La nueva Unión Europea apuesta por un 'área de prosperidad' con Rusia y el Mediterráneo
Todo transcurrió como estaba previsto. La Acrópolis de Atenas se convirtió ayer en el mejor escenario de la reunificación de Europa, en clave económica pero también con firmes aspiraciones políticas.
Los líderes europeos quisieron que la mayor ampliación de la UE de su historia tuviera su nacimiento en uno de los símbolos de la civilización occidental. Al pie de la Acrópolis, los gobernantes firmaron el Tratado de Adhesión de diez estados de Europa central y oriental.
La República Checa, Hungría, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia, Lituania, Letonia, Estonia, Chipre y Malta se convirtieron, desde ese momento, en 'observadores', con voz pero sin voto, en todos los órganos decisorios de la Unión.
Aunque su adhesión plena no tendrá lugar hasta el 1 de mayo de 2004, una vez completada la ratificación del tratado por cada uno de los actuales miembros y de los Estados adherentes, la firma marca el nacimiento de hecho de la Europa de 'los Veinticinco'. Poco antes de la firma del Tratado de Adhesión, que se produjo en la Galería de Atalos, en la antigua ágora (mercado), los 25 jefes de Estado o de Gobierno adoptaron la llamada Declaración de Atenas, un texto solemne en el que apostaron por crear 'una sola Europa', superando las divisiones pasadas. La UE se compromete a prevenir nuevos conflictos y a apoyar a la ONU en sus esfuerzos por garantizar la legitimidad internacional.
La nueva Unión representa 'la voluntad de iniciar un nuevo futuro basado en la cooperación, el respeto de la diversidad y el entendimiento mutuo'. Los 25 renovaron el compromiso de 'guardar y defender los derechos humanos fundamentales, dentro y fuera de la UE, incluyendo la lucha contra todo tipo de discriminación' y el desarrollo medioambiental.
Subrayaron el compromiso de una economía europea 'dinámica, basada en los conocimientos, abierta a todos, centrada en el crecimiento sostenible y en el pleno empleo, así como en el rechazo de la exclusión social y en la cohesión económica'. De acuerdo con este último punto, los 25 se comprometieron a respetar la dignidad y los derechos de los nacionales de terceros países que trabajan en la UE.
'Estamos comprometidos en estrechar los lazos con nuestros vecinos y tender nuevos puentes de cooperación', se expresaron, en clara referencia a las negociaciones que se abrirán con los candidatos que han quedado fuera (Rumania, Bulgaria y Turquía), y a las relaciones con los territorios limítrofes (el sur del Mediterráneo y las otras Repúblicas ex soviéticas). En este sentido, el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, se refirió al objetivo de 'extender el área de prosperidad' a los países vecinos de Rusia y del Mediterráneo, 'con los que hay que compartir todo menos las instituciones'.
La reunión no estuvo exenta de altercados entre la policía y cientos de manifestantes que se congregaron en la capital griega para protestar contra la guerra de Irak. Las discrepancias alcanzaron también al plano diplomático. El primer ministro turco, Recep Tayip Erdogan, invitado a la ceremonia, no asistió. Turquía no está dispuesta a aplaudir la adhesión de Chipre, país al que Ankara no reconoce. Bruselas ya ha advertido a Turquía que la falta de acuerdo sobre la reunificación de Chipre (dividida en dos comunidades), repercutirá en las negociaciones para su futura adhesión a la UE.