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Reputación corporativa

¿Cuánto valen sus activos intangibles?

Aumentar el interés de una compañía al sacar a la luz sus intangibles. Este es el futuro de la tan traída y llevada creación de valor Texto Rafael Fernández de Alarcón

Dicen que lo que no se puede medir no existe. Permítanme una pregunta: si fuéramos capaces de establecer una metodología seria y rigurosa para medir sus intangibles, 'homologada' por inversores, por órganos reguladores, por mercados financieros, por auditores y que describa las relaciones que se mantiene con sus grupos de interés…, ¿cuánto más valdría su empresa? Pues de eso se trata, de sacar a la luz todo el valor de su compañía.

Un buen punto de partida puede ser analizar las recomendaciones de las principales iniciativas institucionales sobre responsabilidad en las empresas (Global Reporting Initiative, Libro Verde de la Unión Europea, CSREurope, UN Global Compact…), las demandas de inversores socialmente responsables (Dow Jones Sustainability Index, FTSE4Good, etc.) y las mejores prácticas en materia de responsabilidad corporativa de empresas de diferentes sectores (Siemens, BP, General Electric, Volkswagen, British Telecom…).

El segundo paso es establecer el conjunto de indicadores más adecuado y comunicar a cada grupo de interés todo el valor intangible de la empresa. Es necesario diferenciar las motivaciones de cada uno de ellos, porque en el contexto actual una persona adopta una posición diferente en función de las situaciones: unas veces se es inversor y otras empleado, unas veces, cliente y otras, proveedor. Los clientes basan su relación con una empresa sobre las garantías de calidad de los productos y servicios, el grado de cumplimiento de los compromisos adquiridos, la facilidad para contactar y realizar reclamaciones, la evolución de los precios, los nuevos productos lanzados por la empresa, los esfuerzos de la empresa por promocionarse y fidelizar a sus clientes o los mecanismos utilizados por la empresa para conocer el grado de satisfacción con los servicios prestados.

La sociedad, entendida como la comunidad en la que opera la empresa, está influenciada por su impacto económico (ingresos generados, inversión y gasto, impuestos pagados...), impacto en empleo (número de empleos generados, número de becas concedidas, gasto total en prestaciones sociales...), efecto innovador (número de patentes, acuerdos de colaboración con universidades, recursos dedicados a actividades de I+D...), participación en organizaciones y eventos, aplicaciones de los productos y servicios beneficiosas para la sociedad (incremento de productividad, aplicaciones para discapacitados, disponibilidad de los productos para toda la sociedad...), patrocinio de actividades culturales, sociales o deportivas e implicación en actividades sin ánimo de lucro (proyectos educativos, sociales, colaboración en desastres naturales, proyectos de salud...).

Ante la creciente preocupación por la conservación del medio ambiente, las empresas llevan varios años concretando su compromiso medioambiental a través de memorias específicas que incluyen aspectos como el alcance del sistema de gestión medioambiental, grado de cumplimiento de los objetivos, indicadores de consumo energético, agua, materiales, impacto en la biodiversidad, generación de residuos, vertidos, emisiones..., análisis de ciclo de vida de los productos o el patrocinio de actividades medioambientales.

Los empleados están interesados en conocer el número de cursos de formación realizados en la empresa, el alcance de los sistemas de evaluación, las posibilidades de desarrollo profesional, la adopción de esquemas de trabajo flexible, compensación y beneficios por el trabajo desarrollado, resultados de encuestas de clima laboral o las ratios de seguridad y salud en el trabajo.

La tendencia de las empresas por establecer relaciones a largo plazo con sus proveedores depende de su capacidad de compra, la transparencia en la adjudicación de contratos, la igualdad de oportunidades, las iniciativas orientadas al beneficio mutuo o el desarrollo de buenas prácticas en materia de derechos humanos o medio ambiente en la cadena de suministro.

Los inversores, por su parte, han sido tradicionalmente los destinatarios de la información económico-financiera de la empresa, a la que recientemente se está uniendo información acerca del gobierno corporativo (composición del consejo, realización de auditorías, mecanismos para proteger los activos de las empresas) o indicadores de la transparencia (publicación de informes, canales de relación con inversores, etc.).

El último problema a superar suele ser la dispersión de toda esta información en una organización y el enorme esfuerzo que hay que hacer para presentar todos estos intangibles en un mismo saco. Pero, si fuéramos capaces de hacerlo, ¿cuánto más valdría la empresa? De esto se trata: de identificar el valor de sus relaciones, de medirlo de forma rigurosa, de gestionarlo… En última instancia de hacer crecer el valor de una compañía al sacar a la luz todos sus intangibles. Este es el futuro de la tan traída y llevada creación de valor.

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