Más emigrantes y más pobres
En la última comparecencia en el senado del presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, hubo un inusual cruce de palabras. Joseph Biden, independiente de talante izquierdista, echó en cara a la autoridad monetaria su análisis de que la economía mejoraban y su falta de crítica a la política de George Bush. Biden le llegó a decir a Greenspan que se diese un paseo por la América real y visitase todos los barrios de las ciudades. 'Tenemos los estándares de vida más altos del mundo' dijo Greenspan. 'Vaya a Escandinavia y dígame eso luego', le replicó Biden a lo que Greenspan repuso que EE UU recibía miles de emigrantes por algo. 'Me parece increíble su respuesta', zanjó Biden.
La oficina del Censo dio a conocer esta semana unos datos que tienen la paradójica virtud de dar la razón aparente a los discursos de ambos.
Greenspan lleva razón. EE UU sigue siendo un imán. No importa lo duro que es cruzar la frontera con los controles más reforzados que nunca tras el 11S e intentar salir adelante. No importa lo seria sea la crisis y la dificultad para encontrar trabajo (máxime si faltan 'los papeles'). En 2002 la proporción de población nacida en el exterior creció un 5%. Con los 1,6 millones de emigrantes llegados al país el año pasado son ya 33 los millones no nacidos en EE UU, donde viven unos 288,3 millones de personas.
Pero también lleva razón Biden y muchos de estos emigrantes llegan a una tierra en la que la pobreza no sólo no está erradicada sino que aumenta. La misma oficina del censo hizo público esta semana que el año pasado 1,4 millones de personas cruzaron la línea que marca la salida de la solvencia para llegar a la consideración de pobres. Una familia de cuatro personas es pobre cuando tiene menos de 17.960 dólares al año y un individuo de menos de 65 años cuando no tiene más de 9.200 dólares.
Ahora el censo de 2002 dice que hay en EE UU 34,8 millones de pobres, un 12,4% de la población cuando en 2001 era el 12,1%. Los niños se llevan una penosa peor parte. El año pasado había 600.000 niños pobres más y son ya 12,2 millones.
En los grupos conservadores como The Heritage Foundation dicen no estar sorprendidos porque es una esperada consecuencia de la crisis. El problema es que los estudios hechos sobre los años de la euforia económica de los noventa muestran que fueron los más favorecidos los que más disfrutaron esa prosperidad mientras que apenas se avanzó en el extremo menos afortunado.
Seducidos por las posibilidades de un país donde hay mucha riqueza, los emigrantes no dejarán de llegar cuando en sus países no hay la misma esperanza de salir adelante, pero el crecimiento de la pobreza deja claro que la esta tierra de las oportunidades es un lugar duro .
Habituados a la emigración -'somos una nación de emigrantes' les gusta decir a los políticos- de los dos datos, el que más ha llamado la atención es el alcance y avance de la pobreza. La precampaña permite que se empiece a hablar de la necesidad reformular los programas federales de asistencia por mucho que en este momentos de crisis Greenspan haya pedido contención en el gasto de un presupuesto muy deficitario. Además se incide con reforzado disgusto en los últimos recortes fiscales han dejado indiferentes a casi 6,5 millones de familias trabajadoras con bajos ingresos e hijos.
Puede que Greenspan y Biden nunca se entiendan.