Empleo, PIB y costes laborales unitarios
José Ignacio Pérez Infante resume los datos de empleo, producto interior bruto y costes de trabajo de los últimos años en España. Afirma que el descenso de los costes laborales debería mejorar la rentabilidad empresarial
Según los datos de la Contabilidad Nacional Trimestral de España (CNTR), disponibles hasta el cuarto trimestre de 2002, el producto interior bruto (PIB) de la economía española, después de alcanzar crecimientos muy elevados, en torno al 4% en el periodo 1997-2000, aunque inferiores a los del periodo 1987-1989 (cercanos e incluso superiores al 5%), ha venido desacelerándose en los dos últimos años.
En 2001 y 2002 el ritmo de aumento del PIB, en media anual, ha sido del 2,7% y 2%, respectivamente, lo que ha supuesto una desaceleración respecto al año precedente de 1,5 puntos en el primer caso y de siete décimas en el segundo. En 2002, la tasa de variación de esta magnitud se situó 2,2 puntos porcentuales por debajo de la de 1999 y 2000.
Este debilitamiento de la actividad económica se refleja con un anticipo de dos años en una minoración del ritmo de incremento del empleo, medido, en términos de Contabilidad Nacional (CN), por los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, de mayor intensidad que la correspondiente al PIB (gráfico adjunto). Así, desde 1999 se viene produciendo una amortiguación de la tasa de crecimiento del empleo equivalente a tiempo completo, que se acentuó en los dos últimos años, al pasar del 4,1% en 1998 a sólo el 1,3% en 2002, 2,8 puntos menos; siendo la amortiguación de cinco décimas en 1999, de dos décimas en 2000, de un punto en 2001 y de 1,1 puntos en 2002.
El aumento de las remuneraciones por asalariado entre 1997 y 2002 se explica por la subida de la inflación y el incremento de los despidos
Si se compara el nivel de la tasa de variación del empleo equivalente a tiempo completo de la CN con el de la población ocupada de la EPA, se observa cómo dicho nivel es muy superior en la segunda estadística, sobre todo desde 1998, como consecuencia de las nuevas series de la encuesta que incluyen las nuevas proyecciones de población y la reponderación por edades de dicha población, cambios que se introdujeron en 2002 y que se aplicaron con efectos retroactivos desde 1976. Por otra parte, si se contrasta la evolución de las tasas de variación del empleo de las dos estadísticas, la desaceleración se produce más tarde en la EPA (a partir de 2001) que en la CN, pero con mayor intensidad: del año 2000 a 2002 la tasa de variación del empleo estimada por la EPA pasó del 5,5% al 2%, 3,5 puntos menos.
Volviendo a utilizar los datos de la CN de empleos equivalentes a tiempo completo, y debido a que, en general, en los últimos años la desaceleración del empleo es algo más intensa que la del PIB, la productividad aparente por ocupado ha tenido, dentro de una evolución oscilante, una tendencia ligeramente descendente, aunque en todo caso a un nivel muy bajo, muy cercano a cero. Pese a ello, en 2002, y como la pérdida de ritmo del incremento del empleo -1,3 puntos- fue en ese año más acusada que la del PIB -siete décimas- se produjo un repunte de cuatro décimas, que casi compensó el retroceso que se había producido en esa magnitud en el año 2001.
Por su parte, la remuneración por asalariado obtenida por la CNTR, que incluye, además de los sueldos y salarios brutos, las cotizaciones sociales efectivas (voluntarias y obligatorias) y las cotizaciones sociales ficticias o imputadas, equivalentes a las prestaciones sociales pagadas por los empresarios a sus actuales o antiguos trabajadores y sus familiares, como las prestaciones sociales complementarias, las indemnizaciones por despido y las pensiones de clases pasivas pagadas por las mutualidades administrativas, han tenido una evolución creciente desde 1998.
Esta evolución creciente de las remuneraciones por asalariado, desde el 2,3% en 1997 al 4,1% y 4% en 2001 y 2002, respectivamente, se explica por la acentuación de la inflación a partir de 1999 y por el crecimiento de los despidos desde 1998, sobre todo en 2000 y 2001 (los datos de 2002 son todavía incompletos). En ese último año el número de despidos (más de 370.000) superaba al de 1994, cuando persistían problemas derivados de la fuerte recesión de 1993.
El coste laboral unitario monetario (CLU), igual al cociente entre la remuneración por asalariado y la productividad por ocupado, que equivale al coste laboral por unidad física o real de producción, ha tendido a aumentar desde 1998, por el comportamiento diferente de sus dos componentes, ya que, como se ha señalado, el primero, la remuneración por asalariado, ha tenido una evolución creciente en los últimos años, y el segundo, la productividad por ocupado, una evolución ligeramente decreciente, a pesar de algunas oscilaciones de dicha magnitud.
Dicho coste laboral unitario monetario, que creció únicamente el 1,4% en 1997, aumentó desde entonces hasta el 3,8% en 2001, para en el año siguiente retroceder ligeramente hasta el 3,2%, porcentaje todavía muy superior al del periodo 1997-2000. El retroceso en el incremento de los CLU del año 2002 es consecuencia del avance que se produjo en la variación de la productividad por ocupado (del 0,3% al 0,7%), puesto que la remuneración por asalariado se mantuvo prácticamente constante en ese año (4,1% en 2001 y 4% en 2002).
Por último, el coste laboral unitario real, que se obtiene dividiendo el coste laboral unitario monetario por el deflactor del PIB, es decir, el índice de precios de los bienes y servicios finales producidos en el interior de la economía, ha disminuido desde 1996 en todos los años, salvo en 1998, que creció el 0,1%, debido a que, con la excepción de ese año, el incremento de los precios (el deflactor del PIB) ha superado al del coste unitario monetario.
El mayor descenso del coste laboral unitario real de los últimos años se produce, precisamente, en 2002, al caer dicho coste el 1,1%, que es la diferencia entre el aumento del deflactor (4,4%) y el del CLU (3,2%), lo que, en principio, y con base exclusivamente en los costes laborales, significa una importante mejora de la rentabilidad del conjunto de los empresarios de la economía española.