La entrada de capital revaloriza las monedas de Argentina y Brasil
Además de la caída internacional del dólar, los flujos de capitales de corto plazo se acentúan debido a los altos rendimientos financieros de Argentina y Brasil. Por distintas razones, el peso de México también sube frente al dólar.
A finales de marzo de 2002, tres meses después de la gran devaluación de enero que puso fin a su paridad uno a uno con el dólar, el peso argentino se hundió hasta cotizar a cuatro unidades por dólar. Sin embargo, la tendencia hacia la hiperinflación pudo ser controlada y, desde finales de junio, el peso comenzó a apreciarse con altibajos hasta llegar a los actuales 2,76 pesos por dólar. En total, una revalorización del 35% entre los últimos días de junio pasado y finales de abril de este año.
Una política monetaria dura, con elevados tipos de interés y la anticipación de las elecciones presidenciales, fueron los ejes de la disipación del peligro hiperinflacionario y de una nueva fase de estabilización.
En el caso de Brasil, la evolución del real difiere en algunos meses y en su ritmo con el proceso de recuperación del peso argentino, pero no en su espectacularidad ni en sus raíces. La relativa estabilización de la moneda brasileña tras la devaluación de enero de 1999, que terminó con la casi igualdad del real y el dólar, dio paso, a partir de abril del año pasado, a un hundimiento acelerado del real. En ese momento, las expectativas negativas del mercado por el alto endeudamiento público y privado del país se combinaron con el temor a un triunfo de la izquierda en las elecciones generales que se iban a celebrar en el mes de octubre.
Con altibajos, pero con una línea general ascendente, el real pasó así de 2,5 unidades por dólar a un máximo de 3,95 el 10 de octubre, apenas cuatro días después del triunfo del Partido de los Trabajadores (PT) de Luiz Inácio Lula da Silva en la primera ronda electoral del 6 de octubre. La moderación mostrada por el candidato desde entonces y la continuidad de la política económica del Gobierno anterior tras su investidura del 1 de enero de este año revirtieron la depreciación del real.
Tipos de interés
El viernes pasado, la moneda brasileña cotizaba a 2,89 unidades por dólar. Una subida del 22% desde el inicio del Gobierno de Lula.
Algunos observadores han señalado, con razón, que estos repuntes de las monedas de Argentina y Brasil se relacionan con la pérdida de valor del dólar, por las dificultades crecientes de la economía de Estados Unidos, que se expresan en los déficit de la balanza de pagos y fiscal. Sin embargo, ésta parece ser sólo una parte de la verdad y no la más importante, ya que tanto el peso como el real se aprecian también respecto del euro. Como caso particular, el peso de México, que ha logrado reforzarse en los últimos tres meses, no parece haberlo logrado por la mera caída del dólar. Hasta marzo, el peso mexicano caía junto con el dólar. Ha sido la intervención de la autoridad monetaria local la que ha conseguido apreciarlo con fuertes inyecciones de venta de dólares en ese mercado.
¿Cuál es, entonces, la base del reforzamiento rápido y notable del real y del peso argentino? Sin lugar a dudas, los altos rendimientos financieros derivados de las políticas de altos tipos de interés dirigidas, en principio, a combatir la inflación y a dar garantías de estabilidad a los inversores extranjeros. Tras tocar topes del 80% anual en agosto del año pasado, los rendimientos de los plazos fijos y otras inversiones son actualmente del 20%.
Un flujo de capitales hasta de 200 millones de dólares diarios ingresan en el mercado argentino, se cambian por pesos y se colocan en esos rentables negocios financieros. Aunque no hay garantía oficial del tipo de cambio, como con la convertibilidad, estas inversiones a 30 días se hacen mientras el dólar cae frente al peso y cuando el Banco Central flexibiliza las normas para la salida de capitales.
A tal punto, que el viernes pasado se conocieron las primeras críticas del Ministerio de Economía al Banco Central, considerando que la flexibilización del mercado de cambios alienta la 'especulación financiera'. El mismo día, el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, quitaba hierro a la polémica al considerar que el dólar baja por 'liquidación de exportaciones y por el ingreso de capitales'.
En Brasil, donde el optimismo ha renacido estos meses, los tipos están en el 26,5% anual. Al igual que en Argentina, el dólar cae, y la entrada y salida de capitales es muy flexible. Es evidente que la política económica de Brasil está dictada por la necesidad de mostrar un pulso firme para combatir la inflación, pero, al mismo tiempo, favorece claramente el interés de revalorización de los capitales de corto plazo, que logran así rendimientos desconocidos en Estados Unidos o Europa.
Pero tanto en Argentina como en Brasil las protestas de los industriales se multiplican debido a las dificultades de crédito que crean estas políticas monetarias y, además, por el encarecimiento de los bienes del sector exportador, que perjudica la competitividad en el mercado internacional.
En todo caso, el carácter coyuntural y dictado por las urgencias financieras de ambas naciones del Mercosur plantea el peligro, tan repetido en el pasado, de que esta mejora del tipo de cambio concluya en otra crisis.