Estadísticas de paro imperfectas
Aquien más quien menos le suena la historieta de la división del pollo. Se hace una encuesta entre dos vecinos de una misma casa. Uno consume dos pollos a la semana y el otro, ninguno. A la hora de establecer el consumo nacional de pollos por habitante, resulta que a cada vecino le toca un pollo. Es la estadística. Una ciencia no exacta que sirve como aproximación a la realidad. Efectivamente se consumen dos pollos semanales, pero no queda bien reflejado quién lo hace de veras.
La historieta viene a cuento a propósito de las divergencias, constantes, entre los indicadores del paro, por un lado el Inem y, por otro, la encuesta de población activa (EPA).
La más reciente se refiere al segundo trimestre de 2003. El Inem nos indica que en España hay registrados 1,6 millones de parados (tasa de paro 8,5%), frente a 2,085 millones (tasa de paro 11,1%) de la EPA. Cerca de tres puntos porcentuales de diferencia tienen su importancia, ya que suponen unos 500.000 parados más. Por lo tanto, de la noche a la mañana hemos pasado de una situación donde se divisa el horizonte del pleno empleo a otra que es todo lo contrario.
Además, la euforia desatada por los datos del paro del Inem debe ser interpretada con cierta cautela, pues se ve truncada por la realidad de las cifras de la EPA. En el último año el paro ha evolucionado a dos velocidades distintas. Así, mientras en el Inem el paro aumentaba en 33.000 personas, la EPA lo hacía en casi el doble, 60.000 personas más en paro, lo que genera una gran confusión para realizar estudios serios y rigurosos del mercado de trabajo.
Sin embargo, detrás de dichas diferencias se ocultan otras de gran importancia. Un ejemplo evidente de las mayores discrepancias se da en el ámbito territorial. El análisis entre las tasas de paro del Inem y la EPA por comunidades autónomas refleja que 11 comunidades autónomas tienen divergencias inferiores al diferencial medio (2,6 puntos porcentuales), es decir, las tasas de paro del Inem y la EPA tienden a converger, mientras que las seis restantes figuran por encima, o lo que es lo mismo, la distancia entre las tasas de paro del Inem y la EPA son mayores que la media nacional (Andalucía, Baleares, Cataluña, Valencia, Extremadura y Murcia).
Por ámbitos provinciales se observan mayores disparidades. Así, 20 provincias superan el diferencial medio (2,6 puntos), mientras las 25 restantes están por debajo. Curiosamente en once provincias (Madrid, Huesca, Teruel, Soria, Lugo, Orense, Las Palmas, Albacete, Ciudad Real, Navarra y Guipúzcoa) el paro del Inem es superior al de la EPA.
Pero, lo más sorprendente de todo ello es que, según el Inem, hay cinco provincias con pleno empleo (Baleares, Segovia, Lleida, Tarragona y Castellón), es decir con niveles inferiores al 5%, mientras paradójicamente la EPA refleja todo lo contrario, pues en algunos casos la tasa de paro de la EPA duplica a la del Inem.
La diferencia de parados entre la EPA y el Inem es muy elevada, tanto que produce desconcierto en los expertos. De este modo, si se admite que la cifra buena es la que indica el Inem, tasa de paro 8,5%, resulta que el problema del paro está casi resuelto y el objetivo del pleno empleo a la vuelta de la esquina. Si por el contrario, se entiende que la cifra correcta es la de la EPA, tasa de paro por encima del 11% ¿pleno empleo?, el problema del paro persiste y todavía queda mucho camino por recorrer.
Llegado a este punto hay que preguntarse ¿cuál de los dos indicadores es el correcto? Es decir, los datos suministrados por el Inem o la EPA elaborada por el Instituto Nacional de Estadística. Obviamente, los proporcionados por la EPA. A partir de la última posguerra mundial en todos los países industrializados, siguiendo las recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se comenzaron a hacer encuestas de población activa periódicas que sirven, entre otras cosas, para contabilizar parados y calcular tasas de paro estimado. Estas encuestas, incluyendo la española, tienen que hacer frente a diversas dificultades para cumplir sus objetivos, pero son las únicas que ofrecen datos reconocidos en el plano internacional.
La cuestión es tener estadísticas con valor de diagnóstico, que permitan saber la realidad del mercado de trabajo correctamente, en un momento determinado con el fin de aplicar las medidas más adecuadas. No es lo mismo la adopción de políticas de empleo en una situación de pleno empleo que en otra de paro persistente.