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Cuenta atrás para la guerra

Blair obtiene apoyo del Parlamento pero aumenta la crisis de gobierno

La tensión que marcaba ayer el rostro de Tony Blair durante el largo e intenso debate en la Cámara de los Comunes se transformó en una sonrisa de alivio cuando se hicieron públicos los resultados de la votación que respalda el ataque militar a Irak por parte del Reino Unido. No obstante, el primer ministro ha pagado un gran precio político por su apoyo incondicional a EE UU en el conflicto del Golfo, con 139 votos en contra de diputados de su propio partido y tres dimisiones, entre otras la del líder laborista en la Cámara de los Comunes y ex ministro de Asuntos Exteriores, Robin Cook

A los rebeldes del laborismo, que ya protagonizaron hace un mes una revuelta en contra de la opción adoptada por su Gobierno en el conflicto, no les han convencido las razones expuestas por su líder en el discurso político más importante de su carrera en el que defendió el envío de 45.000 soldados al Golfo para ayudar a EE UU a desarmar a Sadam Husein.

Blair dijo que la opción militar era la única viable y ¢más cuando Francia había anunciado que vetaría una segunda resolución bajo cualquier circunstancia¢.

Según el primer ministro, la petición francesa de dar más tiempo a los inspectores de armas ¢hubiera supuesto seguir con el mismo viejo juego de siempre. Sadam ha estado tomando el pelo a la comunidad internacional en los últimos 12 años y sólo ahora estaba empezando a hacer concesiones menores por la creciente presión, pero sin llevar a cabo cambios fundamentales¢.

Crisis

Blair no necesitaba legalmente el apoyo de la Cámara de los Comunes para declarar la guerra, pero la votación de ayer era vista como un marcador decisivo de su futuro político. Blair afrontó ayer la mayor crisis de sus seis años de mandato, con una fuerte oposición en el seno de su partido por su postura en la crisis del Golfo. Curiosamente fueron los conservadores los que suministraron un respaldo sin fisuras a la causa del primer ministro.

La tensión vivida en el seno del partido laborista se ha traducido esta semana en varias dimisiones, la ya mencionada de Robin Cook el lunes y las del subsecretario de Estado parlamentario de Sanidad, Lord Hunt, y del secretario de Estado de Interior, John Denham, que abandonaron sus cargos por la decisión de su Gobierno de iniciar un ataque en Irak sin la aprobación de Naciones Unidas.

Mientras tanto, la ministra de Cooperación Internacional, Clare Short, que también había amenazado con dimitir, anunció que continuaría en el cargo, pero ¢con reservas¢, y dijo que seguía siendo crítica respecto a la forma en la que su Gobierno ha manejado la crisis de Irak.

Parece que Short se ha dejado convencer por las garantías del primer ministro de que la ONU participaría en las labores de reconstrucción tras la guerra y que tras la intervención se abordará un proceso de paz entre palestinos e israelíes.

Ayer The Guardian publicó una encuesta que sugería que la oposición de los británicos a la guerra estaba descendiendo, aunque todavía son más los contrarios a la intervención militar (44%) que a favor (38%).

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