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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Otro rumbo en México

El primer axioma de las democracias occidentales es que los votantes nunca se equivocan en las urnas. Asumido esto, hay resultados electorales que auguran un buen rumbo y otros que, por el contrario, parecen complicar el futuro de un país. Esto último es lo que sucedió el domingo en México. El avance del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones al Congreso supone un duro golpe para el presidente Vicente Fox y su ambiciosa agenda de reformas en materia fiscal, económica, del mercado energético y, en general, de la apertura a la inversión extranjera.

No se trata, además, del único efecto negativo de los resultados electorales. El avance del PRI consolida en su posición a su actual líder, Roberto Madrazo, heredero natural de la vieja guardia del partido que controló durante 71 años la política y la economía de México, conocidos en la jerga política mexicana como dinosaurios. Y ahí radica el problema. Un PRI renovado, continuador del espíritu aperturista del anterior presidente, Ernesto Zedillo e, incluso (con todos los errores), de Carlos Salinas, que firmó el Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE UU, debería ser una fuerza de equilibrio en México: un gran partido de centro capaz de impulsar las reformas necesarias. Pero ése no es, de momento, el PRI de Madrazo. Ni parece que lo vaya a ser en el futuro inmediato.

Madrazo tiene ahora en sus manos la llave para permitir que Fox saque adelante alguna de sus ambiciosas reformas, aunque sean lo suficientemente deslavazadas como para resultar digeribles para el PRI. Pero también para llevar al Congreso mexicano, con la siempre animosa colaboración del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), a una situación de bloqueo técnico en los próximos tres años que arruine definitivamente el sexenio de Fox. El presidente, además, ya ha demostrado una cierta incapacidad para impulsar su agenda política en estos tres años. Así que temas como la inversión extranjera en la petrolera estatal Pemex (que la necesita urgentemente) o la liberalización del sector eléctrico pueden quedar aplazados de forma más o menos indefinida.

Consciente quizá de todo ello, Madrazo respondió a los primeros resultados con una invitación 'al presidente, a su partido y a las demás fuerzas políticas' para que unan sus fuerzas en aras de la reactivación económica. Y en un encuentro con embajadores extranjeros (incluidos los de EE UU, Alemania, Japón, Rusia y China) celebrada el mismo domingo por la tarde, los barones del partido prometieron que el PRI pondrá en marcha la siempre pospuesta reforma energética.

Está por ver si cumple. Si el PRI opta por cooperar sólo en asuntos menores e impide a Fox avanzar en las grandes reformas, México perderá otros tres años críticos. Un lujo que difícilmente puede permitirse este país, cuya economía se contrajo un 0,3% en 2001 y creció un minúsculo 0,9% el año pasado.

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