El déficit público de Estados Unidos se acerca al récord de la era Reagan
La semana pasada el director del Presupuesto de la Casa Blanca, Joshua Bolten, anunció la revisión al alza de las previsiones de déficit. De los 305.000 millones de dólares calculados en febrero, se pasa a los 455.000 millones, una cifra atribuible, según Bolten, en un 53% a la desaceleración económica y en un 24% a la guerra, las medidas contra el terrorismo y la aplicación de los programas de seguridad nacional. Otro 23% corresponde a los recortes fiscales puestos en marcha desde 2001. Bolten insistía en que 'los recortes fiscales no son el problema, son la solución'.
El director presupuestario quiso restar gravedad a estas cifras argumentando que apenas representan el 4,2% de los 11 billones de dólares del PIB americano y recordando que en seis ocasiones en los últimos 20 años se ha sobrepasado esa cifra. Para 2004, la previsión es de 475.000 millones de desfase en el presupuesto.
El déficit registró su récord bajo la presidencia de Ronald Reagan, con el 6% del PIB. El problema, advierten los expertos, es que esta cifra excluye el coste de la seguridad social. Según Concorde Group (un grupo de economistas que aboga por el equilibrio fiscal), ello dejaría los números rojos para este año en 614.000 millones de dólares, el 5,6% del PIB. En sus cálculos, la Casa Blanca ha aparcado los gastos que generan las campañas en Afganistán e Irak, cuyo coste se estima en unos 5.000 millones al mes. Hasta ahora, según el Pentágono, la guerra contra Irak ha costado 48.000 millones.
Los abogados de la disciplina fiscal tienen puesto el grito en el cielo, máxime cuando hace dos años las previsiones de la Casa Blanca eran de un superávit de 127.000 millones para este año y un saldo positivo acumulado de 2,9 billones en 2008. Por el camino, los ingresos tributarios han caído 66.000 millones de dólares y miles más por las sucesivas rebajas fiscales, la guerra ha drenado el presupuesto y se ha aumentado el gasto principalmente en defensa, lo que según algunos economistas convierte esta parte del déficit en improductivo.
Gregory Mankiw, presidente del consejo económico de la Casa Blanca, afirmaba en una tribuna en The Washington Post que tener déficit 'es un principio académico de política de prudencia fiscal en casos de recesión y guerra' y que 'insistir en un equilibrio presupuestario en tiempos difíciles sacrificaría erróneamente otros objetivos más importantes como son el crecimiento económico y la creación de empleo'. Mankiw rebaja también el problema de que la deuda 'llegue al 40% del PIB nacional en 2008, es la media que se ha mantenido en los últimos 50 años'.
EE UU sólo ha tenido superávit presupuestarios 6 de los últimos 45 años, pero los economistas consideran éste especialmente amenazador por las escasas posibilidades de salir de esas grandes cifras y porque coincide con la jubilación de los baby boomers.
El propio Bush se comprometió en el último discurso sobre el estado de la Unión a 'no pasar nuestros problemas económicos a futuras generaciones'. Con las proyecciones de deuda y números rojos hasta 2008, parece una promesa de cumplimiento ya imposible.
Un impacto negativo sobre los tipos de interés
A corto plazo, el principal problema derivado de tan elevado déficit público es que las cuantiosas necesidades de financiación del Gobierno desplaza del mercado de crédito a las empresas que lo necesitan, y en esta crisis más que nunca, para volver a invertir y aumentar la producción y el empleo.Adicionalmente y como ha advertido el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, en numerosas ocasiones los grandes déficit tienden a poner una presión alcista en los tipos de interés, una propensión nada propicia en estos tiempos de amenaza deflacionista.En su artículo en The Washington Post, Gregory Mankiw, consejero económico del presidente Bush, rebate esa asunción y pone como ejemplo la ausencia de presiones al alza sobre los tipos que se da en la actualidad. Otros economistas más críticos consideran, sin embargo, que la subida de los tipos a largo no se da en la parte baja del ciclo, como la actual, sino cuando la economía comienza a recuperarse y aumenta la demanda de crédito de las empresas.Los que claramente no comparten el optimismo de la Casa Blanca, y que así lo han manifestado a través de muchos de los editoriales de los periódicos más importantes del país, creen que el problema es que los desequilibrios van a mantenerse en números rojos por mucho tiempo.Este escenario de altos y diversos riesgos y el entorno de débil crecimiento han convertido a la economía en el talón de Aquiles de Bush de cara a su reelección en noviembre de 2004.