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La hora de la bioempresa

Conjugar los intereses de la ciencia y de la empresa, proteger la paternidad de las investigaciones y encontrar financiación, tres claves para prosperar en el negocio biotecnológico

Del ADN, más o menos, cualquier emprendedor ha oído hablar. Incluso, gracias a la popularidad de la difunta Dolly, es posible que opine sobre la clonación. Pero, seguramente, las cosas se le compliquen un poco más si el tema deriva hacia la reacción en cadena de la polimerasa, por poner un ejemplo. Sin embargo, ahí hay negocio y con un gran futuro. En la actualidad, unas 300 empresas se engloban bajo la denominación bioempresa. Se trata de un grupo de pymes, y no tan pymes, dedicadas a la biotecnología, a realizar aplicaciones tecnológicas utilizando organismos vivos o derivados. Se dedican a, por ejemplo, sacar partido a esa reacción en cadena que le valió a su descubridor, Kary Mullis, el Premio Nobel en 1993, y que es un proceso esencial para la secuenciación del genoma humano.

Pero ¿qué emprendedor o gestor procedente de un sector tradicional quiere meterse en semejante proyecto? Quizá sus dudas se despejen al ver que la reacción en cadena de la polimerasa también sirve para averiguar si unas croquetas de pescado tienen o no pescado y si es así, saber de qué especie se trata y si las harinas utilizadas proceden de trigo modificado. Este análisis es la actividad de una empresa de biotecnología. Y es muy útil para importadores, grandes superficies o fabricantes. Pero hay más.

La biotecnología abarca la genómica, la proteómica y la bioinformática y se desarrolla en sectores de la salud humana y animal, la agroalimentación y el medioambiente. En realidad, de esas 300 bioempresas, el Informe Asebio 2002 considera que sólo 119 realizan biotecnología pura y dura. Para los más escépticos, en España no hay ni tres empresas biotecnológicas.

Hacer rentable la investigación

Lo que nadie duda es que esta actividad es el futuro, aunque los datos de facturación en España tampoco sean para echar cohetes (1.650 millones de euros en 2002, según el Informe Asebio 2002). De las bioempresas salen vacunas, programas de ordenador que asimilan información y extraen conclusiones o sustancias naturales sustitutivas de compuestos químicos. Pero hasta llegar ahí, pasan años de investigación sin resultados, sin ingresos por tanto.

Buscar la confluencia de personas del mundo empresarial y del mundo científico, combatir las restricciones administrativas y legales, estar ojo avizor para defender la paternidad de las investigaciones y transmitir al público una imagen de negocio ético y veraz son algunas de las claves para sobrevivir a la aventura de montar una bioempresa. Así lo cuenta la Guía de creación de bioempresas, editada por la Comunidad de Madrid y elaborada por la Confederación Empresarial Independiente de Madrid (CEIM) en colaboración con Asebio. En materia de financiación, cada empresa elige su opción, científicos capitalistas, capital riesgo, subvenciones, ayudas a la innovación, etc. PASA A LA PÁGINA 4 æoelig;

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