Ford, el centenario de una empresa legendaria
Highland Park, Detroit, es un lugar histórico de EE UU. En este edificio de ladrillos comenzaron a moverse las primeras líneas de producción en cadena de una fábrica. Era una idea de Henry Ford (1863-1947), el hijo de un emigrante irlandés que abandonó las tareas de la granja que le vio nacer para dedicarse a la mecánica y poner firmemente las bases de la que es hoy la segunda automovilística del mundo pero, sobre todo, la compañía que más ha aportado al desarrollo de la industria.
Henry Ford era un visionario que trabajó para Thomas Edison en la Edison Illuminating Co. hasta poco antes de fundar (tras dos intentos fallidos) el 16 de junio de 1903, la Ford Motor Company.
Más allá de los coches que produjo, empezando por aquel primero y básico Cuadriciclo de 1896, su mérito y su legado histórico residen en una idea que ahora parece simple y obvio: quería mercado para sus coches, quería que sus automóviles no fueran los artículos de lujo y artesanía que eran y buscó una manera de hacerlos a bajo precio para que obreros, como los que él empleaba, tuvieran acceso a ellos. Su gran innovación fue el proceso de fabricar coches a bajo precio y lo consiguió. El primer logro industrial que salió de este ingenio fabril fue el Modelo T.
A finales de 1913 se introdujo en la fábrica de Highland la línea móvil de montaje. El año siguiente vieron la luz más de 300.000 unidades del Modelo T
Con este coche quedaron sentados los principios de la fabricación en masa que ha trascendido el sector de la automoción. En su estudio sobre la evolución de los métodos de producción, los profesores del MIT, James Womack, Daniel Jones y Daniel Ross, escribieron La máquina que cambió el mundo, confiriendo al automóvil este honor desde que el Modelo T puso sus ruedas en la calle. Desde entonces, la automoción es una pionera industrial.
El éxito del T fue clave para que Ford, uno de los 88 fabricantes de coches de EE UU en aquella época poco industrializada, llegara a ser el número uno. El T comenzó a fabricarse en 1908 con componentes casi idénticos, lo que permitía un ensamblaje rápido. Además, se utilizaron subensamblajes, es decir, algunos componentes como el motor se montaban separadamente para luego integrarlos en el chasis. Con este tipo de producción, en Highland Park se construyeron 32.000 coches en 1910. A fines de 1913 se introdujo la línea rápida móvil de montaje y el año siguiente vieron la luz 308.162 unidades.
Visionario
Gracias a la estandarización la producción se abarató. En 1908 el precio de un T era de 825 dólares. En 1925 costaba 260. En 1914 Ford empezó a pagar a sus trabajadores cinco dólares al día, por ocho horas de trabajo, para evitar su marcha por un trabajo que resultaba aburrido. El salario medio entonces era de 2,3 dólares por una jornada de nueve horas. Desde que en 1908 se montó el primer Modelo T hasta 1927, que se dejó de fabricar, se produjeron más de 15 millones de unidades.
Economistas como Peter Drucker creen que Highland Park no sólo albergó la transformación de la sociedad industrial a principios del siglo pasado, sino que dio a la clase trabajadora rango de clase media. Otra de las aportaciones de Ford fue pensar globalmente. En 1904 abrió oficinas en Canadá y, en 1911, la primera fábrica de coches americana en Reino Unido.
La historia de Henry Ford ha estado llena de hitos, de luces y de sombras, como corresponde al tipo de hombre pasional, visionario y controvertido que era. Sobre él hay una extensa obra literaria que ha indagado en sus relaciones familiares, la naturaleza de sus innovaciones sociales e industriales. A pesar del reconocimiento generalizado por su obra, los autores, no siempre han sido condescendientes con él.
La propia historia de su empresa está llena de momentos dulces y amargos, pero siempre se ha mantenido como la segunda del sector. Ahora, Ford no llega plena de fuerzas a su centenario.
En octubre de 2001, el bisnieto de Henry, William Clay, de 46 años, se hizo definitivamente con las riendas de la compañía al decidir la salida de un hombre de la casa de toda la vida, Jacques Nasser.
El cuarto Ford en la cabeza del grupo tiene ante sí la tarea de dar la vuelta a las cuentas. De momento, está consiguiendo salir de las pérdidas a las que contribuyó la costosa campaña de calidad de sus ruedas provocadas por los problemas con Firestone, pero aún tiene que aumentar los márgenes y su valor en Bolsa que desde comienzos de 1999 ha caído un 65%. En una economía difícil, Ford está perdiendo cuota de mercado doméstica: del 23,7%, en 2000, al 21,1% en 2002, pese a las guerras de precios.
Dicen los analistas que Ford tiene aún muchas fábricas mientras pierde peso en el mercado. Su crédito, siendo uno de los mayores emisores de bonos de EE UU, está al borde de la peor calificación y sus costes laborales, como los de otros fabricantes, no dejan de subir por la infradotación de su plan de pensiones y el alza de los gastos médicos.
Situación delicada
Un reciente análisis de Saul Rubin, de UBS, decía que las tres grandes de Detroit podrían llegar a la ruina financiera si no controlan esos gastos. Ford es la que tiene la posición más delicada y podría ser la primera en sucumbir, según los peores augurios.
Bill Ford se ha sabido rodear de gente experimentada como Nick Scheele, pero muchos aún dudan que sea el líder que necesita tamaña empresa. '¿Puede Ford salvar Ford?', se preguntaba Fortune en noviembre de 2002. Algunos historiadores creen que la compañía ya ha estado en este difícil lugar en otras ocasiones y ha salido. Ahora, el objetivo de Bill Ford para la multinacional del óvalo ya no es dar forma a la industria, sino insuflar nuevo coraje a la compañía de su bisabuelo.
Del motor de ocho cilindros al todoterreno
Un total de 43 Ford Modelo T han atravesado EE UU desde California a Michigan para darse cita en Detroit y poner el toque más nostálgico a una celebración en la que el country patriótico de Toby Keith, patrocinado por la propia empresa, pondrá el tono musical.Es una buena oportunidad para ver de cerca y en caliente el coche que revolucionó la industria y que, según cuenta la leyenda nunca desmentida, en cierto momento de la historia eran la mitad de los coches del planeta. Pero Henry Ford es responsable de muchos más ingenios sobre ruedas y otras mejoras automovilísticas. Uno de los hitos de su carrera fue el desarrollo de un motor de ocho cilindros que pudo ser encajado en los coches construidos en serie.Pero el T no será el único histórico en las celebraciones de Dearborn. Ford ha desarrollado en 100 años coches que se han convertido en iconos. Aún en producción y desde 1965 está el Mustang (el favorito de Bruce Springsteen), un coche no muy grande, ligero y mucho más barato que el fabuloso Thunderbird, que vio la luz en 1955.El sitio para los nuevos coches está no sólo en la fiesta, sino en la carretera. Ford lanzó en 1991 el Explorer, un todoterreno ligero que es el más vendido de su categoría y a día de hoy ni los accidente con las ruedas Firestone le han apartado del liderazgo.