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Resultados empresariales

Las advertencias sobre resultados vuelven a primer plano en la Bolsa

Después de un paréntesis marcado por las referencias y expectativas económicas, en el que el temor a la deflación ha sido determinante, las Bolsas vuelven a enfrentarse a una de las liturgias que mayor número de agitadores y participantes reúne desde siempre en Wall Street. Llega el momento de anticipar resultados trimestrales, que en esta ocasión cuentan con el acicate de corresponderse con el cierre del semestre.

Los observadores recuerdan que Wall Street cortó en seco la sangría vendedora una semana antes de la guerra por dos motivos. Uno, por las expectativas de la propia guerra, episodio lamentable, pero siempre con una relación benefactora para los mercados. Otro, porque los resultados de las empresas correspondientes al primer trimestre fueron mejor de lo esperado por el mercado. Los analistas no llegan más lejos, como se ha demostrado en otras tantas ocasiones, es decir, no señalan si los precios están caros o baratos, que es lo que en realidad debe sustentar las valoraciones de las acciones cotizadas.

Vistas situaciones anteriores, en este movimiento que vuelve a iniciarse, lo importante es conocer el punto de partida, que no es otro que los profits warnings, advertencias sobre los resultados que vienen.

En el recuerdo de los observadores siguen vivos dos ciclos. Primero, el que coincidió con el estallido de la burbuja de los valores tecnológicos. Proliferaron en aquellas fechas las advertencias negativas, con resultados que luego fueron de lo anticipado. Por eso, la caída constante de los tipos de interés en Estados Unidos, hasta 12 veces seguidas, no han tenido efecto positivo en la renta variable. Tampoco el mismo camino bajista de los tipos de interés en Europa.

Hay otra estampa viva, justa en dirección contraria. Se trata de los resultados del primer trimestre de 2003. El punto de partida, el de las advertencias, fue tétrico, con el miedo a la guerra y a la caída del consumo. Abundaron, hay que recordarlo, los malos augurios. Luego se demostró que no era así, que los lamentos formaban parte del teatro en que se han convertido las diferentes comparecencias de otros tantos altos cargos empresariales a los analistas de Wall Street.

El circo, en fin, comienza a desplegar todos artilugios. El escenario está preparado y habrá que estar muy atentos a las advertencias que proliferarán a partir de ahora, porque lo normal es que éstas, como siempre, no se correspondan más tarde con los balances ciertos. La clave está en ver la capacidad de lamentos en la alta jerarquía de las empresas que cotizan en Wall Street.

Quién es quién en el dólar

Estados Unidos, Europa y Japón, que tratan de reactivar sus economías y evitar la deflación, necesitan monedas más débiles. El problema es que no todos pueden tenerlas. Por eso, los comunicados oficiales y los alegatos de este o aquel país pasan inadvertidos. La sensación entre los profesionales del mercado es parecida al viejo dicho 'el último que salga que apague la luz' O lo que es lo mismo, la confusión y la falta de coordinación supranacional vuelven a ser determinantes.'Todos están tratando de hacer bajar sus tasas de cambio, pero por definición no todos pueden hacerlo'. La frase es de Willem Buiter, economista jefe del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo y ex miembro del comité de política monetaria del Banco de Inglaterra.Hay más, el secretario del Tesoro de EE UU, John Snow, dijo el 17 de mayo que la caída del dólar contra el euro fue 'bastante modesta'. Días más tarde, el presidente Bush ha dicho todo lo contrario, que Estados Unidos aboga y abogará siempre por un dólar fuerte. Un caos.

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