_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Relaciones y otros absurdos

No lo dudes, el peso mexicano seguirá al alza a corto plazo. ¿Por qué? Porque el rand sudafricano se ha apreciado en los últimos días con fuerza'. Pueden creer mi incredulidad ante un vaticinio tan argumentado como el anterior. Ocurrió en marzo. Pero mi sorpresa también fue enorme al observar cómo realmente la moneda mexicana se apreciaba frente al dólar en los dos siguientes meses siguiendo la estela de la moneda sudafricana.

La elevada dependencia de la economía mexicana frente a la norteamericana, lo que hubiera debido llevar a un descenso de la moneda mexicana a medida que bajaba el dólar, quedaba en entredicho ante la evidencia de los hechos. Bueno, hasta principios de este mes. Así, el peso ha retrocedido cerca de un 6% en su cruce frente al dólar mientras el rand seguía estable.

El caso anterior es un buen ejemplo de las extrañas compañías que pueden surgir en los mercados. Relaciones entre diferentes instrumentos financieros, en algunos casos francamente difíciles de entender. Todos las hemos utilizado en ocasiones. En algunos casos, como relación entre dólar y Bolsas, respondían a cierta lógica: ambos eran un buen exponente de la aversión al riesgo de los inversores. De hecho, su ruptura tuvo más que ver con la aparición de un nuevo foco de discusión -¿cómo financiar un déficit corriente del 5% del PIB en un mercado de capitales tan estrecho como el actual?- que por la mayor confianza de los inversores. ¡Pero las Bolsas han subido con fuerza los últimos meses! Cierto, aunque una subida con más que moderado volumen y liderada por compras desde inversores profesionales. ¿Qué significa esto? Pues que más tarde o más temprano volveremos a relacionar a la moneda norteamericana con las Bolsas. Quizá incluso lo estemos haciendo ya.

Hace unos días el BCE publicaba un informe donde reflejaba que los mercados de la zona euro son ahora menos dependientes de la publicación de indicadores en EE UU. Salvo en situaciones de incertidumbre económica. Esta excepción, que en los últimos tres años se ha convertido en el fondo en una norma de comportamiento, es un caldo de cultivo precioso para las relaciones casuales entre diferentes instrumentos. Casuales que no causales, como en el ejemplo propuesto al principio del peso mexicano y el rand, cuando una relación más coherente sería entre el peso y el dólar.

Pero podríamos también hablar de la relación entre el dólar y los precios del oro o del dólar y el diferencial de tipos de interés a largo plazo. De forma más reciente, el hecho de que la subida de las Bolsas haya coincidido con mayores descensos en los tipos de interés es también motivo de discusión.

En situaciones de elevada inestabilidad e incertidumbre los inversores optan por reducir sus exposiciones en los mercados financieros, al tiempo que intentan no apartarse de la dirección del mercado.

Muchos analistas han argumentado contra este comportamiento en grupo de los inversores (institucionales), que puede llevar más tarde a una mayor volatilidad futura de los mercados financieros. Es un proceso que puede retroalimentarse: inestabilidad, con escaso volumen, que lleva fuertes desajustes en los mercados; la amenaza de normalización inhibe a los inversores finales, lo que al final se traduce en mayor volatilidad cuando esa corrección finalmente se produce.

Desde la década de los noventa se ha acusado a los instrumentos derivados y a los hedge funds de provocar mayor volatilidad en los mercados. No estamos de acuerdo. Más aún, pensamos que el desarrollo de los instrumentos derivados ha servido para amortiguar buena parte de la inestabilidad de los mercados financieros al dotarlos de mayor liquidez. En el caso de los hedge funds, la realidad es que no inician la inestabilidad sino que se aprovechan de ella.

La estabilidad de los mercados, más que cualquier otra cosa, es un bien precioso cuya salvaguardia corresponde a las autoridades económicas.

Decisiones coherentes de política económica, acompañadas de comunicados claros y precisos, parecen ser la mejor forma para que los mercados recuperen progresivamente la calma. Relaciones causales entre los mercados, que no coincidencias llevadas a extremo, son el mejor anticipo de esta calma.

Archivado En

_
_