El BCE urge a capitalizar en parte los sistemas de pensiones
Las proyecciones de la evolución de la población en Europa son prácticamente irrebatibles: dentro de 20 años empezará a haber más personas cobrando pensión que trabajadores cotizando. Esto supone un claro riesgo de los actuales sistemas de pensiones de reparto, vigentes en todos los países de la Unión Europea.
Así lo ha detectado, entre otras muchas instituciones, el Banco Central Europeo (BCE) que, a medida que pasa el tiempo, intensifica sus recomendaciones a los países miembros para que reformen dichos sistemas de protección social.
El BCE aconseja dos tipos de reformas complementarias y que deberán empezar a acometerse de forma urgente, 'tan pronto como sea posible', dice el informe del banco.
Por una parte propone 'ajustar' la estructura de las pensiones de los sistemas de reparto. Se refiere con esto a la necesidad de 'reducir unas prestaciones demasiado generosas'. Sin embargo, esta reducción de la pensión, más que un recorte drástico de la cuantía, consistirá en un endurecimiento de las condiciones del acceso a la misma.
Así el BCE recurre a un recetario clásico: aumentar la edad efectiva de jubilación que está situada en la UE entre el 58 y los 64 años; reducir los incentivos al retiro anticipado y rediseñar las fórmulas de cálculo de la cuantía de la pensión, de forma que se exijan más número de años cotizados para la misma prestación que se recibe en la actualidad.
Pero estas reformas no son suficientes para el BCE, que ve casi imprescindible avanzar hacia la capitalización de parte del actual sistema de reparto de las pensiones. Esto es que las pensiones no se financien sólo con las cotizaciones de los trabajadores en activo, sino que también se financien con capital previamente acumulado en fondos de pensiones privados.
Según su forma de ver los cambios, 'a medida que un sistema de reparto se hace menos generoso, el aumento de las prestaciones procedentes de los pilares de capitalización tiende a compensar la disminución de las pensiones públicas'.
La autoridad monetaria europea ve numerosas bondades en los sistemas de capitalización, tanto para el pensionista como para la economía del país que adopte este sistema mixto (de reparto público y de capitalización privado).
Asegura el banco que los sistemas de pensiones de capitalización proporcionan beneficios adicionales en el crecimiento económico a través de sus efectos sobre los mercados de trabajo y capitales. En el caso del mercado laboral se beneficiaría 'por la reducción de los desincentivos al trabajo implícitos en los actuales sistemas de reparto', ya que vinculan de manera más directa la pensión devengada con las aportaciones a la Seguridad Social.
'De este modo, los individuos entenderían que sus aportaciones de cuotas son un ahorro para la jubilación en lugar de un impuesto al trabajo'.
Por el lado de los mercados de capitales, el beneficio llegará por la simple acumulación de mayores flujos de fondos. Aunque lo que no recuerda el BCE es que el envejecimiento de la población también puede mermar el colectivo de personas que compre dichos activos.
Dicho todo esto, el BCE precisa que la carga de la financiación de una transición hacia un sistema mixto de capitalización y reparto no puede caer enteramente ni sobre el cotizante ni sobre el pensionista. E insiste en que 'han de respetarse los derechos adquiridos de las pensiones'.
El BCE aconseja que cada país diseñe el modelo de reparto de la carga entre ambas generaciones en función de las exigencias concretas de cada Estado. También resalta la importancia de una buena regulación de los mercados, de manera que los pensionistas no asuman riesgos excesivos, ya que lo contrario terminaría repercutiendo en los presupuestos públicos.