La situación en Irak y los resultados de Wall Street centran el interés de la Bolsa
Los analistas de Wall Street esperan que los resultados de las empresas agrupadas en el S&P 500 suban un 11% durante el cuarto trimestre del año. Sería la tercera subida consecutiva y, según los más optimistas, contribuiría a animar a los inversores bursátiles, porque a los resultados al alza se uniría la política de recortes de impuestos decidida por la Administración Bush.
Los analistas más rigurosos no lo tienen, sin embargo, tan claro, porque consideran que estos crecimientos no abaratan el precio medio de las acciones. En términos de PER hay predicadores estadounidenses que siguen empeñados en resaltar que se sitúa en el entorno de las 20 veces. Ello puede darse por válido si se tienen en cuenta los extraordinarios y algunos flecos de contabilidad creativa heredados del pasado.
Con las nuevas normas contables, las ajustadas a la realidad, esas que elaboran el balance de arriba abajo y no a la inversa, los multiplicadores, están en el entorno de las 35 veces. O lo que es lo mismo, un crecimiento del beneficio medio del 11% en el cuarto trimestre seguiría dejando las Bolsas de Estados Unidos más cerca del cielo que del suelo.
Sucede, no obstante, que las Bolsas estadounidenses han acumulado tres años de caídas continuadas y que son muchas las ansias de recuperar lo perdido. Por eso, lo que transmiten los grandes bancos de inversión respecto a las bondades de Wall Street a los precios actuales debe ser mirado con lupa.
En la coyuntura actual concurren, además, circunstancias geopolíticas y movimientos intensos en los mercados de divisas y de petróleo que aconsejan extremar la prudencia a la hora de proyectar estrategias en la renta variable.
La creencia cada vez más extendida es que la guerra de Estados Unidos contra Irak es inminente. De la duración de la misma y de las complicaciones geopolíticas que puedan derivarse del conflicto depende la evolución a corto de los mercados.