le había ingresado en cuenta un pago de 139,5 millones de dólares como compensación por diversos conceptos acumulados a lo largo de su carrera de 34 años en la Bolsa.

La Bolsa es un organismo de carácter mixto (público y privado), sin ánimo de lucro, con poderes regulatorios y que el año pasado tuvo un beneficio de 28,1 millones de dólares.

El martes, los mayores fondos de pensiones del país, Calpers y Calters de California, más los de los Estados de Carolina del Norte, Iowa y Nueva York, con inversiones en el mercado de 421.000 millones de dólares, solicitaron la dimisión de Grasso. Ayer la pedían entre otros el presidente de los especialistas LaBranche & Co., Michael Labranche, quien lleva semanas enfrentado al NYSE por una investigación interna.

El que fuera presidente en el periodo 1972-1976, James Needdham, decía también que a pesar de ser 'un buen amigo de Dick, creo que él y el consejo deben dimitir'.

De momento, el consejo ha preferido resolver la cuestión del liderazgo de Grasso minado por la crítica constante con la salida del número uno.

El hasta ayer presidente de la Bolsa, aupado por los especialistas del parqué en 1995 hasta la cúpula, también había recibido críticas por parte de los inversores por el hecho de que desde 2001 se habían subido mucho las tarifas para operar en el mercado.

Grasso había aguantado todas las críticas desde que el 27 de agosto y por presiones de la SEC, el regulador de los mercados, se conociera el detalle de unos emolumentos que incluían 48 millones más a los que generosamente renunció. El dimisionario alegaba que lo único que lamentaba era no haber cobrado todo antes y de forma fraccionada pero ayer entró a su oficina por la puerta de atrás.

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