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Tribuna
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La competitividad y sus desafíos

El Instituto Internacional para el Desarrollo de la Gestión (IMD) de Lausana (Suiza) indica que España ocupa el noveno puesto en competitividad entre los países de población superior a 20 millones de habitantes, un escalón más abajo que en 2002 y dos que en 2001. EE UU y Finlandia son las economías más competitivas . Otras evidencias sobre la evolución de la productividad muestran tasas moderadas de crecimiento e inferiores al promedio de la UE en el periodo 1995-2001.

Estos indicadores reflejan un patrón de crecimiento empresarial que manifiesta un esfuerzo insuficiente de innovación tecnológica y organizativa en la empresa española. Hay una limitada inversión en capital tecnológico, humano y organizativo en las empresas. Esta es la principal conclusión del estudio que sobre los fundamentos microeconómicos de la competitividad hemos realizado un grupo de investigadores de empresa y publicado bajo el titulo Los desafíos de la competitividad por la Fundación del BBVA .

Los resultados de nuestra investigación sugieren que las empresas españolas están automatizando sus procesos productivos y mejorando sus sistemas de información interna, pero la inversión en sistemas complejos, CIM, JIT, robots y CAD, es todavía escasa. Las empresas están incorporando rápidamente herramientas para mejorar la calidad de sus procesos y productos: el 68,5% tiene implantado un sistema de homologación de la calidad.

Las políticas de gestión de los recursos humanos son tradicionales. Los datos sobre trabajadores eventuales indican que, entre un 15% y un 20% del total de las plantillas de las empresas industriales lo configuran empleados eventuales. El compromiso de formación es reducido. Se observa que, como media, las empresas dedican 21 horas por trabajador y año a formación de su personal, muy lejos de las 50 de la empresa alemana.

Por lo que se refiere al contenido, la formación técnica es la que ocupa mayor atención y hay un ámbito, todavía reducido, para preparar a los empleados en técnicas de trabajo en grupo y resolución de problemas.

El sistema de remuneración se fundamenta en el salario fijo. El componente variable es limitado y asociado a los sistemas de pago por pieza. El 49,5% de las empresas tienen implantado un sistema de incentivos a la productividad. Sólo un 11% de las empresas utiliza incentivos más sofisticados basados en los resultados de la planta o de la compañía.

Por lo que se refiere a la organización interna, se constata que las tareas que realizan los trabajadores en las empresas presentan un perfil muy convencional. Hay una elevada división del trabajo y especialización de tareas. Se produce una notable separación entre las labores directamente asociadas a la ejecución de los trabajos y otras que implican el análisis de la información del puesto y la planificación de las actividades que son responsabilidad de los cuadros intermedios. Todo ello se desarrolla en un marco de supervisión y control muy intenso.

La extensión de innovaciones en el trabajo, como la rotación, los equipos y los grupos que reducen la especialización y fomentan una mayor autonomía y polivalencia es limitada. Los grupos de mejora están implantados en el 36,5% de las empresas. Sólo en algo más del 20% de las plantas, el porcentaje de empleados vinculados a equipos autónomos supera el 25%. En definitiva, el perfil más extendido entre las empresas españolas es de una organización muy jerárquica, con una extensa división del trabajo y muy orientada hacia la producción.

También se observa que hay un grupo reducido de empresas excelentes que incorporan prácticas avanzadas de gestión. El colectivo de innovadoras en el plano de la tecnología, la estructura interna y la gestión de los recursos humanos se aproxima al 25%. Utilizan nuevas tecnologías de fabricación y comunicación y han integrado sistemas de calidad. Son menos jerárquicas y compartimentadas y promueven políticas de recursos humanos que estimulan el aprendizaje y la participación. Además mantienen relaciones de colaboración con suministradores y clientes.

Se constata que muchas empresas adoptan prácticas innovadoras en diferentes dimensiones de la organización para competir. Unas invierten en tecnología, otras en gestión de la calidad, otras tratan de descentralizar las decisiones, pero sólo un pequeño número ha introducido innovaciones de forma conjunta. Son las de más éxito. Las que han integrado tecnología con innovación organizativa y diseño de nuevas estrategias de recursos humanos son las que mejor gestionan los problemas y las que alcanzan los mejores resultados.

En definitiva, la extensión de los sistemas de gestión avanzados en la empresa española es limitada. Las fronteras de la innovación se expanden con moderación, pero el desafío sigue ahí. Hay que acelerar el desplazamiento de los modelos tradicionales de organización de la producción y del trabajo hacia sistemas más avanzados y flexibles, si queremos incrementar la productividad.

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