Los coletazos del 'caso Enron' aún golpean a los bancos de Wall Street
La multa de 300 millones de dólares (260 millones de euros), pactada entre el regulador de los mercados de Estados Unidos, la SEC y los bancos JP Morgan y Citigroup, puede ser sólo la punta del iceberg de lo que pagarán estas entidades por su implicación en el caso Enron. No han admitido su culpa, pero las pruebas que se derivan de la investigación oficial apuntan a que ayudaron a Enron a engañar al mercado y a falsear sus cuentas. El precio de este delito puede ser dejar de cobrar 5.000 millones de dólares en créditos impagados y un aluvión de demandas particulares por parte de inversores y empleados.
Según el informe del administrador de la suspensión de pagos de Enron, hay suficientes pruebas de una conducta no adecuada por parte de seis bancos de inversión como para que un jurado decida si su deuda debe ser o no subordinada a las reclamaciones de otros acreedores. Esto quiere decir que, si un jurado decide que, como apuntan los indicios, los bancos ayudaron a engañar, éstos no cobrarán sus préstamos por haber contribuido al colapso de la empresa.
Las averiguaciones de Neal Batson, administrador de la quiebra, pueden servir también para sostener las demandas de particulares contra Enron. Según los inversores, la contabilidad artificial de Enron causó pérdidas por valor de 30.000 millones de dólares, y reclaman de los presuntos responsables (Enron, la auditora Andersen y los bancos, aunque éstos son los últimos solventes) una compensación por esta cantidad.
Las entidades afectadas, además de Citigroup y JP Morgan, son Merrill Lynch, que en marzo pagó 76 millones a la SEC para evitar ir a juicio por Enron, Deutsche Bank, Barclays y CIBC. Para ellas la multa acordada el lunes está lejos de ser el final del caso Enron. En realidad, es el principio de los problemas. La SEC, además, lanzó anteayer un mensaje de advertencia. 'Si sabes que estás ayudando a una empresa a engañar a los inversores, estás violando la Ley del Mercado de Valores', señaló en un comunicado.
Los bancos, en cualquier caso, no reconocieron haberlo hecho. Admitieron haber cometido errores, pidieron disculpas y reiteraron que la situación no se repetirá. Pero en ningún momento han admitido ilegalidades, responsabilidad que ceden amablemente a la propia Enron y a la auditora, Andersen.
La principal denuncia a la que se enfrenta la banca es una presentada por los inversores afectados, que, desde el mes de febrero y por decisión judicial, está liderada por la Universidad de California, que perdió 144 millones de dólares tras la quiebra de la empresa. Este mes cerraron un acuerdo para cobrar 40 millones de dólares de la auditora Andersen, que está en liquidación. Un representante de esta universidad ha señalado que las palabras del administrador judicial respaldan el caso que preparan contra la banca. 'Debería hacer que los bancos se planteasen seriamente la posibilidad de compensar de forma sustancial a los inversores'.
Otro correo electrónico
Pero ¿qué es lo que hicieron los bancos para ayudar al engaño? Principalmente, colaborar en la creación de sociedades fantasma que escondían la deuda de Enron (Citigroup llegó a redactar un manual para ello) y disfrazar los créditos que concedían a la empresa como operaciones de comercio de mercancías. Como ya ocurriera en el caso de las recomendaciones engañosas, fue el correo electrónico el delator.
Un correo interno entre empleados de JP Morgan empleaba directamente el término 'créditos ocultos' para referirse a este tipo de prácticas. Otro mensaje del mismo banco aludía a estas sociedades como 'instrumentos para cuadrar el balance anual' y un correo interno de Barclays era aún más claro: 'No pienses ni por un segundo que Enron tiene necesidad operativa de vender esas mercancías. Sólo están pidiendo prestado dinero'.
Estas pruebas se descubrieron cuando un grupo de aseguradoras demandó a JP Morgan porque ellos habían asegurado transacciones comerciales, no créditos ocultos, y no querían resarcir a JP Morgan los daños derivados de la quiebra de Enron.
Este conflicto se cerró en marzo. De igual modo, se han ido cerrando los casos planteados por los fondos de pensiones que compraron deuda de las sociedades instrumentales creadas por Enron.
Quedan, no obstante, los casos más complicados y los que pueden acarrear severas pérdidas a la banca. De igual modo, las averiguaciones de los investigadores condicionarán el reparto de los activos que aún le quedan a Enron. Son, según los cálculos judiciales, 5.000 millones de dólares a repartir entre acreedores que piden 50.000 millones, sin contar los posibles pagos de daños y perjuicios a inversores afectados.
Presentado el plan de reorganización ¿Por qué la SEC no investigó en 1999? 109 acusaciones para el director financiero
El pasado 11 de julio, el último día del plazo dado por el juez, Enron -o lo que queda de ella- presentaba ante el juez el plan de reestructuración con el que pretende salir de la suspensión de pagos y devolver parte de sus deudas. Se creará una nueva empresa que agrupe los gasoductos de América del Norte de Enron y otra con los negocios en el extranjero. Los acreedores recibirán parte de estos negocios, pero en total se calcula que no llegarán a cubrir el 20% de la deuda.Según publicaba ayer el diario estadounidense The Washington Post, tanto la SEC como el Departamento de Justicia de Estados Unidos no atendieron en 1999 un llamamiento del fisco estadounidense, que alertó de que la empresa había disfrazado como compraventas de combustible lo que, en realidad, podían ser sobornos a empresarios guatemaltecos. En 1995 Enron construyó en este país centroamericano una planta eléctrica. Para ello logró financiación del Banco Mundial.Andrew Fastow, ex director financiero de Enron y presunto arquitecto del masivo fraude en el que se convirtió la empresa energética, se enfrenta a 109 cargos presentados por el Departamento de Justicia de EE UU. Fraude, uso de información privilegiada y manipulación de pruebas son algunos de ellos. El juicio se espera para octubre, y en él Fastow estará representado por el mismo abogado que defiende a otro de los villanos oficiales de la crisis actual, el banquero de CSFB Frank Quattrone.