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Naval

La viabilidad de Izar se tuerce por la pérdida de 132 millones

Izar está en constante revisión, por lo menos en lo que a resultados y plan de negocio se refiere, con el fin de encontrar oxígeno para su balance. La entrada en beneficios en 2004, uno de los principales objetivos marcados cuando se cerró la fusión entre Astilleros Españoles (AESA) y Bazán, compañías controladas por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), no se ve en el horizonte de los próximos ejercicios.

El lastre en el grupo público es evidente. Reiterados resultados negativos, con la consiguiente reducción de fondos propios; una cartera de trabajo que no sirve para alimentar a todas las factorías, y una estrategia comercial que no consigue cerrar nuevos contratos están marcando una singladura llena de dificultades. Este último factor se produce básicamente como consecuencia de las prácticas de precios a la baja de los astilleros coreanos. Y en la actualidad se agrava por la incertidumbre provocada por una posible guerra contra Irak.

La SEPI pretende dar el enésimo golpe de timón para enderezar el rumbo de Izar, grupo que controla al 100% y que en ninguna etapa ha conseguido que engrosara la lista de empresas a privatizar. Y el nombramiento de Ester Rituerto como nueva consejera delegada, una decisión que se formalizará en el consejo de Izar del próximo día 28, es una de las medidas adoptadas.

Fuentes consultadas aseguran que Rituerto, experta en los balances de la sociedades controladas primero en el Instituto Nacional de Industria (INI), luego en Teneo, más tarde en la Agencia Industrial del Estado y por último en la SEPI, tiene encomendada la labor de sanear el grupo público de construcción naval. Los mismos medios afirman que la delimitación de funciones entre el actual presidente, José Antonio Casanova, y Ester Rituerto ya está realizada.

En el esquema que trabaja la SEPI para Izar, y que se rubricará el próximo día 28 en el consejo que celebrarán ambas sociedades, Casanova, junto con su equipo de apoyo, encabezado por Enrique Llorens, controlará las áreas relativas a las relaciones institucionales, asesoría jurídica y secretaría del consejo. Rituerto, por su parte, estará más pendiente de las áreas financieras, industrial y comercial junto con Javier Echevarría, Natalio Rodríguez y Jesús Arce.

Plan industrial

El trabajo para potenciar Izar no se presenta fácil. Casanova y su nuevo equipo ejecutivo deberán diseñar un nuevo plan de negocio. Inversiones, rejuvenecimiento de plantillas, ordenación de la industria auxiliar -uno de los pilares sobre los que ha sustentado la producción en el grupo de construcción naval- y un convenio colectivo que aglutine los intereses de los antiguos trabajadores de AESA y Bazán ocupan un lugar destacado.

Entre tanto, la cartera de pedidos de Izar languidece. En 2002 se cerraron, según fuentes de este grupo, contratos por valor de 1.000 millones de euros, y las ventas superaron un 20% a las conseguidas en 2001. Los buques contratados suponen, en la actualidad, un volumen de negocio de cerca de 3.189 millones de euros durante los próximos años. Y hace apenas un año, su presidente aseguró que la cartera de pedidos ascendía a 4.800 millones de euros.

La carga de trabajo en alguno de los astilleros del grupo Izar a principios de este mes era crítica, aunque la compañía presidida por José Antonio Casanova no se ha planteado, de momento, la presentación de un expediente de regulación de empleo que mitigue su cuenta de pérdidas y ganancias.

En el plan de negocio que tiene previsto para este ejercicio se contemplan unos números rojos superiores, otra vez, a los 130 millones de euros. Y esto con independencia de que consiga cerrar nuevos pedidos y de que su impacto en la cuenta de ingresos se pueda contabilizar, aunque sea en parte, en este año.

De momento, las gestiones para conseguir una mayor carga de trabajo no han tenido un resultado positivo. Han fallado, o están en situación de espera, contratos para construir tres barcos para la venezolana PDVSA, otros dos buques de transporte de gas para Omán, dos submarinos y un barco de transporte para la Armada española y de cinco fragatas para la Marina de Turquía. Las incertidumbres internacionales dificultan que Izar se beneficie a medio plazo del mercado que se abre para construir petroleros de doble casco.

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